La proeza de Dios
De todo cuanto hiciste, Señor, al contemplarlo, exclamaste, Señor, que era bueno
Y para hacer al hombre
Mejor entre lo bueno
Con tus manos diste forma a su cuerpo
Y al mirarlo viste que era incompleto
Y de su ser sacaste parte de él e hiciste a la mujer
Como una unidad inseparable fueron hechos
Y para hacerlos Uno, identidad esencial en lo diverso
Parte de ti pusiste para echarlos a andar y el alma diste de tu ser perfecto.
Y viste señor que era bueno.
Y dispusiste ¡Oh Dios!
Que la mujer sea la sublimidad
Y supiste, Señor, que era bello y bueno
Más que cuanto hecho ya estaba y ya era bueno
Y
Al contemplar tu obra en la mujer, exclamaste, Señor que era perfecta, sublime, bella era.
Demostraste, Oh Dios, que era lo bueno y bello
En ella, Oh Dios, creaste la entrega la bondad la pureza
Que fuera el espacio donde la vida se hace crece juega libre de angustias miedos de tormentas libre
Vive juega
Como tu obra perfecta
Creaste sus senos, Oh Dios, forma de copa diste
Para beber la esencia y dispusiste que su música el corazón les diera
El alimento el sueño encuentra el niño en ellos
Y en ellos vive siempre ese destino
Ser alimento y sueño del hombre todo el tiempo
Y a cada acto de beber en ellos
Vuelve el ser al disfrute del niño que por dentro se lleva
Son los senos, Señor,
El Cáliz más perfecto donde el amor es vino
Y beberlo es el sueño que alcanza lo sublime en lo perfecto.
De tu creación Señor, tal vez sea así, perdóname, Señor, el duro atrevimiento
Desfrutaste de Niño, de María la ternura en su leche, y probaste, Señor, que era bueno
De tu creación, Señor, los senos, Oh Dios, son la sublimidad de lo perfecto.
El camino esencial para el encuentro.
Maracaibo marzo 2010.