Después de mí, el diluvio
Luis XV, rey de Francia, es famoso por su certera e irresponsable frase “después de mí, el diluvio”, y eso en efecto ocurrió y entre otros le costó la cabeza a Luis XVI y a su esposa María Antonieta.
En Venezuela, Maduro no tiene que esperar al diluvio, porque ya ocurrió y al usurpar el poder el 10 de enero no podrá, por más diques que intente construir, detener la inundación que está acabando con lo que antes fue un próspero país.
La farsa con la que pretende conservar un poder que perdió al deslegitimizarse, sólo fue acompañada por representantes de gobiernos dictatoriales, autoritarios u oportunistas de la más baja ralea, pero eso servirá de muy poco, ya que ninguno de ellos está dispuesto a financiar un mandato sin futuro cierto y la única verdad es que el país, mientras él pretenda seguir gobernando, se seguirá hundiendo sin la menor posibilidad de que las aguas regresen a su cauce.
Hoy, más que nunca, suenan como veraces las palabras pronunciadas por Abraham Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo».