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Gobierno “mediático”

La “democracia representativa y parlamentaria” quedó arrinconada según lo argumenta la historia política contemporánea. Igual suerte corrió la “democracia protagónica y participativa” con la cual “el socialismo de atrasada práctica” ha pretendido seducir comunidades enteras con discursos retrógrados. Tal que, con el aporte engañoso de una narrativa ambigua, ha conducido a retroceder la economía, empantanar la política y enmarañar la sociedad y sus organizaciones. Sobre todo, de países gobernados por regímenes políticos autoritarios o totalitarios.

Ahora los medios digitales, apoyados en la velocidad que determina el uso de Internet y la tecnología de última generación que ha colaborado en su manejo y operación provocando el advenimiento de las llamadas redes sociales, actúan en la mejora y adelanto de todo cuanto se relaciona con la información y la comunicación.

Especialmente, en cuanto al perfeccionamiento de algoritmos políticos y trazados organizacionales, gráficos y descriptivos concebidos como factores de intervención en la construcción de las presentes realidades. Más aún, en la manera de motivar relaciones que conduzcan a perfeccionar modelos de organización. Sobre todo, en la forma de gobernar, informar y maniobrar actitudes. Realidades estas que lucen “convenientes” al hecho de gobernar. A los actos de gobierno. Y desde luego, a la política en toda su esencia.

Frente a nuevas realidades

Hoy, a consecuencia de tan impresionantes cambios, el ciudadano se expresa regularmente ante cualquier contingencia, premura, interés, necesidad o necedad que conciba pertinente a su vida personal o colectiva. Lo hace mediante dispositivos que adoptaron esas tecnologías de información y comunicación con la intención de hacer más acomodaticia la vida del ser humano frente a las nuevas realidades. 

Tanto así, que buena parte de los conflictos y tensiones que incitan tan novedosas realidades son fraguadas por causa de esas invenciones. Supuestamente dirigidas a hacer menos embarazosa la comunicación interpersonal y entre organizaciones. 

Efectos políticos de gobierno

Sin embargo, la presencia de esas nuevas tecnologías de información y comunicación, abren el apetito político a gobiernos que buscan valerse de ideologías políticas y fanatismos para mantenerse “cercanos” a sus gobernados. Aunque del mismo modo, para tener subyugado al ciudadano a instancia de intereses y necesidades ocasionales. En aras del provecho del cual los regímenes políticos buscan beneficiarse del ciudadano mediante todo acto que promueva la necesidad de redituar la intención político-gubernamental de mantener abierta toda vía de comunicación posible. 

Es acá, donde adquiere sentido el interés de la gestión de gobierno de tener a su disposición cuantos canales de comunicación e información sean posibles con la población bajo su control. Aunque no cabe duda que los cambios que esas tecnologías han provocado, son consumidos vorazmente por los distintos procesos que comprometen actos de gobierno.

En el afán de renovar las praxis de gobierno, la teoría política, ha comenzado a convencerse de la necesidad de remozarse. Más aún, cuando por ahora no resulta igual configurar un análisis político, organizar procesos político-electorales o formular políticas públicas como bien se hacía en el ocaso del siglo XIX. Nadie imaginaba el vuelco que darían las realidades al contar con las ventajas de nuevas tecnologías que permitieran ganar tiempo y espacio en la tarea de gobernar y de hacer política. 

Modificaciones a granel

Cambiar el modo de gobernar con el uso de nuevas tecnologías de información y comunicación, implicó abrirse a la ciudadanía. Franquear canales de participación al ofrecer canales de difusión que dan voz a quienes no la tienen. Así se facilitó hacer del conocimiento de una comunidad, nuevas propuestas a los fines de que sean consideradas las implicaciones correspondientes por otras colectividades. 

Pero el problema de democratizar la participación política en el fragor de los procesos de gobierno, no termina con la materialización de las ideas arriba anotadas. Apenas, es ahí donde la situación en trance comienza a adquirir connotación. 

