Huele a gas

Eduardo Soto Álvarez
El sábado pasado, llegó a Caracas el Primer Ministro de Trinidad y Tobago, quien vino a suscribir un Acuerdo para, según reza la versión oficial chavistoide: “desarrollar las potencialidades energéticas de ambas naciones”.
Aunque del lado venezolanose conoce pocoal respecto, al parecer el Acuerdo,que se venía negociando desde hace un par de años,se refiere a la venta de gas natural del yacimiento venezolano de Dragón, situado frente a nuestra costa al noroeste de Trinidad, para ser procesado en una plataforma, propiedad conjunta del gobierno de Trinidad y Tobago y de la Shell, ubicada a 18 kilómetros del yacimiento.
La mejor forma para evitar la suspicacia que genera la opacidad e induce a pensar que nuestro papel es de simples proveedores de la materia prima, sería ofrecer mayor información sobre el Acuerdo.
Pero lo que si se publicó en la prensa, fue el llamado a la Shell y otras transnacionales energéticas para que inviertan en Venezuela, formulado con tanta elegancia y con argumentos tan convincentes (vengan rápido y con la chequera que esto es un paraíso), que a pesar de las conocidas circunstancias de nuestro país, las grandes empresas, más pronto que tarde, se agolparán a nuestras puertas.
El Acuerdo, cuya firma el precavido régimen venezolano solicitó trasladar a Caracas, evitando cercanías al epicentro del reciente sismo, ayuda a explicarlos motivos del Mandatario del país limítrofe, para aplicar mano dura a los inmigrantes venezolanos, aunque no se descarta que puedan existircausas de otra índole.
Con razón, un veterano diplomático ya fallecido, solía decir con sorna, que entre países no hay nada como la amistad sin límites.