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Literalia: Sumario, rescate de un inocente

Sumario (Caracas: Alfaguara, 2010. 754 p.) es la quinta novela de Federico Vegas. Y es todo un absoluto logro, dejará una honda huella en el proceso creador de la novela venezolana, en el curso de nuestra ficción política y en la reflexión sobre nuestro proceso nacional.

Con ella en nuestras manos estamos ante una novela que tiene varios significados: es una altísima obra literaria; es una obra de intensa riqueza; es una novela policial pues en ella se explora las razones de un asesinato cometido después de las ocho y media de la mañana del lunes 13 de noviembre de 1950, el único magnicidio cometido en Venezuela en la persona del comandante Carlos Delgado Chalbaud(1909-1950) presidente de la Junta Militar de Gobierno, copresidente de la República aquel día; se mira en la cara a un homicida, Rafael Simón Urbina(1897-1950); estamos ante una novela verdad pues todo lo que cuenta sucedió; estamos ante una novela histórica que reconstruye hechos sucedidos y ante novela-reflexión sobre el país, de allí la doble faz de su título, cosa que analizaremos más adelante.

Todos los personajes de Sumario son reales, y casi siempre aparecen con sus nombres propios con las excepciones del Secretario del Tribunal, un estudiante de derecho, “un temerario personaje de 23 años involucrado en la investigación de un magnicidio”(p.89), que será el autor de la novela, también es de ficción su familia, entre ellos su hija Emiliana, figura tan central en la trama como él, la recreación de la bella relación padre-hija es uno de los ejes de Sumario y de honda belleza en la trama, tanto como siempre son las relaciones de los padre varones con las hijas hembras; el Juez aquí llamado Albornoz Díaz(en verdad  se llamó José Muñoz Rueda), el Fiscal y el periodista son personajes inventados.

 

LOS GRANDES MOMENTOS

Tiene desde luego Sumario sus grandes momentos, sin duda memorables. Para nosotros son:

1)la declaración de la viuda del presidente muerto;

2)el encuentro entre el Secretario del Tribunal con la hija de Urbina y el amor que se prende entre ambos, de hecho ficción, pero que sostiene el discurrir por toda la belleza de aquel encuentro entre un hombre y una mujer joven, bella y lacerada por aquellos hechos; 3)toda la relación entre el Secretario con su hija que lo impulsa a escribir el libro que él desea concebir, obra que es la misma novela que leemos(p.261);

4)todo lo que se refiere al hecho de que las culpas de los padres, sobre todo de Urbina, no puede ser atribuida a los hijos, pese a que terminan siendo víctimas: de la acción de uno: el delincuente y los otros de las consecuencias de la perdida del padre;

5)todo el capítulo ”En los márgenes de Avicena”(p.503-510), en donde el novelista investiga y aclara todos los plagios de Francisco Franco Quijano(1896-1973) en su juventud, preámbulo de los fraudes electores de los cuales fue padre en la Venezuela lopez-medinista(no se extrañe el lector que muy pronto en el lobby del CNE chavista lo honren con un busto, y que me perdone nuestra inolvidable Marianela Russa, su nieta justiciera, caída en el holocausto de Tacoa(1982), por la afirmación).  Hombre siempre empujado al delito fue Franco Quijano lo que lo llevó también a ser unos de los cómplices de Rafael Simón Urbina en el asesinato del comandante Delgado, fue, como se nos muestra en Sumario, el sendero suyo desde el plagio intelectual hasta la eliminación física de su ser humano, atentados ambos. Este capítulo es impecable desde el punto de vista de la presentación y crítica erudita de unos textos en los cuales el ya malhechor Franco Quijano llegó a inventar unos textos apócrifos de un poeta que no había existido y unos poemas que este nunca escribió, los inventó él. A ello se refiere también Germán Arciniegas(1900-1999) en El Caballero de El Dorado(Madrid: Revista de Occidente, 1969,p.233).

6)También se refiere el novelista a la significación que puede tener un gran orador en la vida pública de un país. Lo hace con relación a Marcos Pérez Jiménez(1914-2001), quien nunca lo fue, quien en verdad fue el gran beneficiado del crimen cometido por Urbina. Leemos con relación a la oratoria: “ese olfato profético que permite usar las palabras justas ante obstáculos que a los demás parecen insuperables y convertir una ramplona incompetencia en febril omnipotencia” (p.369). Y se interroga: “¿A dónde hubiera llegado Pérez Jiménez si hubiera sido un gran orador?”(p.639). Curiosamente grandes oradores siempre han sido en nuestra historia los líderes democráticos: Antonio Leocadio Guzmán(1801-1884), José Manuel Hernández, el Mocho(1853-1921), Jóvito Villalba(1908-1989), Rómulo Betancourt(1908-1981), Rafael Caldera(1916-2009): fueron a ellos a quienes siguieron las masas en el siglo XIX y en el XX. Eduardo Calcaño Panizza(1831-1904) fue el gran orador del guzmancismo. Después están los grandes charlistas como José Gil Fortoul(1861-1943) o Ramón J.Velásquez(1916) de quien una dama dijo, después es oírlo, que no había escuchado a nadie hablar de la manera como lo hace el gran gocho desde que había escuchado disertar al doctor Gil Fortoul; también hay que registrar los grandes oradores sagrados como el obispo Mariano Talavera y Garcés(1777-1861) en los días de la Independencia y en los años sucesivos; el padre Carlos Borges(1882-1932) o el cardenal José Humberto Quintero(1902-1984), primer orador del país después del padre Borges. Fallecido el arzobispo caraqueño, fue sin duda Manuel Alfredo Rodríguez(1929-2002) nuestro primer gran orador, el del verbo conmovedor.

7)Hay a lo largo de varios pasajes de Sumario observaciones sobre la presencia de los civiles en nuestra vida política. Y como la historia se escribe desde el presente y mirándolo hay esta observación sobre estos días trágicos que vivimos:”En este país los civiles ya no sabemos qué queremos. Ahora ya sabemos en qué estamos montados. Volvimos a Gómez. Van a decir que es otra cosa como si fuera un mérito ser distinto cuando es imposible ser igual. ¿Sabes cómo se justifica ahora lo injustificable? Ya no se argumentan ‘razones de Estado’, simplemente te miran y murmuran con una sonrisa amenazante: ‘cuidado con una vaina rara’…lo cierto es lo que pasa y mientras pasa…Esta gente pasará y dejará una estela de mentiras, pero ahora son dueños de las verdades impuestas por los hechos”(p.685). Esto demuestra otra vez que la historia se escribe desde el ángulo, desde el sitio, en donde estamos parados, desde el presente.

8)La observación, también válida, de que al hacer lo que hizo Rafael Simón Urbina el día del magnicidio destruyó dos familias: la suya y la de los Delgado Levine y los Delgado Jomeau.

 

EL TITULO

El título de esta novela, Sumario, tiene dos caras: una real y otra metafórica. La real es el Sumario compilado por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Penal del Distrito Federal, situado entre las esquinas de Bolsa a Padre Sierra, siempre lo citaremos en mayúscula. El segundo es el sumario del país que establece el novelista que aquí se citará en minúscula, es parte del sumario nacional que cada día hay que seguir haciendo, es el que nos lleva a la pregunta fundamental, gravísima: por qué el país ha fracasado siempre, sobre todo políticamente, pese a las intenciones de sus mejores dirigentes, con el Libertador a la cabeza y  después de 1830 hombres tales como Páez, Guzmán, Gómez, López, Medina, Betancourt, Caldera, Velásquez: ¿qué es lo que nos ha sucedido?¿Qué es lo que nos pasa? Ese el sumario que hay que hacer, porque hemos fallado en donde todos los políticos de otros lugares, entre ellos varios del llamado Tercer Mundo, han establecido sociedades modernas, tal es el caso de la India(1947) o del Japón(1945), sociedades democráticas tan antiguas como la venezolana, formadas las tres en el siglo XX. Y decimos la India, por ejemplo, siguiendo el periplo político impulsado por Mahatma Gandhi(1869-1948) puesto en práctica por Jawaharial Nehrú(1889-1964), su hija Indira Gandhi(1917-1984), el hijo de ella Rajiv Gandhi(1945-1991) y la propia contribución, singular, de la nuera de Indira, Sonia Gandhi(1946) viuda de Rajiv, asesinado como su madre, pese a eso, en una sociedad complejísima como la hindú, como nos lo permitió comprender el mexicano Octavio Paz(1914-1998) en sus Vislumbres de la India(Bogotá: Seix Barral, 1995.221 p.), nunca la democracia se ha perdido y el progreso ha continuado. Allí está la gran pregunta que nos presenta Sumario, hecho por medio de la historia de un venezolano singular como Delgado y el levantamiento de su cadáver, asesinado por un siniestro falconiano de la estirpe asesina de José Tomás Boves(1782-1814), historia que traza Vegas con mano maestra en este esencial libro. Por ello no tenemos dudas que como novela política suscitará la misma atención y tendrá el mismo impacto que la que rodeó y rodea a El pasajero de Truman(Caracas: Mondadori,2008. 305 p.) de Francisco Suniaga.

