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La Locura y La Sociedad

La demencia en el individuo es algo raro; en los grupos, en los partidos, en los pueblos, en las épocas, es la regla.Friedrich Nietzsche

Las rejas, las llaves, los candados, las puertas de seguridad, las zonas escondidas, son características, no deseadas pero existentes, de los recintos hospitalarios donde se trata la enfermedad mental, aun cuando tras las rejas haya árboles, lagunas y pájaros. En los países desarrollados se mantienen las mismas características mencionadas sólo que con mucha más tecnología y también mucho más diseño de interiores para reducir el efecto del encierro y hacer que parezca un lugar agradable: carnets de acceso, llaves magnéticas, cámaras de vigilancia y, aunque a primera vista todo ello pareciese sacado de un relato de barbarie medieval, antagónicamente, de un laboratorio de guerra bacteriológicaes necesario, sin embargo el confinamiento médico de un paciente mental es temporal y para su cura, algo así como la estadía de un paciente en UCI, desagradable pero necesaria. Al contrario, la sociedad jamás necesita ni necesitará ser confinada por ninguna razón, son en los confinamientos sociales donde aparecen los problemas. En una sala de trauma, de cardiología o de medicina interna, los accesos sólo están condicionados por las horas de visita y los permisos particulares de los médicos para las mismas, no es necesario encerrar a nadie, la voluntad de curación que yace en la racionalidad, hace que el paciente aguante su estadía prolongada hasta la mejora. En las hospitalizaciones de psiquiatría hay que cuidar que no haya agresiones tanto a enfermos comoal mismo paciente, que no haya fugas, porque entre otras cosas el nivel de consciencia de la enfermedad puede no existir y por ello el enfermo no entenderá de la razón de su reclusión y considerará que es una forma de deshacerse de él, de aislarlo. Durante la hospitalización el paciente mental, en la mayoría de los casos, va haciendo autocrítica y su punto de vista va cambiando hacia la posibilidad que lo que pasaba era parte de un síntoma y no de una realidad, todo ello a través de la terapia y los medicamentos. Muy en contraste, la sociedad no debería ser contenida porque no se logra la mejora de ninguna problemática que la acontezca mediante la coartación de sus libertades, aunque hay momentos de las dinámicas sociales en los cuales es necesario la contención de las masas por razones de conmoción nacional, entiéndase revueltas, catástrofes, entre otras, como forma de volver a los estados de paz previos y las emociones pasen su momento crítico. Este es un ejemplo del inmenso paralelismo que se da entre el individuo y la masa social, ambos afectados por una condición que afecta sus accionares o sus emocionalidades o sus formas de pensar, quedando solo un gran desorden que es necesario arreglar. No es nada novedoso decir que tanto a lapsiquiatría, al enfermo mental, a los centros de tratamiento psiquiátricos, se les ha conferido socialmente, un halo de misterio, de estigma, de miedo, una sensación de aislamiento que se ha mantenido desde épocas remotas, lo cual no tiene nada que ver con la realidad. Llama la atención que aúnen países desarrollados y donde todo lo que tiene que ver con la operacionalización de la salud funciona, las hospitalizaciones e inclusive las consultas psiquiátricas, se encuentran aisladas de los conglomerados de atención de otras especialidades, a veces en sótanos, y quizás la razón estribe en mantener cierta paz a aquellos pacientes que pudiesen ser susceptibles de alterarse con facilidad, sin embargo, lo que viene a la mente del lego es la peligrosidad. Es una especie de herencia de los otrora llamados manicomios, referido en especial a la hospitalización de los enfermos mentales agitados y de difícil control, que eran creados en sitios alejados de las comunidades urbanas, en parte por los gritos y lamentos que las pudiesen haber perturbado y, por otro lado, generar espacios para los enfermos menos agresivos y agitados donde tuviesen una actividad productiva en el área agropecuaria, en las artes y en otras, y para ello era necesario que se contase con terrenos extensos alejados de los centros poblados. El mismo principio era aplicado a los hospitales para enfermedades infecto-contagiosas como la tuberculosis y la lepra, en esta última en el Estado Vargas, en Cabo Blanco, Venezuela, se localizaba un centro para la atención de