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¿Crisis de la democracia?

Cualquier crisis que afecte la política en su ámbito de ejercicio y aplicación, toca por igual al resto de factores y condiciones, realidades y situaciones, que configuran las realidades sobre las cuales se erige una nación. Y así sucede toda vez que en el juego de la política, participan factores y actores, razones y disposiciones, que en lo posible se integran en el curso de su movilidad hasta darle la consistencia que cada caso pareciera requerir para su sobrevivencia.

Vale asentir estas consideraciones a manera de exordio o reseña introductoria, para así justificar el desarrollo de esta disertación. O discurso dirigido a explicar algunas causas que analizan el deterioro que viene sobrellevando la democracia como sistema político.

De ahí que la intención de analizar la democracia en su periplo como ideología política, pasa por el hecho de revisar en términos de su trascendencia como instrumento de gobierno. Pero asimismo, como arte, técnica y enganche de cuantos recursos de metodología y de cálculo político se ha valido en su ejercicio para servir de pauta al sistema político en ejecución.

También, desde la perspectiva de los efectos que su praxis ha provocado. Ello, en el marco de las circunstancias propias de naciones que hicieron de la democracia el blasón del desarrollo político, económico y social desplegado.

Pero no es fácil demostrar que la democracia ha entrado en una fase que dirige sus destinos a una crisis que inevitablemente la conduciría a una readecuación de sus postulados, valores y principios. Tanto como ante el riesgo de ser suplida por otra ideología. Aunque no necesariamente que se conduela y solidarice de su razón de ser. Incluso, siendo incompatible o contrapuesta al aporte de ella en cuanto a su interpretación de las realidades.

Algunas pautas explicativas al problema

A los fines de esta disertación cuya brevedad es intocable, podrían aducirse algunas explicaciones encaminadas al propósito que suscribe la discusión de tan sensible temática.