 

AQUEL DIA DEL ESTUPOR

Tal fue para los caraqueños aquel lunes 13 de Noviembre de 1950, sobre todo desde que corrió la noticia de que el Presidente de la República había sido asesinado en una quinta de la urbanización Las Mercedes. Aquello sucedió en “una Caracas paralizada y frenética, conmovida e indiferente, llena de escándalo e ignorancia”(p.40).

Todavía hay personas vivas que recuerdan ese día. Y otros, como nuestro papá, quien por tener amistad con un alto funcionario del gobierno pudo estar presente en el Salón Elíptico en el momento en que trajeron el cadáver de Delgado para velarlo y rendirle honores. Estaban presentes los otros dos comandantes, Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez(1913-1977), a quienes vio verdaderamente asustados por lo sucedido, de hecho usó una palabra de germanía cuando nos narró el hecho. De hecho el asesino, sin duda empujado al hecho desde el alto poder, se le había ido la mano en su acción. Por ello Pérez Jiménez dio la orden de eliminarlo, una vez que don Hernán  Gabaldón, Prefecto de Caracas aquel día, logró sacarlo de la Embajada de Nicaragua. Por cierto, como Gabaldón  nos contó años mas tarde, si bien él ante Urbina se había despojado del arma tenía otra en la espalda escondida: fue previsivo, sabía la fiera a la cual se enfrentaba, pero en aquel momento pudo más la inteligencia de Gabaldón que la vesania de Urbina, quien estaba herido.

También recuerdos de esos que hacen mella siempre hemos conservado en la memoria, pese a tener aquel día menos de cinco años, el entierro de Delgado que vimos desde la casa de la familia Mayz, amiga de la nuestra, situada en la esquina de Corazón de Jesús por donde pasó la gran marcha militar, con la urna de Delgado sobre una cureña, los cadetes en uniforme de gala, en perfecta formación y escuchándose las marchas militares mientras andaba el cortejo. Fue algo que la sensibilidad del niño que fuimos nunca pudo olvidar. Es nuestro recuerdo más antiguo, siempre nos recordamos tras los balaustres de la ventana mirando aquel espectáculo marcial.

 

EL LIBRO DENTRO DEL LIBRO

Sumario es presentada antes sus lectores como las “Anotaciones”(p.7) al Sumario del juicio. De allí que sea correcta la observación del narrador:“¡¿Qué devueltas dan los papeles en las tormentas!”(p.708). Y ello porque el Sumario del juicio seguido a las personas indiciadas de haber cometido el asesinato del coronel Carlos Delgado Chalbaud, presidente de la Junta Militar de Gobierno(Caracas: Oficina Nacional de Información y Publicaciones, 1951. 667 p.) las dio. Circuló como papel oficial que era y luego por orden del gobierno fue sacado de toda circulación, se convirtió en un impreso prohibido por la dictadura, su circulación que la tuvo, y mucha, fue clandestina. Nosotros pudimos leer el Sumario en un ejemplar en se logró poner nuestro padre, desgraciadamente con el tiempo lo perdimos, no sabemos cómo: ¿lo prestamos y no nos fue devuelto?: quizá. “Libro prestado perdido o estropeado” leímos un día en un azulejo en tierras de Andalucía. Pero el Sumario…es considerado entre los libros prohibidos durante aquella autocracia, así lo catalogó nuestra Biblioteca Nacional(ver “Autores, libros, colaboraciones censurados por el gobierno de Marcos Pérez Jiménez” en Anuario bibliográfico, 1949-1954. Caracas: Biblioteca Nacional, 1960,p.269, ficha n/ 6720).

El Sumario, leemos en la novela, “se escribió para que fuera imposible leerlo”(p.89), es un “peligroso caos de verdades y mentiras”(p.169); dice un personaje: “escuché que había sido impreso. Tenía la extraña reputación de que había sido publicado solo para que nadie pudiera decir que Pérez Jiménez le temía a la información que había recopilado Albornoz…Algo que solo se atrevía hacer el gobierno, el único con músculo para aguantar la pérdida que implicaba realizar un truco de magia: imprimirlo, mostrarlo y, en seguida, sacarlo de circulación”(p.96). El Sumario se puede estudiar hoy en día, cuando es tan difícil encontrar sus ejemplares, a través de la cuidadosa síntesis hecha por Nicanor López Borges en El asesinato de Delgado Chalbaud: análisis de un sumario(Caracas: Ediciones Centauro, 1971. VII,473 p.).

 

LA ENTRAÑA DE LA NOVELA

Hace poco se hacía esta pregunta la sagaz periodista Milagros Socorro: “¿Por qué las gracias y maravillas de la geografía venezolana no aparecen también en nuestra vida política?”. Tomamos tales palabras como nuestra idea-guía, al emprender ahora el análisis de la magna novela que es Sumario, eso es lo que deseamos, ¡qué Dionisios nos ilumine!.Lo decimos porque la única manera de entender un libro es como acto amoroso de comprensión, y Dionisios(o Baco en el mundo latino) es el dios del amor.

Explorar este rico libro es internarse en la esencia, siempre angustiosa, de Venezuela. Por ello leemos:   “Aquí hay que encontrarle explicación a la buena y a la mala suerte, a las buenas y a las malas intenciones”(p.21), “Pero no puedo hablar de premoniciones usando los lejanos recuerdos de quien ahora conoce a fondo qué sucedió esa mañana”(p.24-25), es necesario “enfrentar con cordura la confusión que reinaba…papá confirmaría que la patria estaba dominada por unas fuerzas diabólicas que debía enfrentar solo. La absoluta maldad era la única explicación y, ante tamaña maldición, ¿de qué servía la sensatez?”(p.25), “La locura del país siempre ha sido su preocupación, su explicación histórica y la pata que cojeaba”(p.26), “Nos metieron un magnicidio por la garganta y a la semana a nadie le dolía”(p.27), “Concebí la muerte de Delgado como algo que solo Dios y la historia podían juzgar”(p.30), “Comencé a sentir que había ocurrido algo tan total y absoluto que no dejaría estela”(p.34-35), “Lo que alguien pudo ver antes que nosotros nos ayuda a entender lo que vamos viendo”(p.38), “le pregunté directamente cuánto tiempo creía que tomaría levantar el futuro sumario…Lo que nos queda de vida”(p.39). Y ello, ya lo hemos advertido, “la aventura del sumario”(p.40) es doble: la del asesinato y la del país.

Un paréntesis: Fue el de Delgado, lo sabemos bien hoy, el único magnicidio cometido en el país pues la muerte del presidente Francisco Linares Alcántara(1825-1878), fallecido en ejercicio de la presidencia, no fue como consecuencia de un acción para eliminarlo con veneno sino “que se trató de una afección aguda de las vías respiratorias, posiblemente un proceso neumónico agudo”, esto lo estableció con detalle el médico-historiador José Rafael Fortique(Crónicas médicas. Maracaibo: spi, 1977,t.II,p.115).

En medio de todo aquel suceso del asesinato del comandante Delgado, dice el secretario del Juzgado, protagonista de la trama y autor de la novela: “Mi padre buscaba en las páginas del periódico no solo lo que se decía, también lo que faltaba”(p.43) y ello porque entre nosotros en aquellos días de censura de prensa era necesario “el arte de adivinar”(p.43), “El también aceptó con desesperación una doctrina semejante a la tártara que nos convierte a los venezolanos en nuestros peores enemigos, y bien capaces de devorarnos junto a nuestras mejores oportunidades”(p.45). Y todo ello antes de que llegaran al Juzgado “los temibles Carlos Mijares, Domingo Urbina y Pedro Díaz a contar como se asesina a un Presidente”(p.341).