estos pacientes conocido como leprosorio o leprocomio, en la costa. El hospital Padre Cabrera y el Victorino Santaella en Los Teques para los tuberculosos, llamados tisiocomios, nótese que la lejanía era un factor común en la ubicación de estos hospitales. La sociedad también ha sido alejada, como los leprosarios, los manicomios y tisiocomios, de la toma de decisiones acerca del país en el que son la mayoría indiscutible, porque sus voces y sus gritos perturban a aquellos que creer ser los que mandan. Se sabe que están ahí, no pueden ser obviados, pero, como en el caso de los enfermos de lepra y enfermos mentales, son aislados. La sociedad estáfuera de las decisiones en cuanto al rumbo que quiere tomar. Se leaíslacomo forma prácticaalno tomar en cuenta su decisión, cuando es convocada a consultas electorales, se les excluye cuando protestan por un mejor vivir, se les aparta como a los locos y a los leprosos de otrora, cuando no son escuchados en las redes, cuando hay burla hacia ellos, cuando se les engaña.Es necesario hacer una retrospectiva y valorar el avance de la ciencia para haber logrado entre los años setenta y la actualidad, la eliminación, por lo menos en la mayoría de los países del planeta, de los centros de reclusión permanente para enfermos mentales, conocidas en Venezuela como colonias de permanencia psiquiátricas. El Hospital Psiquiátrico de Caracas, ubicado en Lidice en la Parroquia Sucre en Caracas y la Colonia Psiquiátrica de Bárbula en Valencia, entre otros, fueron desarrollados como proyectos pioneros para darle una solución a la enfermedad mental residual o crónica, cuyo nivel de funcionamiento social estaba reducido, en épocas en que la psicofarmacología era una opción limitada.Alguno erapaciente con patologías manejables y se contaba con áreas de Laborterapia o Terapia Ocupacional, que desempeñaban tareas de reparaciones, cría de animales, siembra, ordeño, apicultura, con producción suficiente para venta con ganancias para el paciente y para la institución y al mismo tiempo manteniendo un sitio donde habitar y comer, con protección, vigilancia médica y de enfermería, un modelo perfectamente integrado al medio ambiente y a la sociedad.Sería fútil tratar de explicar el nivel de deterioro en el que las dos instituciones mencionadas se encuentran parael momento en que este trabajo está siendo realizado, es algo que no puede ser imaginado. El paralelismo entre la sociedad abandonada de hoy y una parte de ésta que son sus enfermos mentales o sus leprosos, es impresionante. La sociedad venezolana en su conjunto es un gigantesco enfermo mental afectado de tristeza, angustia, duelos, obsesiones, delirios, compulsiones, tics y, quienes se encargan de las políticas públicas, la están segregando en un enorme manicomio llamadodesinterés, desidia, desabastecimiento e inflación coronando con la guinda de la corrupción que va de la mano con el engaño.En el anecdotario de un hospital en Venezuela se evidenció que el único servicio que no había sido víctima del hampa había sido precisamente la hospitalización psiquiátrica y es que hay cosas a las que los delincuentes temen, entre ellas los perros y los locos. Cuentanlos residentes que los estudiantes de medicina de segundo o tercer año de la carrera, entraban con miedo a las pasantías en las salas de hospitalización de psiquiatría, mientras que otros lo hacían como una prueba de fuego a su valor. La sociedad venezolana actual es absolutamente temible y por ello se le aísla y tanto los moros como los cristianos en posiciones de poder lo saben, pero está dormida y ninguno de los jerarcas quiere que despierte.El ser humano tiende a conectarse comunicacionalmente con otro ser humano que parezca que está sintonizado con la realidad, que se vista de acuerdo a su edad y sexo, que coma a las horas y con cubiertos, que se asee, que su discurso estémás o menos dentro de lo estimado como normal, el “normal” de cada grupo o cada uno, que tengao no, cierto nivel de educación. Las comunicaciones entre humanos, en el entendido de la cultura basal, en la gran mayoría de los casos, pueden llevar a acuerdos o desacuerdos, pero siempre con el entendimiento de parte de los conversantes que las personas, los que hablan y de los que se habla, son normales. Esa normalidad no está necesariamente relacionada con lo físico sino también con lo mental, en otras palabras, aquello que se repite y que está dentro de los promedios es considerado social e individualmente como más normal que aquello que es inesperado, raro, nunca visto, excéntrico, por mencionar algunas características.El problema del enfermo mental tiene relación con cómo es percibido, es decir incapaz de relacionarse de manera normal, incapaz de desempeñarse en las cosas de todos losdías como trabajo, sociedad, familia, pareja, academia y recreación, aunque estos no son términos absolutos y dependen del grado de la condición, entendiéndose, capaz de causar lesiones, difícil de predecir, esta última particularmente angustiante en aquellos que se asumen como normales con respecto a quienes también asumen que son “locos”. Entonces es posible que se considere a una sociedad o por lo menos a una gran parte de ella, como un ente único que pudiese ser calificado como normal o anormal, como “loco” o “sano”. Dicho de otra forma, la sociedad puede estar deprimida, angustiada, esquizofrenizada, obsesiva, y cabe la pregunta sobre quién hace tal calificativo, porque en base al mismo es posible hacer predicciones más o menos acertadas sobre su comportamiento, y entonces ¿a quiénes les interesa predecir los posibles comportamientos sociales?, pareciese ser que la respuesta es bastante obvia: a los grupos políticos por considerar a la sociedad débil y susceptible de creer reiteradamente las mentiras. Ellos traman sus actuaciones políticas en base a la posible respuesta social, por ejemplo, una sociedad deprimida no acciona, una sociedad ansiosa se esconde, una sociedad obsesiva se vuelve circular y reitera como un “disco rayado”, una sociedad esquizofrenizada cree en lo que no existe, alucinaciones mesiánicas, aunque también puede creer en delirios persecutorios y una sociedad traumatizada tiene de todo un poco. Los políticos calculan, mejor dicho, sus asesores privados, las posibles respuestas poblacionales antes sus actuaciones, declaraciones, mensajes, resueltos, entre muchas formas de intervención, sin embargo, en Venezuela no hay mucha seguridad de que tal cosa ocurra. La lógica de alguna forma indicaría que un posible diagnóstico social de una sociedad enferma tendría como meta su curación, convertirla en una sociedad feliz o por lo menos cerca de ese estado, pero no, en el fondo lo que se busca es la menor capacidad de reacción para ir cada vez con mensajes y acciones de mayor intensidad ante la evidencia de la sumisión. Las sociedades aparentemente sanas, países desarrollados, por ejemplo, tienen pocos síntomas, sus indicadores de pobreza son bajos, los de ingresos per cápita altos, agua, luz, excretas, comunicaciones y otros servicios son cubiertos de manera continua. Son sociedades que tienen sus “aparatos” de toma de decisiones operativos, no se preocupan de manera importante por el costo de los alimentos o por la existencia de éstos, no porque tengan más dinero sino porque pueden acceder a ellos, tanto el que más tiene como el que menos, por lo menos en la mayoría de los casos.No están a la defensiva por si van a ser asaltados o secuestrados, entonces sus mentes colectivas, al tener satisfechas sus necesidades más importantes, buscan perfeccionarlas, optimizar lo que ya está bien, sistemas de agua corriente y potable en los rincones más alejados, por ejemplo, abaratamiento de los costes de los servicios básicos, salud de alta calidad en todos los lugares, comunicaciones y transporte efectivo accesible, entre otros, y para lograr lo mencionado escogen con mucho cuidado a sus dirigentes, a los que los representan para que faciliten la realización de todo lo necesario para que la sociedad sea feliz, gane mucho dinero, pague sus impuestos y cumpla con sus sueños. El ejercicio de las políticas públicas requiere alta preparación y jamás unos improvisados nacidos de la desesperación o del engaño tendrían cabida en una sociedad desarrollada, en una sociedad no enferma, pero sí en sociedades que se han acostumbrado al hedor, a la carencia, al miedo. Lo moral y lo ético se mantiene cuando no hay que luchar por la subsistencia, hay que recordar a Maslow: lo primero supervivencia, lo último autorrealización.Recuérdese entre muchos y tristes casos, el hecho que las mujeres alemanas de la postguerra, en algunos casos, se prostituyeron para dar de comer a sus hijos, toleraron violaciones para no morir. Aquellos confinados a campos de concentración comenzaron a adaptarse a situaciones de extrema dificultad, adaptación en la que está la sociedad venezolana actual, pero como decía Viktor Frankl “Las fuerzas que escapan a