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¿Lucha de clases racializada en Venezuela?

¡Es un infiltrado! Gritaba una dama a sus compañeros manifestantes en las inmediaciones de la Av. Francisco de Miranda (cerca de la estación del Metro Altamira) en Caracas, el pasado 18 de mayo de 2017, en horas de la mañana. La escena habría parecido común, vista la coyuntura actual en nuestro país, de no ser por las consecuencias que se generaron luego de aquel grito: seis personas, o más, al juzgar por el video publicado en las redes sociales, se abalanzaron sobre el joven José Rafael Noguera de 27 años, quién desesperado advirtió a su hermana: ¡Corre! Mientras pretendía cubrir su escape.

Lo próximo que supo fue que él se encontraba en el suelo recibiendo golpes y puñaladas cuando lo impensable ocurrió: fue rociado con combustible y se le prendió fuego a su cuerpo; escena dantesca ante la cual sólo pudo correr y luego rodar sobre el pavimento hasta apagar las llamas.Karl Marx negro

El relato de Noguera y las imágenes del video en cuestión pueden perturbar la mente y sacudir la consciencia de las personas que sientan un mínimo de compasión por el prójimo. Pero más allá de las imprescindibles consideraciones morales, resulta necesario revisar las motivaciones de carácter sociológico y político detrás de las máscaras de los atacantes: ¿odio de clases? Probablemente, ¿fanatismo? Salta a la vista ¿Racismo? Veamos a continuación.

Para comprender la realidad de la actual crisis política venezolana primero ha de procurarse vislumbrar la naturaleza de la exclusión social que a su vez dio pie a una profunda polarización (los pocos que tienen y los muchos que poco o nada tienen) por simplistamente marxista que pueda sonar. El conflicto tácito entre los sectores depauperados de la población y los poseedores de privilegios no es sólo mucho más antiguo que la República; sino importado de otras latitudes. Ya en la Europa pre-colonizadora se daba esta dinámica social: los de la base de la pirámide social (plebeyos; sirvientes) vs los de la cúspide (nobles, empresarios y terratenientes).

No obstante, la realidad en el Nuevo Mundo tenía un matiz distinto: la etnicidad. En Europa, básicamente, tanto el plebeyo como el noble compartían los mismos rasgos fenotípicos, mientras que en América la clásica pirámide social, concebida desde la perspectiva de los privilegios, estaba racializada. Ésta se iba blanqueando a medida que se ascendía, desde la base hasta la cima, comenzando por los negros e indígenas y sus descendientes, pasando por  los blancos criollos hasta llegar a los blancos peninsulares. Los recursos económicos y los beneficios de tipo político estaban indefectiblemente asociados a la etnicidad y al concepto de pureza racial. Este rasgo permanecería desde entonces, hasta nuestros días, cubierto bajo el manto del Discurso del Mestizaje (trampa ideológica según la cual todos somos iguales en tanto que procedemos de una “rica mezcla del blanco, el indio y el negro”) y que asombrosamente ha prevalecido a pesar de la clara evidencia empírica en contrario.

El Discurso del Mestizaje comenzó a esgrimirse al calor de las luchas revolucionarias de finales del siglo XVIII bajo los seductores principios de la Revolución Francesa: Liberté, Egalité, Fraternité (Libertad, Igualdad, Fraternidad) y fue diseñado, convenientemente, como una estrategia política para sumar a las masas a la lucha republicana y poner fin al Absolutismo. Este modelo sería copiado fielmente en la América española del siglo XIX, a fin de lograr el mismo resultado: el triunfo de la causa patriota y, consecuentemente, la reproducción del proyecto republicano; dando paso a una sociedad de privilegios para pocos y exclusión para muchos. Los pocos, claro está, blancos y los muchos negros e indígenas.

Tal segregación, abiertamente racializada,  sigue siendo evidente  en la Venezuela de hoy. Ello se expresa en la composición étnica de la población que habita los cinturones de miseria de nuestras ciudades, pueblos y nuestras cárceles. Se trata de rostros eminentemente afrodescendientes; valga la precisión del término, en la contemporaneidad, sobre la base de la doctrina del Derecho Internacional y la legislación venezolana; amén de la científicamente comprobada correlación entre etnicidad y pobreza,  partiendo de sendos estudios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), agencias internacionales y prestigiosas universidades.

La exclusión social racializada, como dinámica del proceso socio-político venezolano, sería reconocida y abordada en la etapa de la historia reciente conocida como la Quinta República, que se contextualiza desde la llegada de Hugo Chávez  al poder, a finales del siglo XXI,  hasta el presente.  Al hoy extinto líder este autor le reconoce con generosidad (sin que necesariamente ello suponga una validación de su filosofía) la intención de visibilizar e insertar a la sociedad a los excluidos de siempre: los pobres = afrodescendientes e indígenas a través de la implementación de políticas públicas inéditas hasta entonces.

Así las cosas, es apenas lógico que quienes han sido beneficiarios de tales medidas durante el período quintorepublicano, hayan desarrollado una profunda identificación con el Proyecto de la Revolución Bolivariana; independientemente de su degeneración en un sistema autoritario y antidemocrático en la actualidad. Esta asociación es tan fuerte que se aprecia en lo simbólico, en lo semiótico y, por supuesto, en lo étnico. De allí que, en el imaginario colectivo, ser Chavista sea igual a ser pobre y consecuentemente negro.

¿Fue acaso este último rasgo el que delató a José Rafael Noguera? ¿Fueron su color de piel y sus rasgos del fenotipo los criterios para considerarlo infiltrado en una marcha de oposición? Francamente no tenemos evidencia que sustente tal hipótesis. Sin embargo, y esto sí está documentado, cada crisis política ha venido acompañada de expresiones de racismo y discriminación hacia los simpatizantes de la corriente Chavista. Al respecto, este servidor (en calidad de activista de los Derechos de los Afrodescendientes) ha consignado varias denuncias ante los organismos competentes con base en la Ley Orgánica Contra la Discriminación Racial (L.O.C.D.R.A.)

¿Existe una lucha de clases en Venezuela? No se requiere ser marxista para apreciar tal prospecto. ¿Existe racismo en Venezuela? Se requiere ser ciego para no verlo.

@franciscojtovar

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