Hay en la trama tres sobrevivientes: “la incansable María Isabel[Caldera de Urbina], el inmortal [Jorge]Maldonado Parrilli y yo[el secretario]”(p.350).

Pero todo fue tramado por Pérez Jiménez, de eso no creemos quede duda ya hoy, tanto analizando Sumario como estudiando el caso en los libros de historia e incluso en las autobiografías(Bhilla Torres Molina: Rafael Simón tremendo guerrillero; Norman Dupray, seudónimo de Juan Bautista Fuenmayor, Aves de rapiña sobre Venezuela; Laureano Vallenilla Lanz: Escrito de memoria y Razones de proscrito; Pedro Díaz: Yo maté a Delgado Chalbaud, confesiones a Oscar Yanes; Leonardo Altuve Carrillo: Yo fui embajador de Pérez Jiménez; Carlos Capriles Ayala: Pérez Jiménez y su tiempo; Ocarina Castillo: Carlos Delgado Chalbaud; Carlos Alarico Gómez: Pérez Jiménez, el último dictador; Manuel Felipe Sierra: Marcos Pérez Jiménez). Todo nos lleva a Pérez Jiménez como autor intelectual, como quien empujó a Urbina. Además entre sus oficiales cercanos había una atmósfera proclive al hecho, como lo vio el historiador José Antonio de Armas Chitty(1908-1995) hace décadas. Ello lo llevó a escribir que el crimen “fue estimulado desde altas esferas por elementos de tercera o cuarta categoría”(Historia de la radiodifusión en Venezuela. Caracas: Cámara Venezolana de la Radiodifución, 1975,p.106). Y ahora existe el testimonio de Eddie Ramírez relativo al oficial Félix Román Moreno quien se refirió a Delgado diciendo que era un problema que no habían encontrado como resolverlo(“Reminicencias de la penúltima dictadura”, www.eluniversal.com: Caracas:Enero 26,2010). Y siempre el nombre del coronel Carlos Pulido Barreto aparece una y otra vez en los papeles que se pueden leer.

Es por ello que es correcto lo que leemos en Sumario: “Pérez Jiménez usó a Betancourt hasta el 48 y a Delgado…hasta el 50. No puede haber sido tan tonto”(p.634). En verdad fue excluyendo a Betancourt, a Gallegos, a Delgado y haciendo el fraude de 1952 como logró quedarse con todo el poder, su verdadera aspiración. Llovera Páez siempre estuvo a su lado.

María Isabel Urbina Caldera, la hija de Rafael  Simón, sabía que aquel, Pérez Jiménez, “era el hombre que asesinó a su padre y la encerró junto a su madre y hermanos”(p.637). La esposa de Urbina había tenido una participación marginal en los hechos: había llevado a su esposo hasta la quinta Lois, en el Country Club, residencia de Delgado Chalbaud, el día del secuestro y asesinato. Pero los hijos de ambos, los Urbina Caldera, no tuvieron nada que ver, sin embargo fueron todos detenidos.

En verdad Delgado, quien intuía lo que se tramaba, en ningún momento tuvo la protección requerida. Que se daba cuenta de que se tramaba contra él era un hecho, es lo que explica su conversación con Laureano Vallenilla Planchart(1911-1973), casa precisamente de Pulido Barreto, el 4 de Noviembre, nueve días antes del homicidio, en donde le dijo a su amigo: “A veces me pregunto que será de esos pobres muchachos…cuando yo desaparezca”. A lo que Vallenilla le contestó: “En ese sentido no tienes razones para inquietarte…Eres joven todavía y te quedan largos años de actividad”. Delgado le dijo al escucharlo: “¡Quién sabe!…Venezuela es un país de sorpresas y no puedo adivinar como terminará todo esto para mi. Un elevado porcentaje de la asistencia a esta fiesta es de enemigos míos. Observa la hostilidad y reserva de muchos. A mí no se me acoge con entusiasmo y cordialidad”. A lo que añadió Vallenilla, hombre de la misma procedencia, formación y educación del Delgado: “Quizá obedece ello…a tu condición de Presidente de la Junta, a tu carácter, a tu educación distinta…Quizá, conviene él, mientras enciende otro cigarrillo con su yesquero de oro”(Escrito de memoria. Versalles: Lang Grandemange, 1961,p.318). Tremendo palique aquel. 

Y la eterna pregunta que siempre ha sido formulada, porque Delgado era un hombre de excepción,“Quizás Delgado fue asesinado justo cuando estaba por crear una nueva y verdadera democracia”(p.581). Ha señalado el historiador Antonio García Ponce(1929) un error del PCV de aquellos días, “no saber diferenciar a un grupo de gobernantes, entre los cuales figuraban Luis Emilio Gómez Ruíz(1911-1966), Augusto Mijares(1897-1979), Manuel R.Egaña(1900-1985) y otros, que rodeaban a Carlos Delgado Chalbaud en su deseo de emprender una gestión menos autoritaria que la preponderante, auspiciada por Pérez Jiménez y…Llovera Páez”(Sangre, locura y fantasía. Caracas: Editorial Libros Marcados, 2010,p.13-14). Gómez Ruiz era primo de Delgado al igual que el poeta Juan Liscano(1914-2001). Esta misma idea fue remachada por su ministro Gerardo Sansón cuando expresó, “Delgado era un hombre extraordinario, de una capacidad increíble de análisis, perfectamente práctico. Sabía tomar decisiones con mucha energía. Era muy culto, muy liberal, muy demócrata. Eran tan honesto que exageraba. El rumbo de Venezuela cambió con su muerte”(p.623).

Ahora la gran pregunta de la novela es esta: “El verdadero misterio de ese magnicidio es por qué nunca a nadie le interesó saber la verdad”(p.703), “¿Te imaginas todo lo que no sabemos?”(p.751) dice un personaje. El enigma nos ha recubierto tanto como el verdadero nombre de la madre el general Manuel Carlos Piar(1774-1817) otro de nuestros grandes interrogantes, sabemos que no era curazoleño ni hijo de Marisabel Gómez, su madre era una mantuana y que él se consideraba hijo de Príncipe es tan verdad que el propio Libertador lo dice en el acta de acusación que lo llevó al patíbulo. Preguntas sin respuestas como aquellos mantuanos que incineraron la segunda parte de Oviedo y Baños? ¿Enigmas de Venezuela?

 

VENEZUELA

Hemos señalado que si hay un hecho fundamental en Sumario es su meditación sobre los avatares de Venezuela. Aquí se hacen numerosas preguntas sobre el país, sobre su pasado y su presente, trazadas desde aquel día de 1950 que dio nacimiento a este libro.

Muchos condenaron a Delgado y escondieron luego la verdad. Por ello en una hoja encontramos: “Dios nos perdonará, pero nosotros no podemos perdonarnos. Tenemos que seguir viviendo así, entre el perdón celestial y los remordimientos de nuestra conciencia”(p.45).

Tenemos “esa sensación de que todo ya está escrito con puño férreo y letra firme por una fuerza superior, y lo único en nuestras manos es esculcar, parlotear”(p.60). Así  mal del país es esta expresión Leonardo Altuve Carrillo(1910-2002): “¡Nómbreme a mi y me limitaré a cobrar el sueldo y hacer lo que usted diga!”(p.171).

Somos un país “de enfermiza desconfianza”(p.323), lleno de suspicacia, incapaces de comprender al que tiene talento y probidad. Los condenamos, no creemos que sea posible que hayan hecho lo que dejaron plantado. Sucede lo que dijo Napoleón Ordosgoiti: “En Venezuela cuando alguien desea surgir, bien en la política o las artes, inmediatamente comenzamos a tejerle su Corona de Espinas y su Gólgota”(Gallegos: el poder y el exilio. Caracas: Domingo Fuentes y Asociados, 1984,p.229), por cierto el maestro Rómulo Gallegos(1884-1969) aprobó el aserto de su secretario. Ello sucedió a Delgado.

Es tan grave que “Nuestra historia está llena de perdones que se alimentan del olvido más que la piedad, de una mala memoria que se basa en la flojera más que en la falta de rencor. Requiere de tanto esfuerzo mantener el odio que un día se consideró justo”(p.398).

