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Las tormentas de la identidad

Desde hace ya varios años el tema de la Guerra de la Cultura está socavando nuestra capacidad de claramente marcar un norte, o como me dijo un amigo – “todo se está yendo a la m*¿!+*.” Una de las razones es que la identidad es probablemente el más crucial de todos los fundamentos en el mundo que llamamos humano, o la cultura… la identidad colorea, matiza y discrimina toda nuestra experiencia inmediata y cómo actuamos en el mundo.

No podemos llamar colectivamente al blanco, negro; y al negro blanco y esperar que no tenga consecuencias. Nuestro Corazón nada en dichas corrientes.

Si no has leído los anteriores artículos sobre este ciclo (CIRUGÍA DE CORAZÓN ABIERTO) te invito a que los revises, porque en este ciclo, más que en ningún otro estoy construyendo sobre las ideas que anteriormente hemos compartido.

¿Dónde comienza el desvío?

Del corazón humano manen absolutamente todos los desaforos y auténticas pesadillas… es el único lugar donde se abre una puerta al paraíso o se cierra detrás nuestro el portón al infierno. La mentira es el fundamento del infierno, y su contrario, el del cielo.
Pero ¿Cómo comenzó esto?

Para responder efectivamente a las grandes preguntas de la vida, sólo se puede a través de la poesía o la fábula, algún relato que, a manera de insinuación revolotee sobre dónde está la realidad y, con suerte o gracia, esperar a que nuestra consciencia se abra a esa profunda verdad. 

Hay dos profundas verdades relatadas en un antiguo documento que lo más probable vengan de una tradición oral de miles de años de antigüedad.

Somos hijos de los Dioses

Y dijo Dios:
– Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que ellos dominen los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos y todos los reptiles.
Y creo Dios a la humanidad (hebreo: Adam) a su imagen;
a imagen de Dios lo creo; varón y hembra los creo.
(…) Y vio Dios que todo lo que había hecho; y era muy bueno.
Gen 1:26-27, 39

El fundamento de los derechos humanos se fundamenta en que todos tenemos un valor único e intransferible, nada ni nadie puede violentar esa identidad sin corromper los fundamentos de una convivencia coherente y armoniosa. Tanto los derechos humanos como la justicia social tienen su fundamento en esta verdad inalienable.

Pero esta realidad no nos confiere señorío sobre nosotros para determinar por nosotros mismos el fundamento de la realidad: que es cierto y que no lo es. El fundamento creador le confiere a la humanidad la imagen y semejanza de sí mismo; o lo que es igual, somos la cumbre de la creación pero no señores de ella… ¿y cuál es esa realidad según este texto ancestral? La capacidad de ordenar el caos, de crear a partir de lo informe, la inaudita capacidad de generar y construir desde su “palabra” o visión… y luego Dios le confía a toda la creación como “administrador” para regentarla.

Lo que descarrila al Regente de la creación

Seguimos con la narrativa de este antiguo documento y del relato que nos confiere una visión de dónde está el problema fundamental en la humanidad, de nuevo, esta sección proviene lo más seguro de una tradición oral ancestral, ideas decantadas por centenares de generaciones.

Hago un resumen para no cargar demasiado al lector, pero por favor léelo lento y deja que sus gotas mojen tu comprensión:

Entendemos del relato que Adam y Eva fueron colocados en un jardín y “Dios comandó al hombre, diciendo: – “de todo árbol del jardín podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, morirás” (Gen 2:15-17). Pero apareció un adversario de Dios que quiso hacer caer a la Humanidad, una serpiente, que es un ser mítico representado por un adversario del ser humano desde que vivíamos en los árboles. La serpiente “le dijo a la mujer: – «¿Dijo Dios: ‘No comerás de ningún árbol del jardín’?». No hay mejor manera de preparar una mentira que utilizar una parte de la verdad. Y cuando la mujer contestó que Dios le había dicho que sólo no podía comer del Árbol del Conocimiento porque moriría, el Adversario “dijo a la mujer: – ‘No morirás; porque Dios sabe que cuando comáis de él, se os abrirán los ojos y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal’” (Gen 3:1-5).

