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La Caída de los Imperios

La caída de los imperios ofrece una enorme oportunidad para quienes quieran transformar una sociedad. La implosión del régimen autoritario rentista o Petro Estado venezolano que se formó alrededor del crecimiento de la renta petrolera es una de esas grandes oportunidades.

Por ejemplo, la caída del Imperio Romano fue necesaria para que surgieran nuevas sociedades. Algunas de las características de su colapso coinciden con las de Venezuela: Debilitamiento del Estado Centralizado; minimización de la economía movida por el gasto público, la monetización del déficit y la inflación; la proliferación de espacios vacíos por la pérdida de operatividad gubernamental y de los servicios públicos; reducción de transito y del intercambio interregional; emigración de los centros a las periferias; y activación de voluntades y sectores antes políticamente marginados.

Obviamente, el régimen venezolano tiene sus particularidades, algunas de las cuales no facilitan el cambio: Sigue siendo bastante sólida la alianza militar-cívico que lo sostiene; las sanciones que debilitan al grupo gobernante no son eficaces para cambiar el gobierno; las oposiciones se encuentran atomizadas y minimizadas; pero el empresariado y la Iglesia Católica aparecen como sectores con credibilidad por su gestión por el bienestar de país; la mayoría del empresariado está dispuesto a negociar con el gobierno las privatizaciones y cambios en las políticas económicas; a lo cual se suma una creciente división del oficialismo entre radicales y moderados, estos últimos motivados por el hecho de que desean rescatar gobernabilidad y evitar mayor daño de imagen a liderazgos oficialistas no sancionados que podrían servir de reserva.

Lo más importante de todo esto es identificar cómo reaccionar ante el derrumbe. En el caso de la caída de Roma y dentro de lo que hoy es Italia, se encuentran dos rutas: El Sur de Italia siguió bajo un sistema político económico de dominación vertical, el feudalismo o siendo parte de otros imperios. De allí que, 15 siglos más tarde, Robert Putnam, profesor de la Universidad de Harvard, reporta en su libro Making Democracy Work, explique, con base en esas condiciones el subdesarrollo del Sur de Italia. En franco contraste, Putnam reporta que el Norte de Italia, a la caída del Imperio, tuvo la suerte de que la situación inicial fuese anárquica. En este caso, los pobladores tuvieron que organizarse para apoyarse mutuamente en los trabajos del campo y en la defensa frente a saqueadores. Estas sociedades se llamaron las Sociedades de las Torres porque construían montículos de piedra para que unos vigilaran mientras otros trabajaban. Para responder a cualquier necesidad, las sociedades del Norte organizaban un grupo que se ocupaba del asunto. En esto coinciden con lo que reportó Alexis de Toqueville en su libro La Democracia en America, en el cual dice que los norteamericanos «parecen organizar un grupo cívico para responder a cualquier cosa» (…»they seem to have a civic group for everything»).

Los mensajes para los venezolanos son muy claros: El colapso de nuestra industria petrolera es una catástrofe para el pueblo que aspire a seguir viviendo del reparto y para los políticos que quieran seguir repartiendo para dominar. En cambio, para los ciudadanos que deseen vivir de su trabajo y éxitos, diversificar nuestras exportaciones y, con ello, diversificar las fuentes de poder y construir una nación pluralista-democrática, el colapso petrolero es una gran oportunidad.

La destrucción de la más ínfima empresa del Estado hasta PDVSA, y de todos los servicios públicos es una tragedia para quienes gobiernan, para quienes aspiren a gobernar bajo el mismo esquema de dominación y reparto, y para quienes aspiren que les toque algo en el reparto clientelista de cargos públicos.  En cambio, para los ciudadanos que aspiren a tener un gobierno eficaz, transparente y eficiente, el colapso del venezolano es una gran oportunidad y una gran responsabilidad. Nos toca, a cada ciudadano y a nuestras cámaras, sindicatos y ONGs a nivel sectorial, y a cada sociedad local o regional, a nivel territorial, organizarnos para asumir el control y la recuperación de las empresas del Estado, de los servicios públicos y de la descentralización. Un gran motivador para mover este proceso es el aumento estrambótico de impuestos, de la gasolina y de las tarifas de electricidad, aseo y agua. Tendremos que pagar. El error (o manipulación) fue regalar los bienes y servicios que hoy no tenemos. Pero, para aceptar esos nuevos precios, necesitamos organizarnos para exigir resultados o  confrontar con vehemencia. 

Así y todo, están surgiendo puentes que pueden suavizar estas tensiones entre los moderados del chavismo, empresarios que queremos negociar con el gobierno, políticos ahora llamados independientes que se deslindan de la polarización oficialismo-oposición y que quieren ocuparse de la gente y no del poder, y alcaldes y gobernadores, de todos los bandos, que le van a tener que dar la espalda al divisionismo y al clientelismo nacional para poder responderle a sus ciudadanos. Aprovechemos estos puentes reuniéndonos, organizándonos y negociando para evitar llegar hacia donde vamos: Una guerra o a caer en el Escenario Cubano.

@joseagilyepes

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