La Fiesta del Chivo: Poder y sexualidad
En la novela la Fiesta del Chivo, 2000, Mario Vargas Llosa (1936) recrea el drama social y político de tres décadas (1930-1961) de la cruel dictadura de Rafael Leónides Trujillo (1891-1961), Chapita, el Benefactor, el Generalísimo, el Chivo de la República de Santo Domingo. Convirtió su cotidianidad en espectáculos de los que era director y guionista, su teatralidad lo llevó al extremo de nombrar General a su hijo Ramfis a los 11 años, en un acto con oficiales, ministros y diplomáticos, mientras en las calles dominaban las desapariciones, los asesinatos en masa y las aberraciones sexuales como política de estado. Situación por la cual, el Premio Nobel de Literatura del 2010 estructuró la novela alrededor de una “mujer espigada morena y de rasgos finos, tez bruñida y grandes ojos oscuros, algo tristes” (MVLl: p. 11, 2000), que a los cuarenta nueve años retorno a la isla a enfrentar su trágico pasado. Urania Cabrales, es inicio y fin de esta novela que trascurre entre sus recuerdos.
“Urania para mí es un personaje muy conmovedor… que yo inventé con la idea de que la novela tuviera, no sólo una perspectiva histórica, del pasado, sino también contemporánea; que la dictadura, la muerte de Trujillo, el caos y la violencia que siguieron a ese episodio, fueran escritos desde la época contemporánea, con toda la experiencia acumulada desde entonces; pero también porque quería que un personaje femenino fuera uno de los protagonistas de la historia. La dictadura fue particularmente cruel con la mujer. Como todas las dictaduras latinoamericanas tuvo un contenido machista. Pero eso, imbricado con lo que es un régimen autoritario, de poder absoluto, convierte a la mujer realmente en un objeto vulnerable a los peores atropellos (Entrevista a Mario Vargas Llosa de Diego Barvabé, para Perspectiva, 2000, Buenos Aires)
Décadas de horror y asesinatos políticos, que tuvieron una dimensión genocida desconocida en el Caribe, como la Masacre del Perejil, 1937 en la frontera dominicana con Haití, limpieza étnica, donde las tropas del ejército dominicano masacraron entre 15.000 y 20.000 haitianos. Anhelo de pureza racial que recuerda la pesadilla del nazismo. Se hizo común en la isla la desaparición de familias, asesinatos de opositores, y secuestrados dentro y fuera de Santo Domingo. A través de la narración se funden tramas que van de lo individual a lo colectivo, como el de Urania Cabrales, Antonio Imbert, el turco, el teniente Amada García, el general Maza.., y al desarrollarse sus narraciones se devela la tragedia de sus vidas, y de una nación. Historias entrelazadas que nos acercan a la comprensión de las dictaduras en Latinoamérica, permitiéndonos acercarnos y reflexionar sobre procesos similares a los que se dieron, y se desarrollan en Latinoamérica y Venezuela. Se convierte así su lectura, en un aviso contra los regímenes autoritarios.
“Dentro de las dictaduras, diríamos autoritarias, quizás la que está más cerca de ser una dictadura totalitaria, de control absoluto de una ciudad, es la de Trujillo. Llegó a tener un control, no sólo sobre las conductas, sino también sobre la psicología, y hasta los sueños de los dominicanos. (Mario Vargas Llosa)
Los conspiradores que atentan contra Trujillo en una noche de mayo de 1961, tienen que enfrentar con su vidas la consecuencia de sus actos, al fracasar el plan de instaurar una junta cívico-militar y desatarse durante meses una ola de represión en las cárceles de ese entonces en Ciudad Trujillo, dirigida por Ramfis y Jhonny Abbes, director del Servicio de Inteligencia Militar (SIM).
«Escribir sobre la dictadura de Trujillo es escribir sobre todas las dictaduras» (Mario Vargas Llosa)
PODER Y SEXUALIDAD: “El sexo era para Trujillo uno de los símbolos del poder, de su virilidad, valor supremo para una sociedad machista; por tanto la mujer realmente era un objeto del que se disponía: los padres regalaban sus hijas a Trujillo, éste infligía a sus colaboradores más cercanos esa humillación de acostarse con sus mujeres… muchas veces simplemente para mostrar su poderío, su autoridad, sobre algunos de ellos”. (Mario Vargas Llosa)
Mario Vargas Llosa, a través del personaje ficticio de Urania Cabrales fusiona la ficción, la historia y estimula en el lector la reflexión sobre nuestro presente. Nombre que transmite a la novela una atmósfera mítica, Urania, hija de Urano se asocia en la mitología griega a lo celestial, musa de la Astronomía y la Astrología. Una de las representaciones clásicas de Urania procede del pintor francés Simón Vouet (1590–1649): Las musas Urania y Calliope (1634) actualmente en la National Gallery of Art de Washington, DC.
