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Homenaje a Jesús Soto

“El arte y la ciencia conducen a una acción común frente a las interrogantes universales. Pienso en el arte no como una especulación de lo bello, sino como una forma de conocimiento.”[1]

Jesús Soto ha unificado a través de su obra el arte, la filosofía y la ciencia, escisión que ha provocado la pérdida de una visión holística del cosmos y de la dimensión ética de la ciencia. El arte se transforma, así, en algo más que una búsqueda de la belleza al potenciar las capacidades sensoriales y cognoscitivas del otro. Desde principio de los años cincuenta nace esta inconformidad que llevará al artista a la abstracción y a la búsqueda de la participación como vías de reencontrar un vínculo entre   estas dimensiones.  En sus Pinturas Seriadas, Plexiglass, Primeras Vibraciones, Objetos, Penetrables, Esculturas, Volúmenes Virtuales, Ambigüedades…, niega la visión del mundo que tenemos a través de nuestros sentidos.  Este proceso creativo guiado por la intuición y   el intelecto   enfrenta   problemas que parecían insolubles al modernismo.

“A partir de la obra de otros creadores comencé a construir un mundo diciéndome que era necesario retomar todos los elementos que ellos habían liberado pero que no habían podido llevar a un término. Debía intentar el hallazgo de respuestas para todas las preguntas que ellos habían formulado, pero no resuelto.

Sí, empecé a trabajar para resolver esos problemas no resueltos por otros artistas y finalmente dí con el tema de mi verdadero trabajo”.[2]

El artista indaga en la luz como problema en el arte.   Profundiza en el cuadro Blanco sobre Blanco de Malévich, (año) rescatando en su investigación   los sentidos de esta obra maestra del abstraccionismo.  Al acercarse a Mondrian   se percata del carácter vibracional de la realidad, logrado a través de los contrastes cromáticos  de los Boogie Woogie de la Victoria, 1944.  Esta senda llevó, al artista a los puntos nodulares que aún son fundamento del arte contemporáneo:   problemas planteados  en la obra de   Cezzane y en los movimientos vanguardistas como el postimpresionismo, el constructivismo,  el futurismo, al suprematismo, el neoplasticismo, el dadaísmo, el cubismo y la Bauhaus.     

 ¿Por qué alguien nacido entre un paisaje primigenio de una fuerza  arrolladora   como lo es el  Sur de Venezuela,   no proyecta  en  su lenguaje plástico  ese calidoscopio formal y vivencial? Esto se hace comprensible  pues su  concepción del arte  busca atrapar la esencia de la realidad. Estamos    ante  una cosmovisión artística   vinculada a la filosofía,  pudiéndose encontrar analogías entre esta intencionalidad y  las reflexiones  de  Demócrito, al explicar  la cualidades externa de la materia a través de su estructura interna, integrada de partículas invisibles e indivisibles llamadas por él átomos. Intuición que la física actual llevará a límites insospechados.  El vacío no es tal, pues está integrado de átomos, con una estructura nebular diferente a la intuida por  el filósofo griego. Pero esta línea de pensamiento   se emparenta    con Heráclito de Efeso, al señalar   que todo cambia y nada permanece. Esta  obsesión de Jesús Soto por  atrapar  la esencia de la realidad, lo  acercará al pensamiento oriental, tanto al hinduismo como  al budismo a través de   la concepción que tienen de la realidad como ilusión  o maya, ocultadora de su la esencia. Llegar a conocer y  vivir esta dimensión existencial es el  sentido de estas místicas y  filosofías.    

A veces la cercanía a  la obra de un artista como  Jesús Soto,  nos  impide percibir  su trascendencia en una perspectiva adecuada. En Venezuela estamos tan familiarizados   con sus  Penetrables, Progresiones,  Volúmenes Virtuales, su  armónica  integración al  paisaje urbano en espacios como el Teresa Carreño, la estación del metro de Chacaito, El Cubo negro,la autopista del Este, el Parque Central,  que la percibimos como algo cotidiano; pero  cuando  observamos y meditamos  la transformación estética que logra esta obra en los espacios en que se inserta,  nos percatamos de que muchas cosas están ocurriendo simultáneamente   en  niveles que trascienden lo estético. 

