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Felicidad, tristeza y armonía

Hoy pretendo abordar un tema que desde hace un tiempo lo trabajo, sin embargo, me ha costado terminarlo por la variedad de enfoques y lo controversial del asunto, pues al estar relacionado con las emociones se hace mucho más difícil su introducción.

Comienzo con la pregunta de ¿Por qué el miedo al cambio? ¿Acaso el no querer sentir nostalgia o melancolía por lo que se deja o se pierde?

Para responder a esta interrogante hay que aplicar a la sabiduría y recurrir a la Inteligencia Emocional, para mí la herramienta ideal que tenemos los seres humanos para estar lo más cerca posible de la felicidad, y transformar la nostalgia en alegría.  Es un privilegio poder conocer muchas y nuevas experiencias, porque precisamente, por todo lo antes vivido es que se puede afrontar y disfrutar cada día de nuestra existencia.

Esa felicidad que pareciera tan lejos debido a esa tristeza y melancolía que se siente, por haber dejado lo que siempre se tuvo, está más cerca de la placidez que ningún otro sentimiento, porque la alegría de vivir y la tranquilidad de disfrutar o adaptarse a lo nuevo, está dentro de uno mismo y es precisamente con toda esa experiencia que se trae, incluida esa nostalgia, como se mantiene el bienestar que se cree se dejó atrás.   

Es allí donde nos damos cuenta, que la felicidad y la alegría están directamente relacionadas con la tristeza y la nostalgia.  Es decir, se encuentran, armonizan y coinciden.

Lo antes expuesto se aplica a todo evento que sucede en nuestra vida, por ejemplo, cuando muere un ser querido, tanto la tristeza como la alegría vienen y se van , como si se tratara de un solo sentimiento, hasta el punto que a veces nos asustamos por sentirnos en paz porque alguien nos ha dejado, pero si ese ser amado sufría en el momento de su partida es lógico que sintamos  una inmensa tristeza por lo que pasó, y una gran nostalgia de no tenerle con uno, pero es tan autentica la alegría  y el alivio que se siente, de saber que está mejor donde está,  que de inmediato nos embarga una felicidad comprensible..

Si se es emocionalmente inteligente, se aprende a vivir con ese nuevo instante que se transforma en realidad y que no se puede cambiar. Es allí cuando de una forma diferente se comienza a sentir a ese ser, que siempre estuvo a nuestro lado.  Con un viaje, un paisaje, o una melodía, se aprenderá a incorporar a ese ser querido en nuestra vida, tal cual siempre estuvo presente, es por eso por lo que insisto, que cada uno se construye su propia felicidad.

 La partida de un ser querido puede ser trágica para el resto de nuestra vida, que nos haga vivir en una eterna tristeza o nostalgia, o puede ser una experiencia mágica que nos mantenga más cerca de una felicidad espiritual o una gran paz, que de una melancolía eterna que no nos permita disfrutar o cumplir con lo que se tiene aún asignado como misión en este mundo.  

A quienes nos ha tocado despedir a los hijos y separarnos de ellos, luego que estuvieron y disfrutaron cada instante de su existencia junto a la nuestra, es un aprendizaje de vida, como si fuera un doctorado, porque una vez vivido esa realidad, todo lo demás se entiende, se acepta y se siente como cualquier situación sencilla capaz de superar.

Porque al igual que en el caso anterior, o la persona se hunde en una tristeza eterna y se castiga pensando que no podrán verse más nunca por las distancias, los recursos económicos, las enfermedades, los documentos de viaje o quien sabe cuántas excusas que a veces atormentan, o la persona se motiva a considerar que sus hijos partirán a buscar nuevos caminos y serán felices.

 Y que a partir de esa despedida hay que pensar y visualizar el próximo encuentro, que existe un motivo para buscar las vías y lograr el anhelado viaje con el que los padres e hijos soñamos una vez que se despiden.

Mario Benedetti escribió, “No me recuerdes ausente, no me busques en el olvido, búscame dentro tuyo, ahí estaré contigo».

Así volvemos al inicio de toda esta filosofía, la felicidad está dentro de uno mismo y es cada uno quien elabora su propio guión, y aprende a transformar la tristeza en felicidad, la nostalgia en la esperanza y las ganas en la realidad.

La historia interna es nuestra. y lo importante no es el tiempo que nos lleve construirla, sino lo que se hace con esa historia y ese lapso.

No somos dueños de las circunstancias o situaciones inesperadas, pero si del cómo nos adaptamos a ellas. Allí es donde la felicidad y la tristeza coinciden

Hay quienes piensan que es necesario pasar por la tristeza o el dolor para saber qué es la felicidad, pasar por la ausencia para valorar la presencia. Pero sufrir para ser feliz, es un pensamiento muy negativo pues se interrumpe la energía y las emociones positivas que llevan a identificar las fortalezas que permiten esa felicidad.

Cada día es un privilegio y como tal, tiene sus prioridades, por eso la persona escoge cómo lo disfruta, cómo lo comparte y con quién quedarse. Es de sabio depositar en la mente, todos aquellos bellos recuerdos, que se guardan de la infancia y juventud, y al levantarse además de agradecer lo vivido, recurrir a una de esas remembranzas que se tienen (fotos, música, paisajes, relatos) y compartirla con alguien a quien a su vez podamos hacer feliz. Aquí la alegría y la nostalgia suelen armonizar.

 Insisto es necesario aprender a sumergirse en la paz interna que se tiene como ser humano, para conseguir la felicidad. Mi recomendación es comunicarse y abrazarse para generar oxitocina y encontrar esa felicidad.

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