Es curioso, porque según el relato, la humanidad ya era como Dios, sin embargo “quería más” y prefirió creer a la serpiente y que Dios le escondía algo. “Desde entonces” nos creímos esta mentira, que el conocimiento nos hace señores sobre la realidad, pensamos que podemos definir qué es Bueno y qué Malo; nos erguimos sobre la realidad y decimos “yo soy dios de la realidad”.

Hay un orden y una estructura a la realidad, no somos señores de ella, somos su regente, servimos como administradores de ella; ese es el orden correcto y subvertirlo trae catástrofe. Tenemos dentro de nuestro corazón ese orden conferido en nuestra constitución, por ello nos sentimos mal cuando actuamos en contra de ello, por eso sentimos vergüenza, culpa, desánimo… son indicadores que nos anuncian que nos hemos salido del orden y dirección natural. Cuando lo hacemos con frecuencia y desde la adolescentes, descalibramos este “sensor” y terminamos pagando el precio como con cualquier otra ley natural.

La mentira de “puedes decidir tú ‘qué es bueno o malo’ y ser como Dios” es una tentación que nos aprieta continuamente: yo creo saber qué necesito para ser feliz, para alcanzar la plenitud… pero cuando lo haces sin sincronía con el orden que tienes grabado en tu más profunda realidad vital, el Corazón, te pierdes irremediablemente. La verdadera madurez es desmontar las mentiras que nos hemos creído y vivimos y volver a conectar con esa fuerza y orden, que no es diferente que aquello que creó al universo y a nosotros, la humanidad.La pregunta clave es ¿Cómo vuelvo a ese orden en mi vida?

Las mentiras que me creo y que vivo

La complicación de vivir es evidente sólo a aquellos que han tratado de vivir a plenitud… y no me refiero a trabajar responsablemente o asumir responsabilidad de ti y de los que te acompañan, que también; me refiero a aquellos que han reconocido las mentiras que viven e intentan enderezar sus vidas. Comienza por controlar la lengua, no decir nada que sepas que no es verdad, porque por la boca sale aquello que alberga tu Corazón; sigue por enderezar tus relaciones y reconocer cuánto esperas del otro o aquello que pones en él/ella que no le pertenece… vaya, vive en justicia todas tus relaciones. 

Vivir así te quiebra, duele… tienes que sacrificar aquello que creías que eras ante aquello que aun no conoces con certeza.

En el relato ancestral de la Biblia había otro árbol, el Árbol de la Vida y que Dios dice luego de que la humanidad hubiese alargado la mano para comer del Árbol del Conocimiento,

Y el SEÑOR Dios dijo:
— He aquí que el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal. Ahora pues, que no extienda su mano, tome también del Árbol de la Vida, y coma y viva para siempre.

Y el SEÑOR Dios (…) Expulsó, pues, al hombre y puso querubines al oriente del jardín de Edén, y una espada incandescente que se movía en toda dirección, para guardar el camino al Árbol de la Vida.
Gen 3:22.23

Mi más profunda realización es que en el Corazón humano yace dicho árbol, escondido por esa espada de fuego… y que solo la encontramos si morimos a lo que no somos y nos abrimos a lo que somos en esencia:

“El que quiera salvar su vida la perderá;
pero el que pierda su vida por causa de mí, la salvará.”

Lc 9:24

Próximo martes…

Profundicemos en las mentiras de nuestra cultura

En la película FIGHT CLUB (ES: Club de la Lucha) Tyler Durden (Brad Pitt) le dice a Jack (Ed Norton): “La superación personal es masturbación.” Por qué no investigar esa aseveración y descubramos cuándo y por qué podemos perdernos introduciendo a nuestro mundo vital la “auto ayuda”.

EL PUNTO a la i

El historial de la columna está en cdots.substack por si quieres revisar artículos anteriores.



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