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La diferencia importante

La ciudadanía venezolana, ante la presentación y aprobación de un proyecto preparado por la Asamblea Constituyente convocada por el gobierno del difunto y convocada gracias a una cuestionada sentencia de la Corte Suprema de Justicia donde se cambiaron las condiciones de modificación de la carta fundamental del año 1961, se encuentra hoy en una encrucijada legal terrible.

El régimen que nos destruye desde hace tres lustros se ha encargado de hacer aprobar o emitir a la manera de ukases, una serie de leyes y reglamentos de dudosa constitucionalidad que nos colocan como cumplidores de un amplio elenco de ellas, pero simultáneamente, violadores de otra colección de disposiciones sobre la misma materia. Es decir, todos estamos en libertad condicional y condicionada.

¿A qué estamos sujetos? Estamos sujetos a los deseos de los jerarcas del régimen y a la peregrina idea, también inconstitucional, de que no le caigamos mal al dictador y a sus secuaces.

¿Porqué hemos llegado a estos extremos? Hemos llegado a estas terribles etapas pues quienes nos oponemos a los intentos de llevarnos al comunismo promovidos desde La Habana, no hemos dado los pasos necesarios que nos conduzcan al éxito.

La oposición está obstinada, desagradada e inconforme con la gran mayoría de los pasos dados para contrarrestar las acciones de la creciente dictadura.

Si nos retrotraemos a los años del difunto, podemos encontrar falta de acciones para impedir sus pasos tácticos de cambio de la hora legal (evento que muchas personas vinculan con la santería), ni el cambio del nombre de la nación, ni la añadidura de una octava estrella justificada dudosamente, ni la modificación del escudo nacional ni tantas otras imbecilidades. Luego, cuando el juego comenzó a ser “arriado” nos encontramos que a pesar del triunfo de la oposición ante el planteamiento de modificación constitucional, el régimen que nos destruye se sintió cómodo y comenzó con su inicua labor de desarrollar el laberinto legal que le convenía. Hoy, nos encontramos que ni los ciudadanos ni mucho menos los dirigentes, saben cuales son los pasos a dar que pueden conducir al triunfo.

Buscadas las causas nos atrevemos a proponer una que consideramos importante.

Los contratos sociales de la gran mayoría de las naciones, léase, sus constituciones, establecen que sus gobiernos tiene la obligación de respetar y contribuir al desarrollo de todos los ciudadanos del país. El régimen que nos destruye, tal como hizo Fidel Castro en Cuba, tiene por objetivo “exterminar” a quienes nos oponemos a sus dictados. Todo esto sucede a pesar de que las disposiciones legales que nos rigen, establecen el principio de nación y el respeto a toda su ciudadanía.

Creo que es oportuno recordar que esta es la primera (y esperamos que la última) vez que sucede esta aberración pues, pensamos, que ni en tiempos de Juan Vicente Gómez ni en los tiempos de Marcos Evangelista Pérez Jiménez, sin excluir las terribles acciones dictatoriales, creemos que nunca se plantearon el exterminio de quienes los adversaban.

Venezuela requiere de Paz. Y para ello hace falta que cesen las acciones terribles que ocasionan la emigración de nuestros jóvenes, la existencia en aumento de presos políticos y las políticas de tolerancia ante los delitos de están colocando en prisiones habitacionales (en sus casas) a todos los ciudadanos de la nación.

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@rafael862

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