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LEYENDA DEL CAFÉ

El café es punto de encuentro. La excusa perfecta para reunirse con los amigos o cerrar algún negocio. Cualquier ocasión es buena para saborear un buen café, solo o con leche, caliente o con hielo. Pero para realizar algo tan sencillo como es sentarse ante un café, oler su aroma y saborear su cuerpo, ha tenido que realizarse un largo y complejo proceso que comienza en la recolección y que condicionan la calidad final de cada taza.

España es un país cafetómano. Pocos productos tienen tanta aceptación en nuestro país como el café, una bebida que se toma a todas horas. Una prueba evidente es que es el sexto país consumidor en el mundo, por detrás de Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia e Italia.

Actualmente se consume café en el mundo entero y, junto con el petróleo, acero y trigo, ocupa figura a la cabeza del ranking de cifra de negocios en la exportación de materias primas.

La expansión del cultivo del café ha experimentado un crecimiento constante, especialmente en el último siglo, siendo Brasil, Colombia e Indonesia los mayores productores.

Orígenes legendarios
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El mundo del café es tan variado como apasionante. Los orígenes del consumo de café no están del todo claros, lo que ha dado pie a que sean muchas las leyendas que se cuentan en torno al origen del consumo humano del café.

Parece ser que su país originario fue Etiopía, donde, según cuenta una leyenda, fue descubierto de manera casual por un pastor de cabras de nombre Kaldi, al observar el estado de excitación en que caían las cabras que habían comido los frutos del cafeto.

Los mahometanos creen que fue Alá quien los envió por medio del arcángel San Gabriel. Pero la leyenda más atractiva es la que cuenta el extraño suceso que vivió un joven árabe llamado Hadki Omar cuando se dirigía en peregrinación a la Meca acompañando a su maestro Shandeli.

Al morir el viejo maestro a consecuencia del cansancio en la peregrinación, antes de expirar, dijo a Omar que cuando se desprendiera su alma del cuerpo, se le aparecería un espectro al cual debería obedecer en todo lo que le mandara. Así sucedió la noche siguiente, y el espectro, delante de los ojos asustados de Omar, hizo brotar una fuente de la cual debería llenar su cuenco y seguir su camino pendiente de pararse donde el agua empezara a agitarse, porque allí pasarían cosas prodigiosas.

Fue al llegar a la ciudad de Moka cuando Omar observó que el agua se agitaba, al mismo tiempo que veía cómo los ciudadanos de Moka padecían una enfermedad mortal extraña. Hombre de natural piadoso, adquirió fama de santo porque curaba milagrosamente los enfermos a quienes oraba sobre sus cabezas. Precedido por esta fama fue llamado a palacio para curar a la hija del rey. Omar curó a la princesa, pero se enamoró de ella con tanta pasión que se propuso raptarla y llevarla consigo. El rey se enteró de las intenciones del enamorado y lo desterró al desierto, en el que, para desdicha suya, sólo había una cueva donde pasar la noche y unas pocas hierbas de mal sabor con que satisfacer el hambre.

Una mañana, Omar oyó el trino de un pájaro que estaba apoyado sobre una rama de un extraño arbusto con flores blancas y un fruto rojizo oscuro. Decidió probarlo y lo encontró tan delicioso que a partir de ese instante fue su sustento diario.

Narra la leyenda que aquella planta era un cafeto y que, con sus infusiones, Omar no sólo consiguió sobrevivir en la soledad del desierto, sino que además observó que tenía la propiedad de curar ciertas enfermedades, lo que hizo que la fama de esta planta se extendiese por todas partes. Informado el rey de este prodigio, le permitió volver a la corte y le regaló un precioso palacio.

Y algo de historia
Lo que se sabe con seguridad es que el café se comenzó a cultivar y consumir en torno al siglo X, cuando el ejercito etíope comienza a exportarlo a los países cercanos. Asimismo, en el siglo XIII, el Islam lo extiende por los países afines, probablemente como sustituto del alcohol, prohibido por el Islam.

En el siglo XIV, los holandeses llevan las semillas a Indonesia, de donde pasa a Europa en el siglo XV a través de las tropas turcas. Su consumo fue tan grande que los europeos intentaron aclimatar el cafeto al continente, resultando infructuosos todos los intentos que se llevaron a cabo.

A pesar de que América ha sido donde mejor y más cantidad de cafeto existe, la llegada de esta planta al nuevo continente no tuvo lugar hasta el siglo XVIII, gracias a un oficial de la marina francesa llamado De Clieu. El oficial recibió el encargo de cuidar una planta de cafeto durante los meses de la travesía hasta la isla Martinica. La navegación fue dura, llegando incluso a racionarse el agua para beber. Según los datos que forman parte de la historia del café, el oficial tuvo que privarse en varias ocasiones de parte de su ración de agua para que el cafeto llegara vivo a su destino y pudiera ser plantado.

Existen mas de 60 especies de café, de las que sólo se cultivan diez. Solamente dos de ellas acaparan más del 90 por ciento de la producción mundial: Arábica y Robusta, a partir de las cuales se obtiene mezclas diferentes con sabores y olores intensos.

Cortesía de gibralfaro.net

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