Entretenimiento

Yóorch Jarrinson

(%=Image(3698444,»L»)%) Quizá por 1969, encontré un ´45 extraviado en casa: tenía, por un lado, Hey jude, y, por el otro, All you need is love que, a mi modesto entender, es una de las mejores interpretaciones del grupo al invocar (y amasar) una pequeña variedad de ritmos en la aparente anarquia final. No obstante, nuestra incursión en el mundo de Los Bítles fue posible, definitivamente, gracias a Yóorch Jarrison, galopando a aquellos locutores que, algunas veces, proporcionaban estupendos comentarios.

Biológicamente inevitable, la tardía incursión a ese mundo artístico se debió al (%=Link(«http://www.bangladeshshowbiz.com/concert_for_bangladesh/concert_for_bangladesh_main.htm»,»Concierto de Bangladesh»)%) que impulsó George Harrison. Vimos en distintas ocasiones la película y, al fin, pudimos comprar el album que deparó otros mundos como el de Bob Dylan. Aquél, sobrio, sin la comicidad asociada frecuentemente al rock, con una voz pírrica, en un escenario que muy después fue objeto inadvertido de reflexión al alquilar el video, representaba cabalmente a la banda, cuyos arreglos ahora me parecen tan radicalmente atractivos como ya suele ocurrirme al escuchar a Serrat. Otros hablarán de las (%=Link(«http : // orbita. starmedia. com/ ~satin/ letras. html»,»letras»)%) o intentarán abordar su entroncamiento en Venezuela, como (%=Link(«http: // www. Elmundo. Com. Ve / ediciones/ 2001/ 07/06/ p1-21s1. htm»,»Aquilino José Mata»)%) , que se nos antoja tan grupo “Sima” a la salida de la escuela.

Con George Harrison acudimos a ese mundo, sin comprender las radicales incursiones místicas y psicotrópicas. Gente de la más reciente generación experimenta el ritmo al compás de A Hard Day´s Night, en la excelente cavidad de la Cinemateca Nacional, aunque reafirmemos la impresión que The Beatles no daba un paso, por mínimo que fuese, sin cobrar los correspondientes peniques en una gesta de exaltación con sabor narcisista que los industriales del disco impusieron para explicar (y aprovechar) el mito revolucionario de los sesenta.

Se va Jarrison y la nostalgia, esta vez, es la que galopa los días sabiéndolos exhaustos de tanta puerilidad. El chamo famélico de la portada del album a lo mejor no sobrevivió o está hundido en la miseria y violencia de tierras tan lejanas: si la toca, su guitarra también llora.

(%=Link(6881458,»Concierto»)%) en Caracas homenajeando a Harrison y Lennon.

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