“En enero de 1958, nadie pensaba que volveríamos a olvidar la plaga que son los militares en el gobierno, tan efectiva y veloz al principio como destructiva y ciega al final. A los diez años(1968) se comenzó a decir que Pérez Jiménez solo encarcelaba a los que se metían con él, que entonces había orden y progreso, y el dictador llegó a ser elegido Senador de la República”(p.398).

Hemos sido incapaces de comprender: “’Fundamentar una democracia en tanto petróleo, es como mantener un hogar con la prostitución de la madre’. Nada puede basarse en el carburante que los destruye,y,…el petróleo es vitamina para las dictaduras y toxina para las democracias”(p.401), del allí el apotegma de Aníbal R.Martíenez según el cual el petróleo le ha traído a Venezuela “tanto don como daño”. O, quizá comprender, un hecho tan grave como “en el país los militares no toman el poder, lo recogen por el suelo”(p.406).

 

HISTORIA

El no escuchar las lecciones de la historia ha sido hecho que siempre nos ha llevado al precipicio.

“Nunca le creas a lo que dicen que no tenemos historia, ¿cómo no tenerla? Carecemos es de registros. Deja siempre constancias fidedignas de tus actos, esa es la verdadera honestidad”(p.327), lo que explica nuestra nuestros escasos libros de memorias escritos por los protagonistas. Y lo peor que es sin conocer la historia no se puede hacer política certera porque es ella la que nos hace comprender el país, la que nos permite hacer el diagnóstico preciso para gobernar.

 

LA PRUDENCIA

No hay prudencia en la acción pública pese a que es esencial. Seremos otros cuando comprendamos que “Debemos ser recios, perseverantes, humildes, circunspectos. La prudencia nadie la celebra cuando actúa y todos la padecen cuando se ausenta; no sueña cuando habla pero es estruendosa cuando calla”(p.666). La prudencia, aconsejada siempre por Nicolás Maquiavelo(1469-1527). La prudencia es “el lenguaje del coraje”, expresó el político español José María Aznar.

Ver los dos polos, los ideales y los medios: “Debemos buscar un equilibrio entre nuestro ideal de justicia y los mediocres medios con que contamos. Tenemos que evitar la hipocresía de los puritanos y el cinismo de los maquiavélicos”(p.667).

 

REALISMO ATROZ

Siempre se ha gobernado en Venezuela con lo que Francisco Herrera Luque(1927-1991), lúcido conocedor de nuestra realidad, llamó, en Los cuatro reyes de la baraja(Caracas: Grijalbo,1991,p.49), “realismo atroz”, que se fundamenta en lo que leemos en una pasaje de Sumario, “Uno no tiene lo que merece sino lo que negocia”(p.683). Y ya sabemos a donde nos ha llevado el negociarlo todo: solo al tener más y no al ser más, que es lo que deberíamos buscar. La expresión también es de Herrera Luque en Los amos del valle(Barcelona: Pomaire, 1979,t.IIp.236 y 343), para él el ser más en vez de tener más la encarnaron Francisco de Miranda(1750-1816) y Juan Germán Roscio(1763-1821).

 

DELGADO CASO PSICOLOGICO

INTENTO DE PERFIL

El personaje central de Sumario es Carlos Delgado Chalbaud, en verdad era Delgado Gómez pero prefirió usar los apellidos de su padre.

Delgado fue un caso psicológico digno de todo estudio. Vivió siempre bajo el peso de un gran drama personal, es por ello que no es casual las numerosas citas de William Shakespare(1564-1623) que encontramos en esta novela: es así en donde está la explicación de muchos de sus avatares, de sus contradicciones, del por qué se entregó inerme al sacrificio.

Era “flaco y alto”(p.34), con “voz de fumador”(p.591), ”es un hombre bien parecido… mirada inteligente…serena espiritualidad…su mirada de especulativo ensayista”(p.49), ”hablaba cuatro idiomas, silbaba canciones de Edith Piaf y arias de Puccini, podía calcular un puente y brincar un obstáculo con un pura sangre, sabía de guerras químicas y lograba que un soufflé de queso levantara, leía a Voltaire y Rosseau, recitaba versos de Restif de la Bretonne y seducía a las mujeres gracias a su contenida tristeza”(p.127), de hecho su última amante perdió al razón al saber que había fallecido. Y así: “Un hombre de tanta interioridad tiende a encerrase cuando no se siente comprendido”(p.127).

Fue “un hombre que dudaba mientras los demás bajaban la cabeza y embestían”(p.163). Delgado en su vida tomó su propia ruta, personal, “hasta que un buen día…participa en una conspiración contra sus propios amigos, ‘acompañado de gente que ni lo entiende ni lo quiere’. Y luego en un segundo golpe, termina de número uno en la pirámide del poder”(p.165), reaccionaba en 1948, según sus propias palabras en uno de sus últimos discursos, contra “un régimen, como es el caso del que presidimos, se ha formado por la exigencia de la colectividad amenazada de perturbación y desenfreno, atendiendo al clamo público para impedir la aniquilación del país”(p.59),” Ahí tiene ustedes por qué Delgado se sumó a la Unión Patriótica Militar dos semanas antes del golpe: creyó que podía poner orden, hacer prevalecer la razón, incluir a la Europa que llevaba a cuestas, abrir las puertas en vez de cerrar las ventanas. Pero también lo movía ese brazo vengador que quería renovar el fondo del mar y redimir todo lo que el dictador[Gómez] le había quitado a su padre…El pasado iba a reaparecer con la factura que nadie había querido pagar ni cobrar. Fue un absurdo, pero los absurdos también empujan la historia. A Carlos ese oficio de conductor de lo inevitable lo terminaría matando”(p.527-528).

En esta importante cita hay dos hechos dignos de todo análisis, sin ellos nos se puede entender a Delgado: la reinvindicación de su papá, Román Delgado Chalbaud(1882-1929), padre, al que apenas conoció: lo vio hasta los cuatro años cuando el dictador lo mandó preso a La Rotunda, volvió a encontrarlo en París cuando tenía diez y ocho años, lo perdió al año siguiente, pero la figura del padre fue lo que movió su vida entera.

Y lo segundo, soñado en medio de aquellos monstruos, encabezados por Pérez Jíménez, “hacer prevalecer la razón” en la política si bien fue su proyecto, desgraciadamente fue otro imposible, una utopía. Terminaron sacrificándolo como entre nosotros se había hecho en 1812 con Miranda y con otros venezolanos de alto relieve como Delgado y ello porque siempre Venezuela ha sido mala madre de sus mejores hijos, cosa que se puede ver en la Meseniana que dedicó Juan Vicente González(1810-1866) a Andrés Bello(1781-1865) al tenerse en Caracas la noticia de su deceso. Y no sólo fueron Miranda, Bello o Delgado: hay muchos otros. Lo que se ha hecho entre nosotros siempre ha sido enaltecer a los peores y rebajar, no escuchar, a los mejores. De allí el verso de Andrés Eloy Blanco(1896-1955) de que a Venezuela “el hijo bueno se le muere afuera y el malo se le eterniza adentro”. La historia de esos malos hijos, de los “pobres diablos” que dijo Augusto Mijares, de los “venezolanos efímeros” que dijo Herrera Luque está por hacerse: algún día una colección de siluetas de nuestros mejores hombres y mujeres deberá tener un capítulo final: “Los malos hijos de Venezuela”, podría ser su título. Y el epígrafe de tal capítulo debería ser la cáustica idea, como muchas de las suyas, del doctor Gustavo Herrera(1890-1953), “La lógica histórica no es aplicable a nuestro país. Allá triunfan los incapaces y se persigue a los dignos”, así lo recoge Vallenilla Planchart al sintetizar un diálogo neoyorkino con aquel gran venezolano. Al menos un liceo lleva su nombre, pero hasta ahora nadie ha escrito su biografía y bien que lo merece aquel gran hombre de Estado que fue Gustavo Herrera.