tu control pueden quitarte todo lo que posees excepto una cosa, tu libertad de elegir cómo vas a responder a la situación”.En las sociedades desarrolladas, unas más que en otras,existe una particular aquiescencia por el psiquiatra como parte de su vida diaria, se chequean con frecuencia, no dejan sus padecimientos al azar, no se automedican, ponen en práctica los ejercicios propios de las terapias, es decir les dan importancia a las indicaciones del especialista. Entonces una persona deprimida o ansiosa, inclusive una persona obsesiva, puede seguir interactuando dentro de ciertos límites propios de la persona y propios de la gente con quien establece sus dinámicas, el problema se presenta cuando el cuadro es grave, pero en particular cuando se pierde el juicio de la realidad, cuando la sociedad, en apariencia normal, encuentra que las conductas no se sintonizan con lo que esa sociedad espera de esa persona con la que interactúa. Un ejemplo. La sociedad interactuante, persona individual o grupal, genera expectativas sobre aquel ser con el que se va a comunicar, si es un animal las expectativas estarán relacionadas con el conocimiento que se tenga del mismo, un perro perteneciente a alguien que es visitado, genera de inmediato la pregunta “¿muerde?”, luego la revisión de los miedos propios a estos animales y de esa sumatoria y promediación viene la interacción con el humano y el can, en este caso. El enfermo mental, en aquellas personas aparentemente no enfermas con las que cohabita, también genera expectativas que a su vez se originan en una serie de prejuicios. En esas expectativas las características estigmatizantes de la patología psiquiátrica, convierten a quien la padece en un sujeto digno de temer y, a distancia segura, de burla, pero no con todas. Una persona con un problema afectivo llamado depresión no genera miedo, por lo menos no en la mayoría de los casos, salvo que esté intentando suicidarse o hable de ello, lo que genera en el grupo que interactúa es sintonía afectiva, resonancia, necesidad de ayuda, de compasión. Obsérvese entonces las respuestas de sociedades de otros lugares mostrando compasión ante la sociedad venezolana, en una clara percepción de lo que pudiese ser llamado Resonancia Afectiva Social. En cambio, en enfermedades como la esquizofrenia donde la persona comenta que hay una “organización” que la “persigue”, la forma distinta de pensar relatada en su discurso se sale de la normalidad encontrada en el común poblacional y por ello las reacciones pueden ser de miedo o de burla y a veces ambas, es más en ocasiones tiene tanto o más miedo el enfermo que el supuesto normal que le habla. Llevado al ámbito social, existe un gran miedo en muchas personas a visitar el país, precisamente porque se percibe el caos, la anormalidad y el riesgo de la integridad. Se agrega a todo lo explicado que el estudio de la mente en el saber popular es tremendamente incomprendido. La especialidad de psiquiatría es tan inentendida y también estigmatizada como los mismos enfermos, inclusive por los mismos médicos no psiquiatras, pero al mismo tiempo despierta un inusitado interés por opinadores y advenedizos para mostrarse como sanadores, algo parecido a las opiniones que sobre el país se tienen, cada quien en cada parte del mundo opinando sobre las soluciones. Las sociedades victimizadas, aquellas que una vez comieron en las mesas, ahora recogen las sobras, no sólo de los alimentos que desechan otros que rompieron los límites, los reales y los aparentes, sino tragan sus discursos, sus resoluciones, sus acuerdos, sus apariencias, sus comportamientos populistas, sus trajes de hechura, porque la “sociedad mendiga”es engañada con la esperanza, un crimen indecible. Pero como todos los sistemas que se caotizan, el desorden no es infinito, existe un momento en el que la máxima entropía es redireccionada hacia el orden otra vez, es algo incuestionable y matemático que siempre ha ocurrido y siempre ocurrirá. Es en ese momento que los afectados por las condiciones mentales, sociedades o individuos, deciden que es el momento de parar el sufrimiento, que es el momento de cambiar y, en muchos casos, ello representa la mejora. Las sociedades en algunos momentos de su historia deciden hacer cosas trascendentes para mejorar y para sentir orgullo de su suelo. Se trata de esa fuerza que nace de la inmensa presión y de la copa colmada. La inmensa ignorancia de quienes pretenden dirigir los destinos de las sociedades