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Bach, Ravel, Alemania y Francia

El pasado 11 de noviembre se dieron cita en Paris, ante la tumba del Soldado Desconocido en el Arco de Triunfo, setenta jefes de Estado y de gobierno del mundo para conmemorar el centenario de la firma del Armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial (1914-1918). La Gran Guerra fue el conflicto bélico mas cruento y sangriento conocido hasta entonces. Murieron 16 millones de personas.

La Guerra Europea, como también se le conoció, enfrentó al entonces belicista Imperio Alemán (y sus aliados el Austrohúngaro y el ruso), deseoso el primero de imponer su hegemonía en Europa y ampliar su territorio, con las potencias democráticas aliadas, principalmente, Francia e Inglaterra, a las que más tarde se unió Estados Unidos. Fue también la guerra de los nacionalismos exacerbados y los imperialismos desatados. Surgieron repúblicas de los antiguos Imperios Alemán, Austrohúngaro, Otomano y ruso. Se fundó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) a raíz de la Revolución de Octubre (1917).

Los jefes de Estado, junto con los titulares de la ONU (Antonio Guterres), el FMI (Christine Lagarde) y la Unión Europea (Donald Tusk y Jean-Claude Joncker), estuvieron presentes en una regia celebración musical y juvenil orientada a exaltar la diversidad y la riqueza cultural del planeta. El presidente de Francia, Emanuel Macron (anfitrión), Donald Trump, Vladimir Putin, Angela Merkel, Recep Tayyip Erdoğan y Justin Trudeau, entre otros, hicieron un alto a sus diferencias para trasmitir un mensaje de paz y reconciliación ante un planeta peligrosamente conflictivo cuyas disputas, muchas veces recicladas, amenazan la convivencia pacífica entre pueblos y naciones en esta segunda década del siglo XXI.

La oportuna iniciativa diplomática francesa, coauspiciada por la Alemania de la canciller Merkel, lleva implícito un llamado a la reflexión en momentos cuando se advierten en el mundo alarmantes evidencias de neo-nacionalismos exacerbados, xenofobias insepultas, unilateralismos peligrosos, rabiosos fundamentalismos políticos y religiosos (con sus franquicias terroristas), migraciones forzadas por conflictos armados o penurias económicas, sub-nacionalismos secesionistas, abominables violaciones de derechos humanos, asedios autocráticos a la democracia, campañas irresponsables contra los beneficios de la integración económica (Unión Europea, MERCOSUR, etc.), críticas populistas al multilateralismo, cuestionamientos insensatos a los organismos multilaterales (ONU, OMC, FMI, Banco Mundial, etc.), desconocimiento del Tratado de Paris sobre Cambio Climático y del Tratado de Asociación Económica Transpacífico, indignantes abusos sexuales, aberrantes desigualdades de género, narcotráfico rampante y demás delitos transnacionales.

“El patriotismo es exactamente lo contrario del nacionalismo,” subrayó el presidente Macron en su breve y memorable discurso. El jefe del Estado francés abogó por el multilateralismo, la integración, la resolución pacífica de controversias y la fraternidad entre los pueblos del mundo, sin dejar de señalar con preocupación “que los demonios del pasado resurgen.”

Emanuel Macron y Angela Merkel, siempre juntos, atestiguaron que la antigua rivalidad irreconciliable entre Alemania y Francia es hoy fraternidad, cooperación e integración económica, tanto bilateral como supranacional en el seno de la Unión Europea, de la cual ambos países son sus principales artífices. El mensaje implícito de respaldo irrestricto al proyecto histórico de integración europeo de los mandatarios de Alemania y Francia es también una alerta contra las xenofobias recrudecidas en Europa, cuyos políticos populistas en Inglaterra, por ejemplo, lograron una victoria pírrica en el equivocado referéndum que determinó el inexcusable retiro del Reino Unido de la Unión Europea (UE); victoria de la cual la mayoría de los ingleses hoy se arrepiente.

La interpretación por la orquesta juvenil de la UE de la zarabanda No. 5 de Johan Sebastian Bach y el Bolero de Maurice Ravel simbolizaron el espíritu de fraternidad y colaboración que impera entre Alemania y Francia, surgido de la devastación generada por la Alemania Nazi y la Italia Fascista en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). En Venezuela, los embajadores de Francia y Alemania, Romain Nadal y Daniel Kriener, presidieron actos conmemorativos. Y es que la hermandad francoalemana de hoy es un ejemplo de reconciliación y paz para los países del mundo que sufren conflictos internos o externos;…y también para nuestra dividida Venezuela.

@lxgrisanti

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