Quizá por ello tiene hondo valor para examinar a este venezolano de excepción que fue Delgado lo que le dijo un amigo: “Carlos…acuérdate que tu solo aciertas cuando te pones fatalista”(p.166). Fatalista estaba en el diálogo con Vallenilla Planchart, su amigo desde los días de estudios parisinos, pese a ser Laureanito, como siempre se le llamó entre sus amigos, el hijo del ideólogo del gomecismo y Delgado el hijo del insurgente. También trabó amistad con ellos en esa misma época Arturo Uslar Pietri(1906-2001) quien también estaba en París en aquellos tiempos, ejercía un cargo diplomático. Delgado fue cercano confidente de Vallenilla y al regresar Uslar del exilio, al cual fue enviado por los autores golpe octubrista, Delgado entre ellos, Delgado lo llamó a Miraflores y le dijo que podía escoger entre ser embajador en Washington o en París, don Arturo que tras el duro exilio tenía tanta “hambre de Venezuela”(Felipe Massiani: Geografía espiritual. 2ª.ed. Caracas: Ministerio de Educación, 1949,p.9) prefirió quedarse en Caracas. Vallenilla Planchart en verdad es uno de esos personajes bien difíciles que nuestra historia en el siglo pasado: no se le pueden perdonar todo lo que hizo para sostener, junto a Pedro Estrada(1906-1989), otro de la estirpe de Boves, la dictadura de Pérez Jiménez, pero sus testimonios son insoslayables como testigo y protagonista. Fue a él a quien el general Isaías Medina Angarita(1897-1953), en un palique sostenido caminando por el Central Park de Nueva York, lo empujó a venir a Caracas a calentarle la oreja a Pérez Jiménez para que diera el golpe que sacara a los adecos del poder(Escrito de memoria,p.270). Eso hizo Vallenilla. Pero a la vez como intelectual nos resulta hombre de primera línea tanto en sus obras políticas como en sus novelas, la bella evocación de su ciudad natal en Allá en Caracas(Caracas: Tipografía Garrido,1948 355 p.) o Fuerzas vivas(Madrid: Editorial Vaher,1963. 282 p.), diatriba contra los ricos de Caracas que dieron la espalda a la autocracia, novela erótica también, de las pocas que se han escrito entre nosotros, con su fascinante personaje femenino. Ya pasado más de medio siglo de la caída de Pérez Jiménez es hora que se vuelvan a reeditar sus libros, Escrito en memoria en edición crítica. Es del propio Vallenilla esta opinión sobre su amigo Delgado: “Carlos era como nosotros, con los mismos gustos, las mismas costumbres. No acercaban la educación y los recuerdos. Podíamos hablar con él de literatura, de gastronomía, de música, de vinos. Nos unía la influencia de Francia. Hubiera podido ser un importante arquitecto…Prefirió el peligro”(Escrito de memoria,p.327).

 

SUS PARADOJAS

Cuando se examina la personalidad de Delgado, como se hace en Sumario, es  imposible no ver un hecho decisivo: “las enormes limitaciones que tienen los hombres que carecieron de infancia”(p.477) porque la infancia lo es todo. Nadie logra ser feliz y equilibrado en la vida sino ha tenido una infancia dichosa, sino ha sido amado por sus padres. Todo nos viene de la infancia: la luz y las sombras. A Delgado le llegaron tinieblas de ella por apenas haber conocido al padre quien estuvo preso la mayor parte de ella. Y su madre doña Luis Elena Gómez Velutini no pudo compensar aquella falta, entre otros hechos porque padre y madre son siempre necesarios. Así durante los catorce años(1913-1927) que tuvo preso el padre estuvo lejos, no pudo a su lado mientras creció, cuando se asomó “a la trágica y dulce aventura de la adolescencia”(Uslar Pietri), a los momentos decisivos del encuentro con la sexualidad, al crecimiento, a la toma de decisiones fundamentales de lo que seremos en la madurez. Solo estuvo junto a al padre seis años, separados por los catorce del cautiverio. Lo amó de lejos, lo admiró por su sacrificio, pero apenas lo conoció, aunque estuvo en Cumaná el día de su insensata muerte: no podía triunfar en su intentona el General: el general Gómez tuvo todos los hilos en su mano aquel 11 de Agosto de 1929. De allí que el hijo haya vivido su vida entera en el afán de rescatar la acción del padre y hacerle justicia. Aunque es fácil darse cuenta, sobre todo aquel que estudie la figura de Delgado Chalbaud padre, que de haber llegado al poder, de haber derrocado a Gómez, cosa más que imposible aquel día, y desde mucho antes, Delgado Chalbaud habría gobernando como un caudillo más, no creemos, su formación personal así nos lo indica, que para nada habríamos tenido con él en la presidencia un régimen democrático de libertades públicas. Incluso era imposible pese a la presencia de destacados jóvenes de la generación de 1928 como Rafael Vegas(1908-1973) o Armando Zuloaga Blanco(1905-1929), quien perdió la vida en el combate de aquel día en la Calle Larga de Cumaná. Incluso no tenía sentido el hecho de que aquellos jóvenes universitarios se hubieran unido a Delgado Chalbaud, era un contrasentido. Rafael Vegas terminó comprendiéndolo claramente y orientó su vida hacia otros senderos, verdaderamente creadores en su caso.

Incluso la presencia de dos jóvenes marxistas en asalto a Curazao(Junio 8,1929) ese mismo año, Gustavo Machado(1898-1983) y Miguel Otero Silva(1908-1985), es un contrasentido porque el mando lo llevó de Urbina aquel día, quien no era más que gamonal cerril, un hijo de la violencia.

Todos los insurgentes de aquel año 1929 fracasaron, tanto Delgado como Urbina, al igual que Norberto Borges, en el Tuy, como el general José Rafael Gabaldón(1882-1975) en la región trujillana.

En verdad desde 6 de Febrero de 1928 se había abierto otro sendero para la política en el país: la propia de los partidos políticos y del debate público, de allí en 1931 se formaran tanto Ardi, el primer núcleo de lo que sería Acción Democrática, en Colombia, con el Plan Barranquilla(Marzo 22,1931), esto bajo el liderazgo de Rómulo Betancourt(1908-1981). También se formó el Partido Comunista dentro del país, en cuya cabeza se encontró Juan Bautista Fuenmayor(1905-1998).

Así Delgado sin el padre no vivió procesos interiores que son básicos en toda persona humana: “Esos clásicos pasos de la adoración por el padre durante la infancia, al parricidio en la juventud, y al respeto y la añoranza por el anciano en la madurez”(p.42), eso no llegó a vivirlo. A veces los sustituyó por figuras paternas. José Rafael Pocaterra(1889-1955) fue uno. Por cierto el grande hombre que fue Pocaterra es denigrado en esta novela, es imposible que haya sido lo que aquí se dice de él que es de todo punto de vista injusto(p.521-522): Pocaterra fue un hombre de inmensa autenticidad y fue mucho lo que sacrificó en su rebeldía anti gomecista, de hecho el más grande testimonio de aquellas luchas son sus Memorias de una venezolano de la decadencia(Bogotá: Editorial Colombia, 1927. 2 vols). Fue él quien mayores críticas recibió, y aun recibe, por haber obedecido la orden de Delgado Chalbaud y de lanzar las armas al mar y salvar el barco si las cosas no iban bien. Fue alto el número de dicterios que recibió, nunca se defendió pues conocía la veracidad de su acción, solo recopiló todos los documentos, favorables a él y contrarios a su persona y dejó que la posteridad lo vindicara como sucedió cuando el historiador Ramón J. Velásquez edito en sus papeles de aquellas horas en el Archivo de José Rafael Pocaterra(Caracas: Banco Industrial de Venezuela,1973. 2 vols): allí están las pruebas. Entró a formare parte Pocaterra entonces de la trilogía de los hombres que actuaron y no se defendieron por saber cuál era el sentido de sus acciones: tal el marques Francisco Rodríguez del Toro(1761-1851), conductor del primer ejército republicano en 1810, del doctor José Gil Fortoul en su actividad durante el Laudo Suizo y el propio Pocaterra: la posteridad los ha librado de toda culpa como una gran figura del siglo pasado hondamente zaherido, quien nunca se defendió pues sabía que los documentos demostrarían su inocencia: el papa Pío XII, Eugenio Pacelli(1876-1958), a quien se acusó de haber guardado silencio ante el holocausto judío hecho por al nazismo, hoy planamente librado de toda culpa, al haberse publicado los documentos que guardaba el Archivo Secreto Vaticano: Pío XII logró salvar, con los mecanismos de la Iglesia, más vidas judías que ninguna otra institución en aquellos días. Hebreos como Alberto Einstein(1879-1955) y Golda Meir(1898-1978) se cuenta entre los israelitas que hicieron justicia al gran papa(ver Robert Serrou: Pío XII, el papa rey. Madrid: Ediciones La Palabra,1996,p.229-281). Estos cuatro hombres de excepción, grandes señores, actuaron, guardaron silencio y dejaron luminosa huella con su acción. En verdad, para cerrar, Pocaterra fue todo lo contrario de lo que se lee en Sumario, el testimonio de Altuve Carrillo de la llamada hecha por Pocaterra desde Washington, a donde era nuestro Embajador, al saber la noticia del asesinato de Delgado es suficientemente gráfica. Dice el memorialista: “De Washington me llamó el embajador Pocaterra. Lloraba como padre ante el hijo muerto y rugía como león herido”(Yo fui embajador de Pérez Jiménez. Caracas: Tipografía Ortiz,1973,p.246). La otra figura paterna para Delgado fue el maestro Rómulo Gallegos(1884-1969): ¿cometió con él un parricidio?. Este es hecho es imposible examinarlos desde el ángulo de la abanderización política que siempre rodeó al hecho. Todavía es asunto turbio.