Algunos cuestionamientos

De hecho, está hablándose de un pretendido “gobierno abierto”. Aunque con cierta petulancia. Disfrazada de presunto “conocimiento de causa”. Cuando todavía la implantación de tan rimbombante pretensión, está acuciándose sin atender o llenar los vacíos de realidades edificadas a partir de formulaciones creadas al arbitrio. Incluso, a instancia de solicitudes unilaterales. O establecidas al amparo de intereses desviados del carácter unificador de lo que plantea un proceso de gobierno interesado en mancomunar esfuerzos y reconocer la complejidad del ejercicio de políticas congruentes.

El denominado “gobierno abierto” aunque presume de la condición de “abierto” en el amplio sentido de su significado, no actúa en la dirección que su nombre presume. Sobre todo, cuando se arroga ser “abierto”. Y, por tanto, transparente. Aunque lo presume, apuntalando su significación en la “participación ciudadana”. Así como recreando procesos de gobierno, basándose en la colaboración de la ciudadanía.

No obstante, el ejercicio de este tipo de gobierno carece de condiciones que apuntan a otorgar consistencia y afianzamiento a los procesos de organización y vigorización que comprometen la incidencia de cuadros gubernamentales y de propósitos anunciados. 

Una propuesta de relevo: (DOE)

La praxis del modelo “abierto”, aduce algunas insuficiencias. Extraña o desconoce propuestas provenientes del concurso que debe pautar una vinculación necesaria entre funcionariado y voluntariado (Gerencia política). De la dimensión prospectiva que implica la visión de contingencias posibles en el plano de la incertidumbre (Planificación política). De la organización de procesos concatenados con la disposición anunciada en proyectos de toda índole (Gestión política). Y, de la elaboración y evaluación continua de políticas públicas deducidas metódicamente (Trazado normativo).

Este tipo de gobierno, arriba referido, es llamado Gobierno (DOE): dinámico, organizado y estructurado. La idea que caracteriza al Gobierno (DOE), es un cambio de paradigma. Del paradigma constructivista-uniforme, a otro de amplitud integrada, que exalte la reflexión con base en funciones que comprometen la activación del ciudadano en los predios de un modelo que funcione al hacer las cosas prioritarias. Así como de hacer gobierno que motive la disposición de participar sin llamados de exclusividad o preferenciales. 

Justificación en curso

No hay duda de que, en el fragor de una sociedad políticamente decepcionada y crítica. La praxis de gobierno resulta bastante examinada. Más, porque las nuevas realidades demandan en tiempo real y de manera continuada de información y comunicación que dispongan del conocimiento exacto de los hechos. Al extremo, que el principal bocadillo que se consume es información y opinión. Es pues la razón que induce el interés por tomar parte de las decisiones de gobierno. O por tener la posibilidad de poder hacerlo. De ahí, que se vea agotada la figuración de un gobierno falsa y equivocadamente mediático. 

Ahora las realidades claman por una transformación o metamorfosis política extraordinaria. Donde la tecnología no sólo se luzca a través del manejo insolente de la información y comunicación que facilite la participación y deliberación a gran escala que al final resulta en agravantes colisiones que perturban la continuidad de procesos de gobierno. 

Lo que exigen las nuevas realidades sobre las cuales descansan los procesos de un gobierno (DEO), es que el ciudadano adopte las condiciones políticas que podrá convertirlo en un activista preparado para opinar. Para compartir sus ideas. Y para actuar en consecuencia ante las mismas. Así podría pensarse en una sociedad donde sus integrantes intervengan en todos los procesos de gobierno posibles. En acciones formuladas por contenidos generados por el aporte ciudadano lo que anima su participación en alcanzar una posición de dominio en la creación de opiniones. (Construcción de Ciudadanía). Sobre todo, en medio del furor de aquellos procesos gubernamentales que apuestan a la consolidación de comunidades. 

Un gobierno (DEO) podría cambiar la cimentación de propuestas de gobierno. Pues las sociedades se cansaron del carácter elemental, complaciente y manipulador de todo lo que, en términos políticos, envuelve un inseguro gobierno “mediático”.

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