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Los Irreductibles (II)

YVQK sorbió de la botellita de agua, se aclaró el gaznate y prosiguió.

“Las encuestas son un mecanismo idóneo para fotografiar el estado de la opinión pública en un momento determinado… pero en democracia, pero en democracia, ¡pero en democracia! Encuesta en dictadura vale menos que ventosidad en un chinchorro. Y aquí la democracia se acabó en 1998.

“En ese lejano 98 sí podían tomarse en serio los sondajes de opinión. Por eso se prendieron las alarmas cuando, a mitad de año, pudo percibirse el desplome de la candidatura de la ex miss, el estancamiento alrededor del uno por ciento de la campaña del caudillo monaguense (que ni con el empuje de la legendaria maquinaria adeca lograba arrancar ese vuelo de gallineta que caracterizó a esa locura candidatural) y, oh menuda sorpresa, el despegue del violinudo galáctico. Eran los tiempos de Consultores 21 y Datos.

“Luego de los sucesos de abril del 2002, el blenorrágico galáctico, a quien le sobraba astucia para la maraña y la trampita, no lo olvidemos, infirió que debía cooptar a los factores del ramo. Ya disponía de dinero proveniente del aumento del precio de los hidrocarburos, plata de la corrupción y caudales a raudales del narco, todo ello, bien entendido, sin control alguno. Un orate de carretera con la botija llena. Chao chigüire, contraloría. Abur, supervisión legislativa. Bye bye, rendición de cuentas.

“Ni corto ni perezoso despachó agentes donde varios encuestadores con un recado tajante tipo Pablo Escobar: ‘Plata o plomo’. Dicho de manera más prosaica: ‘Ábreme las piernas o te las vas a ver negras’. Los profesionales serios de la demoscopia optaron por exiliarse. Atrás quedó una fauna de caballitos de Troya, de potricos de Troya, de burriquitas de Troya, es decir, los mentados encuesteros, que de inmediato irrumpieron al ruedo con un mantra que después se volvió lugar común”.

“¿Cuál cantinela era esa?”, pregunté.

YVQK puso la voz en falsete como payaso con pechuguera: “Nuestros estudios de campo y los focus groups señalan que la oposición retrocede mientras nuestro presidente, gracias a sus políticas sociales inclusivas, aumenta su respaldo sobre todo en los sectores populares”.

“¿Y eso no era cierto?”, pregunté.

“Si era tan cierto cabe preguntarse, ¿por qué el chavetonismo insistió con sus tramposidades? Si contaban con esas mayorías, ¿para qué entonces contaminar el registro electoral permanente y la cedulación? ¿Para qué las máquinas de Smartmatic? Bueno, esta última pregunta se responde con el gran negoción que montaron el ruin galáctico y el también ruin hijo del mártir del secuestro de Niehous”, agregó YVQK.

“El chavetonismo no podía ir contra su esencia delictuosa. Aun ganando tenían que trampear el asunto, ¿o no?”, conjeturé.

“Lo cierto del caso es que no podían movilizar gente en cantidades, ni siquiera para las votaciones chimbas. Se nos vendía una percepción de que sí contaban con multitudes, a través de esa matriz alimentada por el chavetonismo mismo y sus compinches de la oposición timorata cuando alegaban ‘Tenemos que construir una nueva mayoría’, por los encuesteros y sus reláficas mercenarias, y por lo que se vivía en las familias y en los ambientes profesionales.

“Me explico”, carraspeó YVQK a la par que sorbía un poco más de agua de la botellita. “En todos los ámbitos familiares había al menos un integrante que se dejó colonizar las neuronas por el discurso fétido del mentecato galáctico. Usualmente era el tío borrachín o drogómano fracasado en la vida, sin mujer conocida y sin oficio rentable. Me valgo de un cliché para ilustrar el punto, pero igual habría podido ser la tía o la hermana solterona o el hijo medio turulato. En tu familia aconteció así. Igual en la mía y apuesto fuertes a lochas que en la de todos quienes van a leer tu crónica de esta conversa.

“Ídem acaeció en las esferas profesionales de todo nivel. Donde los médicos, el más pirata era chavetón. Donde los docentes, el más bucanero era chavetón. Entre los ingenieros, misma miasma. Y así sucesivamente entre los plomeros, los albañiles… ¡hasta en los recoge latas el más chapucero siempre resultaba ser chavetón!

“¿Cómo no iba a ser así? El comején galáctico era la personificación perfecta de la piratería y la sinvergüenzura: el propio fracasado que, por una de esas volteretas locas que da la vida, se vio de repente colmado de poder. El raspado en el curso de estado mayor, el oficial del ejército a quien estuvieron varias veces a punto de expulsar de la institución y no lo hicieron (¿estaba enmantillado o protegido?), el golpeador de mujeres, el filibustero consumado que disimulaba su mediocridad con su cotorra hipnótica y su simpatía arropadora de perfecto sociópata narcisista bipolar.

“Y a todo eso añádele la alcahuetería de ciertas élites, de cierto bellaco liderazgo oposicionista y de los encuesteros con sus muestreos chaborros y, ¡presto!, tenemos el coctel que explica la madeja de complicidades para apachurrarnos con una realidad que nos impusieron y cuya máxima coba se resume en la trillada frasecita: ‘el chavetonismo es mayoría’. A lo cual yo replico, ¡falso de toda falsedad! Nunca lo fue. Nos apabullaron con una mentira tipo Goebbels repetida un millardo, un trillardo de veces por estos fementidos que te acabo de nombrar”.

YVQK parecía cobrar un nuevo aire sereno, sin exaltaciones.

( … )

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@QAlbuerne

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