Delgado fue hombre lleno de “timidez y…carácter poco expasivo”, dice Vallenilla(Escrito de memoria,p.323). Así como se lee en Sumario: “Un hombre de tanta interioridad tiende a encerrarse cuando no se siente comprendido”(p.127).

Sin duda, “la leyenda trágica que venía siguiendo y, finalmente,[lo] alcanzó”(p.129). “Fíjese la relación de ambos con el fantasma del padre…porque sobre el joven Hamlet y el joven…Delgado había pesado mucho la figura paterna que anda buscando redención”(p.160).

“Es probable que Delgado conociera bien nuestras costumbres y tendiera hacia ellas, pero fue vacunado durante su infancia y juventud con todo lo que había escuchado en Europa sobre nosotros. Estaría harto de enfrentar esos juicios despectivos que ni siquiera comprenden nuestras mejores virtudes, y consideran que hasta las proezas de nuestra Independencia son exabruptos de una montonera sangrienta”(p.161). Este “sanbenito” sigue persiguiendo a Delgado aun: se le sigue considerando, incluso por oficiales del Ejército, como un extranjero, igual que consideraron los Mantuanos a Miranda, la gran cultura de Delgado, sus gustos artísticos, su especial sensibilidad es todavía objeto de mofa, nunca se logró ver, la militarada que empujó al asesino impidió verlo, tener buenos modales, no usar sino un lenguaje limpio, ser un señor y un caballero, fue visto con malos ojos, que fuera un universitario, el único graduado con un profesión civil en nuestras Fuerzas Armadas fue desdeñado.

El ingeniero Delgado luego de graduarse en la universidad parisina cursó estudios militares en la mejor escuela castrense de Francia, la de Versalles, que fue creada, en general eso se soslaya, o se ignora, para crear un nuevo ejército galo, moderno, una oficialidad que no sucumbiera ante el enemigo como había sucedido en la Primera Guerra Mundial(1914-1918) con el ejército de ese país. Esa Escuela fue creada como una de las consecuencias de la lectura del libro El filo de la espada(1932) del general Charles De Gaulle(1890-1970), que es, si seguimos a otro presidente, Richard Nixon(1913-1994), “un manual de liderazgo”(Lideres. Barcelona: Planeta, 1982,p.49). Por haber estudiado fuera todavía hay entre nosotros generales retirados que le niegan a Delgado la condición de oficial de nuestras Fuerzas Armadas, de hecho Pérez Jiménez lo repitió en sus conversaciones madrileñas con Agustín Blanco Muñoz, y hay muchos, todavía hoy, que los siguen considerando extranjero a este caraqueño, vástago de una familia con raíces merideñas y orientales. Pocos se han detenido en todo lo que por su formación universitaria y militar trajo Delgado del Viejo Mundo y en los resultados de su acción: pocas veces, pese a los argumentos de Ocarina Castillo, se ha comprendido que quien hizo, desde el Ministerio de la Defensa octubrista, la gran reforma militar deseada, que fue lo que llevó a conspiración contra el presidente Medina Angarita fue precisamente Delgado.

Siempre se insiste en condenar sin analizar el por qué Delgado se unión al golpe del 24 de Noviembre de 1948 cuando de hecho era la figura más prominente de las Fuerzas Armadas, la conspiración no se podía hacer sin él, se olvidan sus realizaciones como Jefe del Estado 1948-1950 y se soslaya, lo que es gravísimo, al hombre quien con inmensa valentía y coraje se enfrentó a Urbina antes de ser ultimado: “así no se mata a un hombre” fueron sus palabras que han traspasado las décadas. Fue el enfrentamiento entre un hombre civilizado y el hijo de la violencia y de la muerte que era Urbina.

En el análisis de su deceso puede pervivir la interrogante: “Esta es la tragedia de un hombre que fue incapaz de tomar una decisión”(p.162) según se lee en la versión de Sir Lawrence Olivier(1907-1989) del Hamlet de Shakespeare o “las tragedias fueron las que decidieron por él”(p.162), todas las vividas por él desde muy atrás, en la que no es pequeña el hecho de haberle dado la espalda a Gallegos y haberlo derrocado. Es un hecho que hasta ahora solo se ha analizado con los argumentos de Acción Democrática o con visiones teñidas de afectividad. Hoy sabemos, gracias a Virginia Betancourt Valverde, hija de Rómulo Betanocurt, que la amistad pervivió a lo largo del tiempo entre los Betancourt y los Delgado, más allá de 1948 y más allá del magnicidio. Pero aun nos falta un examen más denso. Y no lo decimos porque de tal análisis se pueda llegar solamente al perdón de Delgado: lo que necesita la historia es la explicación de tan grave suceso. Entre otros hechos hay uno al menos: la carta que Delgado envió con Napoleón Ordosgoiti a Gallegos, ya exilado en México. Su contenido nunca se pudo saber porque el portador, hombre íntegro, no abrió el sobre cerrado que le fue entregado. Gallegos leyó la misiva ante su Ordosgoiti, amigo siempre cercano, solo dijo “Todo esto es mentira: es un Judas” la rompió y la echó a la papelera(Gallegos: el poder y el exilio,p.112).

Hombre siempre agónico: “Delgado era un hombre que dudaba mientras los demás bajaban la cabeza y embestían. Lo insólito es que en medio de las estampidas políticas del 45 y del 48, terminara dos veces al frente de esos convulsos movimientos. El tercer giro de la fortuna terminó aniquilándolo”(p.163). A parecer “prefirió el peligro” como dijo Vallenilla Planchart(Escrito de memoria,p.327), frases citadas también en Sumario(p.172).

Lo que deseaba hacer es posible vislumbrarlo en un discurso pro democracia, dicho cinco meses antes de su muerte: “En Venezuela el Gobierno democrático es un imperativo histórico desde el nacimiento mismo de la nacionalidad…Pero cuando un régimen, como es el caso del que presidimos, se ha formado por la exigencia de la colectividad amenazada de perturbación y desenfreno, atendiendo al clamor público para impedir la aniquilación del país, la consulta electoral se hace aún más indispensable, no solo para demostrar que la institución armada, salvadora de la Patria en peligro, no ha olvidado ni por un momento su espíritu de servicio ni su vocación patriótica, sino para que los ciudadanos, el pueblo en su conjunto, asuman la responsabilidad de sus destinos y puedan tomar en forma debida las decisiones acerca del sentido y la organización de su vida pública”(p.59). Olvidó aquel día de Junio que, incluyendo su propia aprobación y participación, la República Liberal Autocrática había revivido, que lo expuesto no era, en aquellas horas, más que una quimera: porque un oficial, Pérez Jiménez, pugnaba cada día por tener en sus manos el poder total, a cualquier precio, incluso el de la vida misma de Delgado, pese a ser Delgado pariente de su propia esposa Flor Chalbaud. Que un sentir democrático se expresa en estas palabras es imposible negarlo. Pero era inverosímil también llamar a una consulta electoral, y menos ser él el candidato, cuando el mayor partido, Acción Democrática, estaba inhabilitado: ¿cómo se iba a consultar a los ciudadanos sin su presencia?. De allí su último discurso fue una “alocución sobre unas elecciones que nunca ocurrirían”(p.61), eran las palabras, de allí su existencial contradicción, “de un hombre que encabezó dos golpes contra dos democracias, y ahora pretendía redimirse con unas elecciones libres”(p.61). De allí estas agrias palabras de un personaje de Sumario: “¡Qué enredo mental el de ese hombre¡ No era francés ni venezolano, ni civil ni militar, ni dictador ni demócrata…ni siquiera esta claro si vivía en Chapellín o en el Country Club. Era un hombre que no estaba con la derecha ni con la izquierda”(p.69).

