OpiniónOpinión Nacional

¿Hasta cuándo esperar?

El país vive una situación insostenible.

La crisis política está a la vista de todos: el régimen se desliza aceleradamente hacia el totalitarismo con la hegemonía institucional y la ampliación de la hegemonía comunicacional al controlar la casi totalidad de los medios y la hostilización, de una u otra manera, de los pocos que mantienen una posición crítica.

La crisis económica es igualmente grave. La directora ejecutiva del FMI, Christine Lagarde, la sintetiza así: “La economía venezolana no se ve afectada por un solo problema económico importante. Venezuela se enfrenta a varios problemas y ciertamente la situación económica parece ser muy grave y se ha deteriorado en los últimos meses. La caída de los precios del petróleo ha afectado las exportaciones, ha frenado las importaciones y la capacidad productiva se ha reducido drásticamente. Además, los déficits fiscales están aumentando ante la caída de los ingresos fiscales petroleros. Por último, se prevé que la inflación aumente a niveles que podrían indicar un riesgo de hiperinflación”. A la hiperinflación se llega, como la definió Phillip Cagan, cuando la tasa de inflación mensual es igual o superior al 50%. Sin haber llegado a ese extremo, sí ostentamos la mayor inflación del mundo.

Ante esa dramática realidad y el caos cambiario existente, a lo que se suman los pésimos servicios públicos y la corrupción, el gobierno ha tomado la vía de la inacción, sobre todo en materia de política cambiaria, que ha sido utilizada como instrumento de enriquecimiento por los paniaguados del oficialismo a través  del manejo de los cuatro tipos de cambio, los tres oficiales y el del mercado negro o paralelo. Por esa razón, por temor a irrespetar el modelo fracasado que implantó el difunto y por la irresponsabilidad de no pagar el costo político que tendría la aplicación de las necesarias medidas correctivas, es que el ocupante de Miraflores y sus acólitos permanecen de brazos cruzados.

En una reciente entrevista, el padre Luis Ugalde, cuyo lúcido y equilibrado criterio es reconocido por  todos,  reclamaba que “hay que tomar medidas de sinceramiento económico porque estamos en una especie de posguerra en términos de destrucción del país” y agregaba que “pensar que el cambio del ejecutivo va a ser en 2019 es inaceptable”  porque eso “no puede esperar al 2019”.

Efectivamente, no hay que esperar que avance la destrucción del país. Por el momento, tenemos al frente las inminentes elecciones parlamentarias del 6 de diciembre y la posibilidad cierta de ganarlas, como lo pronostican las encuestas, con los dos tercios de los votos, lo que permitiría una pronta reorganización del Poder Público. Y quedan en reserva, la aplicación del artículo 72 de la Constitución Nacional para activar en el año 2016 el referendo de revocatoria del mandato presidencial, y la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente mediante iniciativa del quince por ciento de los electores inscritos en el Registro Civil y Electoral (Título IX, Capítulo III, de la Constitución).

Vacilar es perdernos, diría Simón Bolívar.

Los comentarios, textos, investigaciones, reportajes, escritos y demás productos de los columnistas y colaboradores de analitica.com, no comprometen ni vinculan bajo ninguna responsabilidad a la sociedad comercial controlante del medio de comunicación, ni a su editor, toda vez que en el libre desarrollo de su profesión, pueden tener opiniones que no necesariamente están acorde a la política y posición del portal
Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

2 comentarios

  1. De todo lo planteado por el autor y con el cual coincido plenamente en líneas generales, se mencionan cuatro aspectos importantes. El primero, que no será el gobierno sino la oposición quien asumirá el alto costo político de las medidas correctivas a aplicar ; Segundo, que se da por sentado un triunfo ´´arrollador´´ en las parlamentarias, como para cambiar el panorama legislativo de la noche a la mañana ; Tercero, convocar el referendo revocatorio ; y cuarto, el llamado a una Constituyente.

    Como quien dice una cadena de triunfos, uno tas otro, para reescribir la historia de la reconstrucción nacional, al menos sobre el papel pues, es muy probable que la realidad nos lleve por otros derroteros muy diferentes. Y es que en el supuesto probable de ganar las parlamentarias – que también se pueden perder – , apenas se estaría dando un primer paso para iniciar el largo proceso de ´´pacificación´´ y normalización del país después de largas y nada fáciles negociaciones con un sector oficialista, radical, que estará dispuesto a lo que sea con tal de no perder ni ceder un centímetro de poder. No sería ni será nada fácil llegar a algún tipo de acuerdos con alguien que ha rechazado siempre cualquier tipo de acercamiento real con el sector opositor.

    Si aceptamos de entrada que en efecto se habrá de asumir un costo político muy elevado, es por que estamos conscientes que las medidas correctivas habrán de ser muy duras. Casi que una labor de ´´amputación en vivo y sin anestesia´´. Y es que si tales medidas no son consensuadas, consultadas ni explicadas , sin gradualidad ni sentido de la oportunidad, es probable que generen ´´estallidos sociales´´ que no contarían con el apoyo de la fuerza pública para ser reprimidas adecuadamente. Sería el principio del fin de una oposición que estaría reeditando el ´´Caracazo´´ y la salida de CAP en su momento. Y es que el hombre es el animal que suele tropezar dos veces con la misma piedra.

    El Referendo Revocatorio como la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, pueden ser todo lo ´´legal ´´ que se quiera, pero, ¿ realmente se tendría el poder para hacer cumplir los resultados ? y sobre todo, ¿ cómo se podría hablar de reconciliación, paz y negociación, si para el gobierno y el oficialismo eso sería una abierta invitación a la ´´guerra´´ ?; ¿ No será que con antelación ya le estamos viendo los pelos al gato ?. Es verdad, el problema económico es muy grave, pero la forma de abordarlo, la clave del problema, es fundamentalmente político. Y hay es donde muchos no vemos líderes significativos en ninguno de los dos bandos como para manejar el conflicto adecuadamente ni encontrar la salida menos traumática posible. ¿ Es posible evitar una confrontación abierta que parece inevitable ?. Sinceramente, lo dudo.

    Lo primero que debemos asimilar es la comprensión de la realidad, los límites de nuestras posibilidades y las posibilidades efectivas de inducir los cambios de la manera mas factible posible. Y es que en nuestro caso van a resultar inaplicables las recetas de un FMI si no van respaldadas por sólidos acuerdos entre todas las partes involucradas – que no los van a ver – ; por el respaldo de las armas – que no las tenemos – ; o, porque, el gobierno decida dar el paso que hasta ahora a retrasado por conveniencias y entrar de lleno a la sociedad comunista, ya ni siquiera al estilo cubano, sino imbricado con mejor estilo estalinista de Corea del Norte. Eso, o nos arriesgamos a el ir a una Guerra Civil con todas las consecuencias que tal decisión acarrea. Los que nos ´´mandan´´ y dirigen tienen la última palabra.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba