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De nuevo SursumCorda

La merma en el ánimo que acompañó mayoritariamente a la población con la designación de Guaidó y su llamado al proceso trifásico “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”, era de esperarse. ¿Por qué era de esperarse? La respuesta es simple. Ya la explicamos en nuestro artículo anterior. No contamos con la fuerza necesaria para hacer cesar al usurpador en su imposición, sino que por el contrario él cuenta con una fuerza para mantener su tiranía.

¿Es por lo tanto inútil nuestro esfuerzo, careciendo de la fuerza? La respuesta es no, o quizá, no carecemos de fuerza. Desde luego no contamos con la fuerza física que supone la disponibilidad para hacer uso de las armas. Pero fuerza es la eficacia natural que las cosas tienen en sí mismas. La gravedad es una fuerza, el derecho es otra, la razón también; y desde luego la que nos acompaña es una doble fuerza: el derecho y la razón.

Habiendo transcurrido un año sin que hayamos visto el resultado parece natural que surja el desánimo. Es parte de lo que vivimos. Generalmente el desánimo es directamente proporcional a la edad del desanimado, que siente cada vez más próximo el final, que la vida se le está acabando y no ve el resultado. Se resigna y se pregunta ¿para que luchar?

El aparato publicitario del gobierno (prensa, radio, televisión, los medios electrónicos y desde luego los rumores de boca a oído) no cesa de transmitir el mensaje relacionado con su permanencia (la revolución llegó para quedarse); y a fuerza de oírlo repetidamente, son casi 21 años completos de publicidad, comienza a acabar con nuestra resistencia y a susurrar en nuestros oídos la fatídica frase “es inútil”.

Sin embargo, lo que hemos visto en estos 21 años, es que cada año hay un nuevo rostro, un nuevo joven de nombre desconocido que se levanta a luchar contra la usurpación, que este año la hizo patente la parodia electoral de la elección de mayo de 2018, pero que viene de antes; y como los nuevos que van llegando no han vivido los intentos malogrados no malgastan el tiempo en el pozo séptico de la resignación, sino que se levantan.

Como en todo proceso hay altibajos. Pero lo que resulta evidente, vivencialmente evidente, es que no se agota la voluntad de los hombres nacidos en Venezuela en su lucha por la libertad. Por eso me permito cerrar esta invitación a levantar el ánimo, “arriba corazones” “SursumCorda”, citando los versos finales del poema “Vuelta a la patria” de Juan Antonio Pérez Bonalde al plantearse lo que ha de hacer al regresar, ¿Adónde irá? “a la corriente de la vida/a luchar con las ondas brazo a brazo/ hasta caer en su mortal regazo/ con alma en paz y con la frente erguida/.

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