Al Uri, Miss Cabral como era llamada desde que salió de Santo Domingo, al convertirse en ofrenda viva, como muchas otras niñas, nos revela uno de los rostros más oscuro y crueles del trujillismo, y el silencio de una sociedad cómplice, que convierte este absurdo en un paradigma de compartimiento, que emula Ramfis, hijo mayor del Chivo, de quien con sus secuaces tenía aterrorizadas a las familias de la isla, por las violaciones a niñas y jóvenes.
Uno de los pilares que sustenta el poder de Trujillo, es la humillación, la posesión del otro a través de la sexualidad. Estos rasgos se evidencian en la personalidad de Chapita, al generar terror y devoción hacia su persona. Estrategias de sumisión eran las pruebas de lealtad a los miembros civiles de su gobierno. Llegando a extremos, de ponerlos a prueba en los momentos menos esperados y así derrumbar su personalidad, y dignidad para convertirlos en seres temerosos, vacíos, serviles y fanáticos. Sólo pocos de su entorno pudieron escapar a esa grieta en el alma,. A la que se llamaba en el argot popular dominicano “la caída en desgracia”, entre ellos se encuentra Balaguer, a quien consideraba el tirano un hombre sin ambiciones, y un títere para sus fines. Presidente sin poder, hombre máscara que logro simular su verdadera personalidad. A tal extremo que se sospecha de sus vínculos con los conspiradores, del atentado que acabó con la vida del dictador. Tal era el nivel de su simulación que al caer el régimen, fue uno de los principales colaboradores para la reconstrucción de la democracia y presidente por seis periodos tras la caída de Trujillo. El tirano no pudo depredar su dimensión interior como hacía con los personajes de confianza, que llegaban a cometer actos inmorales como las ofrendas de niñas o jóvenes vírgenes para obtener otra vez el favor del líder, y las prebendas que ellos traía consigo.
“El Chivo es el Generalísimo Trujillo, dictador de la República Dominicana entre 1930 y 1961, le decían el Chivo por las connotaciones sexuales que tiene la palabra de hombre enérgico, macho. Es una idea que al General Trujillo le gustaba, que lo comparan con un macho cabrio”. (Entrevista a Mario Vargas Llosa, por José María Bernáldez, 2000)
Uno de los pilares del poder del Trujillismo para lograr la total sumisión, era tener relaciones sexuales con las esposas de sus ministros, senadores, y fanfarronear de ello. Se llegaban a convertir estas aventuras de cama en la comidilla de la sociedad de Ciudad Trujillo. Dándose el caso de ministros que mantenía en el exterior haciendo diligencias innecesarias, para tener al cornudo alejado de su esposa. Esta aberrante manera de ejercer el poder se convirtió en la isla en un paradigma de conducta.
“Yo he sido un hombre muy amado. Un hombre que ha estrechado entre sus brazos a las mujeres más bellas de este país. Ellas me han dado la energía para enderezarlo… ¿Saben ustedes cuál ha sido la mejor de todas las hembras que me tiré?…La cabeza de cabellos plateados buscó y encontró…! La mujer de Froilan¡…Froilan había heroicamente sonreído, reído, festejado con los otros la humorada del Jefe”. (MVLl: p. 74, 2000)
La perversión de su poder se evidencia en toda su dimensión, en la tragedia que rodea a Urania, cuando su padre Agustín Cabrales, Presidente del Congreso y de altos cargos a lo largo de décadas, llamado por el Chivo y su entorno el “Cerebrito” cae en desgracia sin razón, por el tirano para probar su grado de lealtad y servilismo.