  1. Dar cuenta de que la democracia está siendo asediada por una crisis cuya fuerza es capaz de desmantelarla como ideología política al servicio de proyectos de Estados, es innegable. Aún cuando es compleja en su revisión. Esta consideración compromete un examen histórico que retrotrae el análisis a tiempos intermedios del siglo XX. A tiempos que se suscitaron extraordinarios cambios políticos, económicos e intelectuales que dieron inicio a delicados reacomodos que luego irían a actuar como potenciales agentes de transformación que impactarían al siglo XXI. Y en efecto, así ha sucedido.
  2. Advertir las tendencias que buscan manipular las realidades, a fin de incitar cambios en corrientes del pensamiento y actitudes del hombre universal, se convirtió en una poderosa causa para alterar formas de vida internacional. Capaces de inclinarse por un nuevo orden mundial “más efectivo”. Aunque atiborrado de incertidumbres y dudas de todo tipo y factura que lo haría “temible”. Y así pareciera estarse viendo.
  3. La crisis que pudiera estar engullendo a la democracia, debe una de sus razones al hecho de haber vivido realidades que transitaron por procesos políticos electorales ambiguos desde todo punto de vista. Procesos eleccionarios que, nada o poco supieron escoger individuos con el talante y el talento político dispuesto a desafiar amenazas y contingencias generadas por distorsiones y arbitrariedades acumuladas a lo largo de los tiempos. Asimismo, respecto de ofertas electorales anegadas de ilusas y engañosas promesas.
  4. Este breve análisis, sobre la crisis que está padeciendo la democracia, no puede escapar de la amenaza sembrada por la anarquía ante los valores que respira la democracia y que sustentan sus procesos político-gubernamentales. La anarquía, como problema de mayúsculas dimensiones, siempre estuvo actuando de manera agazapada y solapada detrás de decisiones elaboradas en nombre del porvenir del sistema político. Tanto como a nombre de la sobrevivencia histórica de las naciones cuyas vidas han intentado cimentarse en políticas democráticas. 
  5. La falsa creencia de que el liberalismo derrotó al comunismo pisoteando al socialismo en su paso previo, es un error que ha conducido a paralizar tácticas y estrategias dirigidas a actuar como factores de resistencia ante el menor movimiento antidemocrático generado desde la oscuridad de trincheras fascistas y ortodoxas concepciones de política.
  6. La presunción de que la política se entiende y ejerce desde las emociones, en contraste con el dominio que mantiene la razón sobre el manejo de paradigmas políticos democráticos, es otra causa que ha vulgarizado y desvirtuado la teoría de la democracia. Y por tanto, su praxis. 
  7. El populismo ha deformado la democracia. Y para lo cual, se ha servido de la inmediatez y de la incultura política del individuo de calle para cautivar incautos, furibundos y envalentonados toda vez que actúan sin la conciencia necesaria sobre la cual se depara la democracia en apoyo de la ciudadanía. 
  8. El hecho que traduce el desconocimiento de hitos histórico-políticos que motivan la práctica de la democracia, como la que considera que todos los hombres nacen libres, iguales en derechos y con la garantía que infunde buscar la felicidad, es otra importante razón a tomar en cuenta para dar con los fundamentos explicativos del análisis. Habida cuenta de haber movilizado a la política para concebir procesos sociales y culturales que han incitado a dudar de la naturaleza de la vida en su condición profundamente humana. 
  9. La imposiciones de tendencias autoritarias, soportadas en la excusa que son más efectivas que cuando son tramitadas por la vía de la democracia, son canales que han servido para disfrazar el autoritarismo de ruta expedita de cambio hacia realidades conciliadoras y trazadas sobre el camino pacífico que buscan pueblos cansados y agotados por causa de confusas contingencias políticas.
  10. Otra razón para argumentar la crisis actual de la democracia, descansa en los titubeos sufridos por la política. Sobre todo, en América Latina. Región ésta, donde se han registrado seguidos conflictos y choques entre fuerzas de derecha y movimientos de izquierda. Más aún, a sabiendas que la izquierda política ha basado su ejercicio político en argumentos (falazmente) interpretativos sobre reacomodos en el poder bajo la excusa de inconsistencias cometidas por gobiernos de derecha. Acá surgen fisuras que han debilitado la concepción de democracia. Y estas situaciones de debilidad conceptual y operativa de la política, revelan razones para dar cuenta del giro de la izquierda latinoamericana, poco practicante del credo democrático, para ganar los espacios políticos que su ambición de poder clama.
  11. Igualmente, a esta sumatoria de razones vale añadir ingentes problemas de toda índole que han trabado tendencias democráticas. No sólo por causa de la dudosa y vaga capacidad de gobernantes que alcanzaron el poder apoyados en una popularidad consolidada en causas movilizadas por necesidades de vida y exigencias propias de la evolución natural de los pueblos. Muchas de las cuales se arraigaron como aseguradas costumbres a las que les concedieron más importancia, que de ser entendidas como complementos racionales de desarrollo humano.
  12. Estas consideraciones están haciendo ver que la democracia ha retrocedido impunemente. Sin mayor resistencia a la debacle observada. Ejemplo claro de lo arriba expuesto, con particulares diferencias, se advierten en países como Cuba, Venezuela, Bolivia, Brasil, Nicaragua, Argentina y Perú. Más recientemente, México, Honduras y Chile. Aunque con el disfraz de democracia que la ocasión de gobiernos guiados por esquemas represivos y hegemónicos, permite.  Pruebas a estos respectos sobran. Y se asocian a medidas implantadas a la fuerza como limitaciones a libertades, el desplazamiento de nativos hacia lejanas latitudes, derechos humanos y garantías civiles, fundamentalmente.

En el fragor de estas y otras causales dotadas de suma importancia, deberá examinarse el problema de la democracia toda vez que pareciera vivir su ocaso. Sobre todo, en momentos en que el mundo político y económico se alimenta del barullo de sectarismos, contradicciones y rumores. Aún así, configura gruesas formulaciones dirigidas al replanteo de procesos políticos en el ejercicio de gobierno. Condiciones todas, tendentes a acercar a ese mundo conflictivo a situaciones imperadas por controles políticos, sociales y económicos. Y a lo cual cabe agregar la dominación subliminal que ejerce la digitalización de procesos y procedimientos administrativos de gobierno. U oscuras organizaciones que entre “gallos  medianoche”, con el financiamiento de connotados empresarios y recursos de gobiernos usurpadores, se reúnen para elaborar líneas dirigidas a precipitar la crisis de la democracia.

Las situaciones que derivan de estos y tantos más problemas, son reveladoras de las muchas conmociones que azotan la democracia. Especialmente, en un contexto asediado por la corrupción y la exacerbación del concepto desprestigiado de “revolución”. Buena parte de estos aprietos, son incitados por discursos populistas que han dado lugar a graves equivocaciones cometidas con base en falsas lealtades y fachosas promesas de solidaridad. Las mismas, manifestadas por líderes que no tienen alguna idea de teoría política, social y económica, puntales de las ciencias de gobierno. Sólo buscan incitar emociones de individuos afectados por las crisis que hoy agobian al mundo en todas sus dimensiones.

Además, dichas razones no dejan de resaltar la debilidad de conceptos y praxis políticas que tocan la ciudadanía en su esencia humana. Justo, el marco completo para pensar si de verdad este mundo de la política está viéndose sitiado por una ¿crisis de la democracia?

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