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El Mimo Héroe

En la historia del teatro, de la actuación, ha habido grandes mimos. Entre ellos se puede recordar a Charles Chaplin, Jean Louis Barrault, Philippe Bizot, Étienne Decroix y otros, sin que se pueda decir cuál haya sido el mejor. Para mí, sin embargo, el más conocido es Marcel Marceaux, con un dominio gestual cabalmente expresivo y hasta poético, sin menoscabo de que otros mimos hayan tenido el mismo lenguaje gestual. La diferencia entre ese mimo francés y otros mimos es que él, además de mimo fue un héroe.

Tuve el inmenso placer de ver actuar a Marceaux en Caracas, en el año 2005, pero en esa época la gente ignoraba un muy importante aspecto de su vida: su actuación durante la segunda guerra mundial, que lo convirtió en héroe.

No me enteré de es actuación sino cuando vi, en Netflix, el film “Resistance”. En ese film se cuenta la historia de su vida, que resumo:

Nació en Estrasburgo, Francia, era judío, hijo de un carnicero de nombre Charles Mengel.

Marcel trabajaba en la carnicería como ayudante de su padre, quien quería que él fuera carnicero, a lo que Marcel se negaba porque quería ser actor. Su padre le decía que como actor se moriría de hambre pero que, como carnicero siempre estaría bien alimentado. La suerte hizo que Marcel, emprendiera el camino que lo llevaría a convertirse en héroe.

Con motivo de la persecución de los judíos por los nazis, éstos, a cambio de que les pagaran grandes sumas de dinero para pasar de Alemania a Estrasburgo, gran número de niños, hijos de padres que habían sido asesinados, decidieron entregarlos a los franceses.

Marcel se unió a un grupo que refugió esos niños en un castillo. Pasado un tiempo, cuando Alemania inició su guerra de agresión, contra Polonia y luego Holanda, Bélgica y Francia, temiendo que las tropas nazis pronto ocuparían Estrasburgo, Marcel y su grupo decidieron llevar a lo niños al Sur de Francia; pasaron por Dijon y luego llegaron a Lyon, guiados por Marceau donde éste decidió unirse a la resistencia; había cambiado su apellido judío, Mengel, por el de Marceau, falsificando, a la perfección, su pasaporte. Su compañera en el grupo que salvaba a los niños le dijo que se siguiera ocupando de ello, pero el le dijo que, junto a ello, debía luchar para acabar con quienes los estaban persiguiendo. Se enfrentó a Klaus Barbie, alto oficial nazi de las SS y la Gestapo, asesino que fue conocido como el “Carnicero de Lyon”, quien se esforzó por arrestarlo a él y a su grupo. Tan es así que trató de impedir, con todas sus fuerzas, que Marcel y su grupo lograran pasar, de Francia a Suiza, un nutrido grupo de niños judíos.

Marcel Marceau sólo contó sobre su vida en la resistencia cuando, con motivo de recibir la medalla de la Fundación Raoul Wallenberg, creada en honor de ese ilustre sueco que en Budapest logró salvar a miles de judíos, dijo:

No me gusta hablar sobre mí mismo, porque mi humilde participación durante la guerra fue sólo una pequeña parte de lo que les ocurrió a los héroes que murieron por sus actos en momentos de peligro», dijo Marceau en la Universidad de Michigan en el 2001, al aceptar la medalla Raoul Wallenberg en memoria del gentil justo que salvó de la muerte a miles de judíos durante el Holocausto. «Piensen en los soldados norteamericanos cuando estuvieron en Normandía y fueron asesinados de forma terrible antes de llegar a Francia».

«Lamentablemente nunca podremos destruir al mal. Pero también existe el bien entre la mayoría de las personas. Voy a hablar brevemente de mis propios actos. Es cierto que salvé niños, llevándolos a la frontera con Suiza. Con mi hermano falsificamos documentos de identidad cuando eso era muy peligroso porque podían arrestarte si formabas parte de la resistencia. También falsifiqué documentos, no sólo para salvar judíos y niños, sino para salvar gentiles y judíos, especialmente gentiles, porque en la Francia ocupada de Vichy había una ley que obligaba a enviar a los jóvenes franceses que tenían 18, 19 años a trabajar en fábricas alemanas, para el ejército alemán. Entonces se me ocurrió la idea de sobornar a los oficiales y hacer que la gente pareciera mucho más joven en sus fotos».

Esa noche en Michigan, Marceau le advirtió al público: «Nunca dejen que un mimo empiece a hablar, porque no se va a callar nunca».

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