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¡No te metas con el chocolate!

 Reivindica el orgullo nacional, en cambio, la información concerniente al cacao venezolano; Icoa Carenero Superior de Chocolates El Rey ganó  la medalla de oro en los International Chocolate Awards 2012 entre más de cien finalistas provenientes de todas partes del mundo y de seiscientas prestigiosas marcas. La competencia es una de las mundiales de mayor importancia en la industria de la chocolatería fina y el oro reafirma el prestigio de la marca nacional, que ya figuraba entre las diez mejores en el ranking internacional. Otro galardón especial le fue asignado por ser la sede de la empresa,  Venezuela, el país de origen de su materia prima.

Y de acuerdo a determinadas evidencias, es «país de origen» no sólo porque aquí se cultive excelente cacao, sino primordialmente por ser autóctono del ecosistema de nuestro territorio; los aztecas lo cultivaban desde el año l000 a.C., y se da por sentado que dicho producto natural es centroamericano; no obstante, una investigación del historiador J.R.Lovera, demuestra que el fruto es originario de Venezuela, de la cuenca del Lago de Maracaibo; sustenta el punto en pruebas genéticas de ADN. Desde la citada región sería llevado a Centroamérica y finalmente a México, mucho antes de la llegada de los conquistadores; con el transcurrir del tiempo el cacao se extinguió en su zona de origen y posteriormente misioneros españoles lo introdujeron  de nuevo en nuestro país, prosperando en la zona de la costa caribeña central. Los hispanos encontraron plantaciones de cacao en diferentes regiones del territorio venezolano: en la  cuenca del Lago de Maracaibo, en las laderas andinas, en los bosques del Río Negro y en las cabeceras del Orinoco; los nativos preparaban con las semillas una bebida amarga llamada chacote.

Documentos  datados en 1579 dejan constancia de la exportación de cacao venezolano a Cartagena; más tarde a las islas del Caribe, a España, a otros países de Europa, e incluso a México. En cualquier caso, no se discute la difusión del cacao a partir de Centroamérica.

En 1502 Colón ha fondeado sus naves en las costas de la actual Honduras; los marinos ven venir hacia ellos una gran canoa cargada de diferentes productos ofrecidos  por  los nativos como señal de amistad; entre esas cosas, unas semillas roseonegruzcas al parecer muy valoradas por los indígenas y por ello parte principal del regalo; naturalmente, los españoles no entienden el significado de esos raros frutos, pese a la elocuente mímica de sus anfitriones; en consecuencia, estos proceden a una demostración práctica. Preparan con las semillas un brebaje y lo beben, dando de inmediato manifestaciones de encontrarse bajo una poderosa excitación, puesta en evidencia por una erección colectiva; de tal forma estimulados los indios intentan llevar a cabo sodomizaciones recíprocas; propósito impedido por los escandalizados hispanos, para quienes dicha práctica sexual constituía el  pecado nefando. Aunque no por ser abominable dejaban de ejercitarla entre ellos solapadamente, para aliviar el agobio de las largas travesías privados de compañía femenina, o –¿por qué no?– por simple gusto.

Es oportuno recordar que el cacao es un afrodisíaco, siendo más efectivo de consumirse en forma simple y natural, como lo hacían los indios; su poder erotogénico se debe a efectos neuroquímicos y a razones culturales, esto último en su forma de chocolate.

 Digamos, al desgaire, que así como los europeos desconocían el cacao, los primitivos americanos ni idea tenían que dar por el trasero pudiera ser un pecado o actividad de alguna manera reprobable; la liberalidad  sexual de los naturales del Nuevo Continente, desde las islas y costas del Caribe hasta las de Pacífico, es un hecho histórico.

Entre los europeos sólo se hizo familiar casi un siglo después que los  pioneros de la Conquista conocieran los prodigiosos frutos. Los españoles se acostumbraron a tomarlo en el discurrir del s. XVI; su expansión en Europa arranca en 1579, llevado por las tropas españolas destinadas a combatir en Flandes; pero el boom del chocolate en el Viejo Continente estalla con la boda (1660) de Ana de Austria, hermana de Felipe IV, con Luís XIV de Francia, en cuyo festejo se sirvió la bebida.

Celebremos, pues, ese regalo de los dioses a nuestra tierra venezolana y a la empresa privada fundada en 1929 por José Rafael Zozaya y Carmelo Tuozzo, que supo hacer del mismo un producto estelar en el mundo.

Ojalá tantos reconocimientos no estimulen la voracidad del gobierno!, porque de caer bajo la maligna sombra de la expropiación, administración comunitaria o cosa semejante, así sí se jodería el chocolate venezolano… tanto como están a punto de liquidar la calidad de la educación privada venezolana y ya liquidaron la producción de derivados del petróleo.

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