El dictador asume rasgos semidivinos, al poseer total dominio sobre el destino de los dominicanos. Y una serie de rasgos de su personalidad que lo hacía sobrehumano e invencible. Se podría crear un paralelismo con el mito bíblico de Abraham que tiene semejanzas con la trama del sacrificio de su única hija. Yhave, le pide a Abraham que sacrifique a su hijo. Y le ordenó, “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.” (Génesis 22:2). Y en La Fiesta del Chivo. “El senador Agustín Cabral, la enviaba ofrenda viva, al Benefactor, y Padre de la Patria Nueva” (MVLL: p. 501, 2000)
Este don es dado al omnipotente tirano, por Manuel Alfonzo, el encargado de ubicar y disponer las víctimas para este ritual. “-A prepararme –recupera Urania la firmeza-ablandarme, asustarme y encantarme. Como las novias de Moloch, a las que mimaban y vestían de princesas antes de tirarlas a la hoguera, por la boca del monstruo”. (MVLL: p. 496, 2000)
Este personaje del trujillismo es un ser contrahecho moral y físicamente. Solo él se atreve ayudar a Agustín Cabrales, en su desesperación por recuperar el favor del tirano, quien le congelo todas las cuentas bancarias dejándolo a la deriva. Manuel le propone dar como ofrenda de lealtad y fe, a su hija. En el mito bíblico el sacrificio del hijo, no se ejecuta pues la divinidad sólo deseaba conocer la determinación del devoto padre de Isaac, a diferencia de Trujillo que necesitaba renovarse en su decrepitud, para renacer fortalecido de la violación, al afirmar su virilidad. Urania será sacrificada ante el altar de la Casa de Caoba, entre una cama con colchas blancas bordadas que olían a flores frescas y ha pasto. El tirano fracasa como hombre en su intento de renovación, al dominar la flacidez de su excitado pene. Dos semanas después del fracaso desastre de este ritual es cocido a balazos. En la novela es esta aberración la causa de la muerte del Benefactor, especie de karma caribeño. Pues sólo gracias a estas escapadas nocturnos del lubrico dictador, los conspiradores pudieron asesinarlo, una noche de mayo de 1961 cuando iba a la Casa de Caoba en San Cristóbal, a tirarse una joven. Únicamente en estos momentos descuidaba su seguridad planificada por el coronel Jhonny Abbes, por orden de Trujillo.
La dualidad entre su temeridad y el temor por perder la hombría, se traducía en ese voraz anhelo de posesión sexual incluso en sus relaciones sociales, a través de las pruebas de lealtad, y de la perversión como cuando sentía el escroto hinchado ante la inocente desnudez de Urania que lo retó, y destruyó. La ficción histórica delata lo que los libros de histórica ocultan: la crueldad e inhumanidad que fue capaz de cometer este dictador caribeño, con plena conciencia de su crueldad.
Las primeras líneas de la novela, revelan la tragedia que se desarrollará, en los recuerdos de Urania, en el antiguo Hotel Jaragua donde su padre la llevaba en su niñez…. Convertirse en mole de concreto, cuando retorna tras décadas a enfrentar a su padre, nos lleva del pasado al presente, en una trama que convierten el tiempo de la novela en un instante, que transcurre entre el monólogo de Urania con Agustín Cabral y la terrorífica verdad, que da a conocer a sus tías y primas por no haber vuelto a la isla. Al explicar la causa de su ausencia, les detiene el corazón la silenciosa tragedia vivida y comprender el culposo sufrimiento del inerte Senador Cabral, recordando una y otra vez el pecado de su existencia, y no poder morir para silenciar su cerebro. Y seguir día a día recordando como sacrificó a su hija, para obtener los favores de un inmoral tirano caribeño que destruyó su dignidad e integridad.
Urania sobrevivió a esta tragedia gracias a las dominicas, que la protegieron y enviaron fuera de la isla, a estudiar y curar la herida lacerante en su alma. Nunca sanaría. Se convertiría en una mujer exitosa, para ocultar su angustia interior, su desamparo, su vacío interior, ecos del dolor y sufrimiento de aquella noche caribeña, como cientos de niñas al igual que ella. Hoy mujeres marcadas con este estigma, nunca sabremos sus nombres, pero Mario Vargas Llosa con su magistral palabra eternizo esta degradación para evitar que se repita. La literatura se convierte en memoria necesaria, para recordar lo que no debe ser olvidado, y transmitirnos las enseñanzas de las atrocidades cometidas por las dictaduras caribeñas, que deben ser revisadas y analizadas. Para poder escapar a los tortuosos laberintos en que nos encontramos atrapados.
Mario Vargas Llosa, La Fiesta del Chivo, Editorial Alfaguara, Colombia, 2000.