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Omara Portuondo

(%=Image(5552015,»R»)%) Actualmente muchos reconocen a Omara Portuondo como una de las integrantes del Buena Vista Social Club, junto a Compay Segundo, Ibrahim Ferrer y Rubén González quienes en su trabajo musical reivindican de una manera tan especial la sabiduría de la calle, la música como reflejo de lo vivido, con olor a mar y tierra cubana, pero con un toque creativo tan original que los hace reencontrase con la fama una vez más….

Ella nació en Cayo Hueso, ese conocido barrio bohemio de la Habana en el que han convivido figuras esenciales de la música de la isla y en el que pudo frecuentar a Sindo Garay y Eliseo Grenet, entre otros. Cayo Hueso es un barrio de rumbas improvisadas, de extroversión, justo el escenario apropiado para que el ‘filin’ naciera ante los ojos ávidos de Omara adolescente. Ella y su hermana Haydee compartían el latir por la música. Ella Fitzgerald o Sarah Vaughn eran algunas de sus cantantes preferidas. Cualquier excusa parecía suficiente para armar una tertulia junto a sus amigos – en aquel entonces músicos amateur – como Frank Emilio Flynn, Cesar Portillo de la Luz, José Antonio Méndez.

Ella misma cuenta en la película dirigida por Wim Wenders sobre el Buena Vista Social Club que su padre y su madre solían cantar a dúo en el tiempo que tomaban para descansar después del almuerzo. Y recalca con un aire orgulloso “Así fue como empecé a amar la música cubana” . Para luego añadir que la canción 20 años – que grabó en el disco del Buena Vista ganador del Grammy – ya la cantaba desde pequeña. De hecho, cuando era niña su madre solía decirle que ella seguramente sería una gran cantante y así fue.

En los años 50 ya era respetada como una de las mejores voces cubanas. Su participación en el exitoso cuarteto de Las D’Aida dieron fe de ello, y luego otras tantas veces – en más de medio siglo de carrera artística – ha sabido pasear la canción cubana por los escenarios del mundo. Su afinadísima voz, su calidad interpretativa la han hecho, achicar fronteras y unirlas tantas veces a su antojo en un solo canto: su canto. Ella ha interpretado desde boleros hasta baladas, pasando por la guaracha o el jazz sin perder color o expresividad y una emotividad característica.

¡Con que facilidad Omara Portuondo puede hablarnos de soledad, amor, despecho…! Y hacernos vivir con ella la historia de una canción, que puede perfectamente ser la de cualquiera de nosotros.

“Cuando canto y hablo de amor debo sentirlo y demostrarlo porque sino luciría bastante vacío y falso…”, dice Omara Portuondo. Y de qué manera lo ha sentido y expresado en todos estos años, en los que hoy como ayer, se escucha con la misma fuerza: Bravo, Omara, Bravo…No dejes de cantar.

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