 

LA HISTORIA QUE SE CUENTA

El relato que se hace en Sumario tiene como esencia el día del asesinato de Delgado por Urbina y los malhechores que le seguían, todos embriagados, tres de ellos fueron los autores del homicidio ya que en la puerta de la quinta Maritza, en la calle La Cinta de Las Mercedes, a uno de ellos se le escapó un tiró que hirió a Urbina, por ello no actuó: ¿pero que órdenes les había dado antes a aquellos fascinerosos?.

No creemos, que como se lee en Sumario, que Delgado pueda ser caracterizado como hombre violento, era una persona de hábitos civilizados. En cambio Urbina si era un hijo de la violencia, pertenecía en nuestra historia a la tradición encabezada por el tirano Lope de Aguire(c1511-1561) y por José Tomás Boves(1782-1814) así lo reconoce el novelista”(p.702). El hilo que los unía, que dice el libro, era la antigua relación de Urbina con el padre del presidente Delgado a quien se quiso unir a los hechos del Falke(1929), está si fue una expedición violenta y así terminó en Cumaná, Delgado padre perdió la vida aquel día. Delgado Chalbaud estuvo presente aquel día en Cumaná pero no llegó a actuar, su papá se lo impidió dejándolo a bordo del Falke, así ni siquiera disparó un tiro. Urbina terminó matando a Delgado para ser fiel a su manera de ser: hombre lleno de odios de todo tipo a quien la Revolución de Octubre la había embargado algunos de sus bienes. El pensaba, es propio de los hombres como él, que Delgado era el responsable de no habérselos devuelto, cosa ya acordada al parecer aquel 1950, era ya un hecho, ¿se les retuvo para empujar aun mas a Urbina a su acción?. Dijo Urbina que él había actuado para vengarse de Delgado ya que él le había ofrecido su amistad y Delgado siempre la había rechazado: esto era lógico. La amistad para Urbina no es lo que conocemos por tal sentimiento, el más alto del que puede gozar toda criatura humana. Amistad para Urbina era solo una persona dispuesta a disculpar todos sus actos inicuos y ayudarlo a burlar la ley. Y Delgado era un hombre de honor, no podía ser “amigo” de Urbina.

Así fue como “antes de las doce de la noche, ambos ya estaban atravesados por la línea trágica que habían venido dibujando sus vidas”(p.289). En ese momento Delgado estaba siendo velado en el Salón Elíptico mientras el cuerpo de Urbina había quedado en algún lugar de las cercanías de la avenida Atlántico en donde, por orden de Pérez Jiménez, había sido asesinado porque se había sobrepasado al asesinar a Delgado en vez de cumplir lo acordado: detenerlo, dejarlo fuera del poder y expulsarlo al exterior. Mucho de esto lo ratifica el célebre “papelito” que Urbina dictó a su esposa María Isabel, está en la p.219 de Sumario, y fue entregado a Pérez Jiménez: allí está la acusación clarísimamente expuesta, tanto que el Juez Muñoz Rueda si bien lo recibió, por orden  del propio Pérez Jiménez, la guardó en la Caja Fuerte del Tribunal y en ningún momento lo usó en el proceso. La inteligencia política del Juez, quien fue quien vertebró el Sumario, brilla en este hecho. Este “papelito” fue el que encontró el periodista Julián Montes de Oca allí tiempos después. Por cierto Pérez Jiménez, según algunas fuentes, atribuyó la muerte de Urbina a una decisión del Alto Mando Militar en donde tanto él como Llovera Páez eran las figuras principales. En verdad Urbina con toda intención había sido eliminado para así borrar al actor principal, no se pudo contar nunca que su testimonio en el juicio: él sabía la plena verdad pero estaba en Tierra de Jugo.  No pudo hablar: estaba en el infierno. De allí lo que dice en la novela: “¿Cómo pudo desaparecer con tanta facilidad el presunto autor intelectual y material y principal testigo de un crimen tan transcendente…Uso aquí la palabra trascendente…pues se trata de un crimen difícil de clasificar”(p.293). Es por ello que Altuve Carrillo en sus memorias condena el asesinato de Urbina, “fue justa, pero inoportuna, cualquiera sea la versión que de ella se dé”(Yo fui embajador de Pérez Jiménez,p.249). Siempre hemos considerado, leída previamente toda la bibliografía existente, el relato de Altuve Carrillo como el mejor testimonio del día de los dos asesinatos.

 

URBINA

Está claro para quien haya estudiado la bibliografía histórica sobre este magnicidio y haya leído con atención la novela de Federico Vegas que Urbina no actuó solo el 13 de Noviembre de 1950, ni solamente con la banda de maleantes que lo acompañaron, todos, sabemos por los testimonios, que estaban embriagados, tenían varios días tomando encerrados en la quinta Luzant en El Bosque, residencia de Urbina, y hay un paralelismo, siempre sucede en la historia: el tristemente célebre coronel Pedro Carujo(1801-1836) también estaba bien tomado cuando intentó derribar del poder al presidente José María Vargas(1786-1854) la madrugada del 8 de Juulio de 1835. “Ebrio” es la palabra que usa el doctor Caracciolo Parra Pérez(1888-1964) al examinar aquel hecho: ¿casual?.

“Urbina nunca quiso aceptar que la historia siempre lo dejó atrás”(p.701): actuó como caudillo de montoneras cuando estas había desaparecido junto con sus jefes al finalizar nuestras guerras civiles(Julio 21, 1903). Así el día en que eliminó, por manos de sus secuaces a Delgado, tenía cuarenta y siete años de atraso.

Seguía siendo el psicópata que siempre fue, “Un hombre tan pasional toma el más mínimo rechazo como una traición”(p.702). Tal cuando Delgado lo rechazó. Cuando lo secuestró se lo volvió a recordar airadamente. Pero Delgado y Urbina eran hombres antípodas, imposibles de relacionarse, al menos Delgado nunca lo pretendió, más bien lo rechazó, le terminó costando la vida.

“Rafael padecía de una obsesión delirante sobre revoluciones, guerrillas y cuartelazos”(p.716), confesó su viuda. Un periodista expresó al registrar su asesinato, en las columnas de El Nacional (Noviembre 15,1950), “Fue el final de un hombre que desde hace mucho tiempo había mantenido a sangre y fuego una fama de cacique, de hombre acostumbrado a burlar las leyes…porque tenía secuaces que le seguían ciegos y eran capaces de asesinar a mansalva” (p.58).

“Urbina les dijo que había procedido contando con la cooperación de unos altos oficiales que a última hora no lo ayudaron a cumplir su plan; que estaba desilucionado porque lo habían dejado sacrificarse solo en su empresa y que su intención no era matar al comandante Delgado”(p.283), según la declaración de Lucía Levine, la viuda de Delgado, cuando intentó que el juicio se reabriera en 1956: cosa imposible en una dictadura.

 

PEREZ JIMENEZ

Ya nos hemos referido a Pérez Jiménez. Lo que se dice en Sumario sobre él tiene sentido: “sobre las consecuencias e inconvenientes que le traería a Pérez Jiménez la muerte de Delgado…logramos perfecta unanimidad sobre la posibilidad muy genérica: Pérez Jiménez había dejado hacer…Esta variante iba desde dejar que prospere una intención, pasaba por orientar una tendencia, y llegaba hasta dar una orden, la cual podía ser difusa o con lujo de imprescindibles detalles, ejecutada a la perfección o llena de errores inesperados”(p.52). De allí que en la hoja siguiente podamos leer: “recité algo de Shakespeare, “’las improvisaciones son mejores cuando se las prepara”(p.53): es muy posible que así haya sido todo porque fue “un crimen tan ligado a su fortuna política y a su encumbramiento personal”(p.722) como le escribió Lucía Levine al dictador de Michelena.

