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Ampliar la unidad liberadora

La unidad y fuerza de la oposición democrática venezolana han sufrido contratiempos graves, en parte por culpa de dirigentes que no supieron encarar sus responsabilidades ante la historia. Que en una época de aparatosa crisis del régimen imperante, la oposición no sea capaz de seguir actuando de común acuerdo como lo venía haciendo, y que algunos de sus dirigentes no logren subordinar sus ambiciones personales al interés común, debe ser motivo de lamento y reproches.

Igualmente lo debe ser la falla de la alternativa democrática en no  ser capaz del definir y propagar  un discurso de liberación y democratización que, además de propugnar la libertad política, se ocupe en mayor grado de las angustias económicas y sociales concretas del pueblo “llano”. La dirigencia opositora debería dar expresión máxima a las protestas y reivindicaciones de la mayoría agobiada por la pobreza, el desempleo, la escasez, la crisis médico-asistencial y la criminalidad desatada, y buscar formas de solidaridad efectiva con las valientes luchas sociales que libran sindicatos obreros y gremios profesionales y técnicos contra la actuación explotadora y represiva del capitalismo estatal.

En tercer lugar, la oposición democrática no avanzará si no logra acercarse a sectores críticos, inconformes o disidentes del actual “chavismo”.  Aparte de los “chavistas light” con quienes siempre hemos logrado conversar y mantener relaciones reconfortantes, debemos seguir el ejemplo que ya dan algunos “foros” o “espacios” del ala izquierda de la oposición, conversando y debatiendo constructivamente sobre los grandes temas nacionales con representantes de aquel chavismo libertario –“Marea Socialista” es un ejemplo- que, aunque nos adversa por su fe en una colectivización económica radical, coincide con nosotros en cuanto al carácter reaccionario y odioso del autoritarismo vigente, y la perentoria necesidad de arremeter contra el burocratismo y abrir los cauces de una nueva democracia basada en el poder popular ejercido desde abajo. Aunque sepamos que las “comunas” venezolanas no son de origen popular sino creadas y manipuladas por el poder central, y que la propuesta de estos compatriotas del chavismo de izquierda tiene mucho de utópico y de irrealizable, no debemos dejar de apreciar en ellos lo más fundamental: el anhelo libertario democratizador.

Por lo demás, siempre hay que recordar los estudios del Centro Gumilla que indican que por lo menos dos tercios de los venezolanos –más o menos representativos del proletariado y la clase media baja y mediana- rechazan tanto el capitalismo neoliberal como el comunismo o socialismo autoritario, y son partidarios de algún tipo de socialismo democrático o socialdemocracia.

Hay que orientarse hacia ese planteamiento.

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