de los mundos en desarrollo, egoístas y soberbios, calificativos propios de su falta de academia y experiencia de vida, subestiman las capacidades sociales y cuando no las engañan las utilizan y se enarbolan sobre ellas olvidando que son las sociedades las que mandan, a las que hay que servir; pobres seres que lo único que saben es lo que creen que saben, cuando en realidad no saben ni siquiera aquello de lo que creen que están seguros que saben. Pero sísaben sugestionar y crear falsas expectativas en la gente, momentos de esperanza creados en laboratorios para, entre otras cosas, evitar las caídas en los números de aceptación, retardantes de lo inevitable, sostenedores de lo impensable. Esa sugestión se llama placebo. El efecto placebo se usa de manera formal en ciencia para determinar hasta donde un procedimiento, un medicamento, tiene el efecto que se dice que tiene y que no es propio de la sugestión. En otras palabras, un medicamento nuevo se compara con una sustancia inerte y los resultados deben demostrar que es muy superior al placebomásallá del azar para que sea válido como fármaco. Con base en lo explicadovaldrá la pena hacer una traslación del individuo enfermo mentalmente a la sociedad enferma de desesperanza, de miedo, a la sociedad deprimida y angustiada, a la sociedad paranoica, a la obsesiva, a la sociedad esquizofrénica, a aquella con dificultades de interacción, a la sociedad aislada, que quiere una cura, un cesar de su sufrimiento y siguiendo los puntos expuestos acude a los curanderos en primera línea, esos que le prometen la cura una y otra y otra vez y se convierte a la larga en una sociedad que se asume enferma incurable teniendo y que por extrañas razones sigue acudiendo a los mercadees del sufrimiento mientras estos se aprovechan de ella, mostrando sus signo de riqueza y poder. Los curanderos a donde acude la sociedad para aliviar sus males se parecen a los curanderos que tienen despachos y son entrevistados por periodistas, hablan desde tribunas y escriben en redes. Ambos son reconocidos, no pasan inadvertidos, tienen defensores y detractores, ambos descalifican de manera feroz a los que consideran sus enemigos, en el fondo no le importa a ninguno de los dos, los curanderos brujos y los curanderos políticos, aquello que pueda ocurrir con sus “pacientes”, individuos o sociedad, lo único que los mueve es el poder y el dinero que en el fondo son lo mismo. Se basan en el engaño como herramienta fundamental para hacer sucumbir a las mentes menos entrenadas. Venden imagen de candidez, de bondad, de amabilidad que los hace en apariencia inmaculados. Pactan a fin de mantener sus cuotas de poder y no tienen el más mínimo interés en que el sufrimiento social cese y por ello lo perpetúan. Se venden como la verdad y la pureza, como enviados e iluminados para una misión que sólo ellos pueden realizar y ante la credulidad se burlan a hurtadillas. Sinembargo, ocurre un fenómeno inexorable para todos, el tiempo. En la medida en que el tiempo transcurre, la masa poblacional va dándose cada vez más cuenta de los engaños, la gente ve los carros de último modelo en el barrio junto con los relojes de marca y al mismo tiempo los trajesde hechura italiana con zapatos de igual procedencia y la gente, sus “clientes”, se empiezan a preguntar ¿de dónde? Y entonces empiezan a perder convocatoria y clientela. Para cerrar, la sociedad al igual que el individuo puede sentir miedo, rabia y tristeza másallá de los límites soportables y entonces se enferma, y a diferencia del individuo que puede sentir lo mismo sin que haya una causa real evidenciable, en la sociedad la causa siempre se evidencia, la indefensión al no poder cumplir en todos o casi todos los estratos de la pirámide de Maslow por razones propias de una gerencia fracasada y de reemplazos de la misma calidad. A partir de ahí la sociedad huye o se acostumbra (pocas veces se adapta) y en los casos extremos trata de eliminar la causa: escoge un político que la rescate, se vuelve solidaria en situaciones de guerra o catástrofe, pero en casos singulares, el escogido puede resultar tan causante de síntomas como los que detentan el poder y entonces huir también se convierte en un problema por  no ser bienvenidos en otroslugares de acogida y entonces la puertas se cierran, por lo menos todas las viables, todas las debidas, y es como el prisionero que dejan en libertad y no quiere salir de la cárcel.

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