 

LUCIA Y MARIA ISABEL

Hay que pensar en las dos viudas, víctimas también como todos sus hijos, los tres de Delgado y los diez de Urbina, como nos propone el novelista: “María Isabel y Lucía, cada una a su manera, atravesaron umbrales que nunca imaginaron podrían existir. El 13 de Noviembre las obligó a ser las principales testigos de los dos hombres que fueron silenciados. A las viudas les tomó tiempo comprender, aceptar y articular todo lo que sabían, lo que iban descubriendo, la simple audición de hechos que antes parecían existir aislados”(p.713).

Y los hijos e hijas vivieron muchos avatares. Helena la hija de Delgado con Lucía terminó suicidándose como la propia Lucía. El testimonio de Virginia Betancourt Valverde, la hija de Rómulo, aunque pocos lo entiendan, a menos que conversen con Virginia y lean sus memorias(Vida en familia. Caracas: Fundación para la Cultura Urbana, 2007) es sustantivo para comprender en buena parte esta segunda tragedia. Los hijos varones de su primera pareja, con la que no llegó a casarse, los morochos Delgado Jomeau, Carlos y Román, lograron tramontar la vida alejados de la política. La que si muchas veces hizo memoria del hermano caído fue Elena Delgado Chalbaud, incluso asesoró mucho a Raúl Amundaray cuando hizo el unitario sobre el magnicidio, lo dirigió otro primo merideño del presidente: Román Chalbaud.

Los Urbina Caldera levantaron vuelo, se formaron bien, tuvieron éxito en los negocios, fueron los introductores en el país de la televisión por cable. Y, cada año, ante el estupor general, cada 13 de Noviembre, publicaron por muchos años una tarjeta en recuerdo del padre desaparecido: algo increíble. Debe haber sido la única memoria de un asesino que fue conservada, aunque los Corrales de Calabozo se consideran descendientes de Boves por el hijo de que el caudillo tuvo Inés Corrales aunque no llegaron a casarse porque se atravesó la batalla de Úrica en donde el Urogallo perdió la vida. Para los Urbina el año cincuenta, como se lee en la novela no pareció convertirse en maldición(p.258).

 

EL SUMARIO

A nuestro entender la gran pregunta de esta esplendida novela de Federico Vegas es esta:“la obsesión del juez Albornoz[fue]: tratar de saber qué había sido inevitable y qué fue pura casualidad, quiénes eran los verdaderos protagonistas y quienes los peones con mejor o peor suerte. Una clasificación de Shakespeare, en Enrique V, viene al caso: “No temáis a la grandeza; algunos nacen con grandeza, algunos la logran, a otros les es impuesta”(p.281): ¿Será así? Esa fue la consecuencia de “aquella absurda embestida entre Chapellín y Las Mercedes que en menos de una hora dejó decenas de cabos sueltos”(p.289). Esos sucesos fueron los que con “toda la insensatez de los hechos que recopilaba el Sumario”(p.439).

La otra gran interrogante es posible sea esta: “Quizá Delgado fue asesinado justo cuando estaba por crear una nueva y verdadera democracia”(p.581). Lo que nos lleva a pensar en los numerosos momentos en que Venezuela perdió la oportunidad de desarrollarse plenamente cuando sus mejores hombres fueron sacrificados.

NOVELISTA

Según leemos en Sumario, este libro, en muy buena parte evocación e incluso elegía, fue iniciado el 2 de Enero de 1998, a los cuarenta y ocho años del asesinato(p.47)

Entre los diversos tópicos a examinar al leer Sumario, que interesan especialmente al crítico literario, se encuentran las reflexiones sobre el arte de escribir novelas que encontramos en ella. Leemos, por ejemplo, “Yo continué por varias noches convirtiéndome en Bacalao Lara, usurpando su cuerpo, sus peligros, su miedo, su dolor”(p.148). El teniente de navío Julio Bacalao Lara era el edecán de Delgado, fue secuestrado por los malhechores junto al presidente Delgado, resultó herido en el hecho, logró salvarse convirtiéndose en singular testigo de aquel inicuo hecho. Fue Bacalao Lara hombre de integridad como lo era su Jefe el presidente aquella mañana.

Y sobre la tarea del novelista piensa quien escribe, recuérdese siempre que hay una diferencia entre el autor que firma y el novelista que escribe la ficción: “Tanto buscar y resulta que ese investigador siempre nos persigue y nos rasguña”(p.156)

Escribir: ”Ese continuo deambular nos va convirtiendo en coleccionista de sensaciones inexplicables, semejantes a los sueños y sus insólitas ilaciones, y así nuestra escritura se aprovecha de lo rezagado y lo inmundo, de lo inconfesable y lo incongruente”(p.157), “nada es más laborioso que la intriga”(p.246), dice sobre Escrito de memoria de Vallenilla Planchart, uno de los libros de sigue más de cerca en la reconstrucción de aquel suceder de noviembre del año cincuenta. Es esta obra autobiográfica fundamental para el conocimiento de los sucesos del siglo XX hasta 1958. Es tan importante como otro magnífico e ignorado libro La cola del huracán(Madrid: Coculsa,1968.646 p.) del diplomático y escritor venezolano Víctor Manuel Rivas(1909-1965).

Escribir es también, o solo es eso: “Este desasosiego por no volver a vivir lo vivido ciertamente ayuda a escribir; pero escribir, a su vez, te convierte en un nostálgico crónico y hasta masoquista”(p.395)

Leemos también: “María Isabel[Urbina Caldera] empezó la conversación…¿Una novela histórica?…Mi vida no sirve para una autobiografía, creo que mejor será presentarla como una novela dentro de la historia…¿Y eso no es una novela histórica…Yo creo que será más bien una historia menor dentro de otra mayor”(p.261).

 

EN SINTESIS

“La vida es como un cuento relatado por un idiota; un cuento llano de palabrería y frenesí, que no tiene ningún sentido”(p.690) dijo Shakespeare: ¿eso fue lo que vivió Venezuela, antes de olvidarse de Delgado, aquella mañana del lunes 13 de Noviembre de 1950, uno de sus instantes más trágicos de la vida de la nación. Pese a ello la gente prefirió olvidar aquel suceso y a aquel gran hombre sacrificado aquel lunes, antes de las nueve de la mañana. De allí: “el extravío de Delgado como figura histórica, la apatía con que el país asumió su desaparición”(p.61). Pese a ello uno de los testigos de aquellas horas, quien bien lo conoció, Altuve Carrillo, anotó en 1973, en sus recuerdos: “Venezuela está en espera de una biografía de Carlos Delgado Chalbaud, soñador y mártir de la patria…la interpretación de su espíritu en la que los venezolanos encuentren, como los augures en las entrañas de la víctimas sagradas, el ideal destino de sus vidas y oigan las voces de la nacionalidad…Con su muerte…se torcieron los rumbos de nuestro moderno acaecer político”(Yo fui embajador de Pérez Jiménez,p.270-271).

 

PARA CERRAR

Lo hacemos trascribiendo el que es el mejor juicio sobre el comandante Delgado Chalbaud que hemos encontrado en los libros de historia. Lo escribió este gran pensador nuestro que fue don Augusto Mijares quien al ser Ministro de Educación de Delgado lo vio actuar de cerca. Esto escribió nuestro gran pensador:

“Faltaríamos a un sagrado deber si no concluyéramos este somero recuento de acariciadas memorias con el nombre de otro excepcional venezolano que tuvimos el privilegio de observar de cerca: el coronel Carlos Delgado Chalbaud…Algún día Venezuela conocerá mejor, en retrato de cuerpo entero, todo lo que Delgado Chalbaud hubiera podido darle en patriotismo, talento, conocimientos, laboriosidad y deseo de servir a una patria mejor. Dentro de la línea de exposición que vengo siguiendo, debo conformarme con recordar su espontánea y desdeñosa pulcritud en cuanto pudiera tocar el provecho personal. Desafío demasiado temerario a los turbios intereses que le tocó detener, y que en definitiva lo entregó, inerme, al sacrificio”.(“Los caudillos y los líderes” en su Longitud y latitud. Caracas: Seguros Horizonte,1971,p.109). Tal el hombre que el vesánico Rafael Simón Urbina ultimó.

 

Octubre 8,2010

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