Uno de los aspecto que más destacan de esta piezas es que los materiales que la integran  son tan cotidianos que se encuentran en cualquier supermercado:  tubos, hilos de nylon, alambres, maderas, formicas, plásticos.., transmutando   su condición    para    transmitir a través de la creación artística otra  dimensión,   que   se centra en las relaciones  que nacen entre ellos  al ser transformados y reubicados en  otro contexto,  como metáforas de la interacción que se generan entre los diversos niveles del cosmos y  nosotros.   Si algo caracteriza la visión de Jesús Soto y la generación de artistas que lo rodearon, es la  del futurismo no como movimiento estético sino como visión de la realidad. Estamos  ante el artista  como  antenas y eco  de espíritu de su tiempo y del porvenir.

“Pretendo en estas obras, demostrar las posibilidades ópticas del hombre y lograr que el espectador se detenga realmente a observar el movimiento.”[3]

El artista en su obra expresa la transformación y el cambio como una constante.  Logrando enfocar nuestra atención en  la relación de los materiales cotidianos   para    hacer perceptible  la cuarta dimensión: el tiempo que se manifiesta en el movimiento y el cambio. ¿Qué  hace  perceptible el Tiempo  al sentido común? ¿Cómo atraparlo en términos plásticos ? Son   algunas de las interrogantes que han guiado  la investigación de  Jesús Soto. El tiempo deja su huella en nuestro entorno a través del movimiento interno o externo, que genera el cambio de las cosas. La  incorporación de esta problemática en diversas modalidades es uno de los principios estéticos que han dado nacimiento a  la riqueza    a su lenguaje plástico   presente desde las  Pinturas Seriadas a principios de los cincuenta, donde se  acerca a esta dimensión a través de la repetibilidad y la variedad de la densidad cromática. Desde ese momento se hacen constantes las tensiones visuales que pueden llegar a generar   la repetición      al contraponerse   a formas libres,   de alambres sobrepuestos  o de líneas  que buscan la curva.

“Sigue siendo la cuadrícula, sigue siendo la repetición. Hace poco un poeta me contó que le habían dicho que Soto lo que hace son rayitas, entonces él respondió:«Sí, pero para destruirlas». Esta fue una justa respuesta, los elementos de base son absorbidos por la intuición creadora. Eso también pasa con la poesía, todo el mundo puede escribir con las mismas palabras y con las mismas letras y los resultados no son los mismo.”[4] 

La  mutación creativa que hace  de la materia y la tecnología    transmite un clima humanizador y sublime a la dureza de materias industriales. El cálculo matemático y una rígida geometría  son  realidades   burladas por  las situaciones azarosas que generan.  Situaciones que nos llevan  a una mayéutica plástica,   revelándose  la estructura oculta de la materia desde una perspectiva estética, tal como se evidencia  en    obras dominadas  por  la dureza geométrica. Estos elementos  al relacionarse como  totalidad  subvierten este sentido,  generando situaciones impredecibles y aleatorias, tal como se plasma en las Columnas Vibrantes, 1966,  e incluso en Sphera Concordé, 1996, donde los hilos  de nylon hacen brotar formas y tensiones  que  dan nacimiento volúmenes virtuales,  sentido que se expresa  también en  sus líneas de T, los Penetrables, las Progresiones,    en las Escrituras, donde al carácter vibracional de la propuesta  se le añade con la caligrafía abstracta un carácter dibujístico,  carente de toda significación pero que por analogía muta al espectador en creador al buscar  posibles significados   en la   palabra inexistente.

“Antes realizaba un cuadro como cosa prevista o preconcebida. Sin embargo, más adelante,  he venido valorizando los elementos del hallazgo o del azar, durante la realización de mis obras…Para mí el azar es un elemento viviente y me proporciona extrañeza. Se trata de algo que me llega desde afuera. Es decir son elementos extraños a mí que por medio de la valorización incorporo a mi obra.”[5]

Las obras  Cercles Rouges, 1961, en Vibración roja, azul y negro, 1958, o en los  objetos como Leño viejo, 1961,   las relaciones que se dan en las piezas asumen un  ritmo  dinámico, al convertirse la dimensión estética  en proyección de los imperceptibles  giros del    átomo o de  la ambigua condición  de la luz.   Cada etapa de este  lenguaje plástico  va haciendo palpables  verdades que se  materializan artísticamente con un sublime  sentido de belleza, enriqueciendo la abstracción con contenidos científicos y filosóficos.  Al  cristalizar y reinterpretar     la realidad,   la obra se vincula  a teorías como las ideas platónicas,  donde  la  realidad inmediata  es la sombra de una realidad dura: las ideas.  En otros términos esto se traduciría como si la realidad se escondiera a sí misma y al penetrar en su esencia se descubre su verdad y su poder como lo hiciera Einstein y la física moderna. Materia    percibida como energía y   relacionada   al tiempo o a la cuarta dimensión. Se afirma, así,  los postulados filosóficos  de E.Kant  sobre   el espacio y el tiempo como a prioris. La obra de Jesús Soto es una evidencia plástica de que el espacio, el tiempo  y la materia   están íntimamente vinculados.

“El penetrable es la corporeización de la idea que alimentó mi pensamiento sobre el estado de lleno total del universo mediante relaciones. Es la revelación del espacio sensible, eternamente lleno de los más puros valores estructurales tales como la energía, el tiempo y el movimiento. Es la realidad del espectador/participante que entra en un Penetrable y por tanto en un espacio/tiempo diferente.”[6]

Podríamos considerar las diversas etapas de su lenguaje plástico como la  metamorfosis   de  una concepción del mundo,   a través de diversas materializaciones estéticas, que llegan al grado de hacer  sensibles los  principios de la física, tal como ocurre con sus Penetrables, en los que hace palpable el vacío y el carácter ambiguo de la estructura interna de la luz, o en sus volúmenes virtuales de esfera en tubos de aluminio  o hilos de nylon que hacen brotar un volumen que   no está presente  en los elementos de manera aislada sino en las  relaciones que se  generan entre el material sólido (aluminio) o el material  frágil y etéreo( el nylon).  Esta interacción establece el carácter vibracional de la materia,  el cual es incognoscible e imperceptible por nuestros sentidos, pues la transformamos al tratar de conocerla, tal como ocurre con los Penetrables, que cambian al ser penetrados para hacer sensible el vacío y el    contradictorio comportamiento de la luz, como onda  y partícula. Este sentido se hace presente  también en  el dinamismo   de  obras como Aleatorio II, 1996, a través de  las tensiones de profundidad visual que crean los diversos planos de color al contrastarse con el fondo.

“Lo que intento es, a través del color, crear ambiguedad espacial. Cosas que están en un mismo plano causan sensaciones de plano diferentes y en constante movimiento.”[7]

Jesús Soto recupera en su obra la inmediatez  sensorial de la música. Estableciéndose    vínculos entre ella y su obra, tal como ocurre con la estructura compositiva de  los brandenburgos de J.J. Bach,  donde estamos ante un fondo constante sobre notas que varían de escala, creando un efecto de trascendencia y transición a otra realidad.  La estructura compositiva  de la obra   de J.Soto  confronta  fondos seriados  sobre variaciones formales.  En la  obra de los noventa los vínculos  con  la música  y las combinaciones cromáticas  tienen más  analogía   con la música atonal, pues se crean relaciones aleatorias a través de la forma y el color.    En rasgos generales incorpora a su propuesta este  sentido de afectación directa  a la sensibilidad  que posee la música,  que lo alejan  de  lo narrativo, pues nos enfrenta a una comunicación directa  gracias a las pulsiones ópticas, generando un choque de sensibilidad que  nos devela lo sutil de las dimensiones en que  nos vemos inmersos sin sentirlo. Estamos ante un lenguaje plástico  que     proyecta   categorías universales como  el espacio, el tiempo y el movimiento. Así la obra trasciende toda geografía, pues es cósmica en el sentido que asume la totalidad como uno de sus ejes. Estamos   así   ante la  belleza como conocimiento y  mayéutica.

“El hombre es parte del universo, y a mismo tiempo es un universo  dentro de un universo”.[8] [1]  Jesús Soto, El concepto científico del arte, Revista Imagen, pp 28-19, 1993 

[2]  Natera,  Francia, Jesús Soto encontró su propia vía, El Nacional, 7/11/1974

[3] El  Nacional, 27/2/1972

[4] Hernandez-D´Jesús, Enrique, Jesús Soto: El vacío y la escritura del espacio, Suplemento Cultural, Ultimas Noticias, 17/3/1996

[5] El Nacional, El azar es para mí un elemento viviente, palabras de Soto al llegar de París, 9/8/1961

[6] Soto o la Penetración…El Universal, 11/10/1981

[7] Meneses, Adriana, Soto trae sorpresas, El Universal 11/4/83

[8] Suplemento Cultural Ultimsa, Ultimas Noticias,  12/6/83

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Un comentario

  1. Excelente trabajo, más que un a simple aproximación, Eduardo… un gran regocijo, al leer como El Maestro Soto, unificando, más que mezclando, Ciencia y Arte, pasa a ser el Río de Heraclito… siempre el mismo río, nunca la misma agua, siempre el mismo Arte, nunca repetido… lo más cercano a Eisenberg que he visto en Arte… gracias Eduardo Amigo…

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