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Mitos y realidades en torno al crédito bancario

Todas las religiones (judía, cristiana y musulmana) prohíben el cobro del interés en un préstamo, porque el interés es un indicio de que la gente prefiere la vida presente que la vida futura. Y la gran promesa de las religiones es la vida en el más allá. Eugen von Bhom-Bawerk uno de los fundadores de la  escuela austríaca de economía, sostenía que las tres razones fundamentales para la existencia del interés eran las siguientes: 1) las personas tienden a sobreestimar los recursos futuros; 2) las personas tienden a subestimar las necesidades futuras; y 3) los bienes presentes generarán otros bienes de mayor valor en el futuro.  La tercera razón, es la llamada productividad marginal del capital, esto es, un pescador en vez de pescar con una caña, dedica un tiempo mayor a hacer una red y con este instrumento pescará más que con la caña. También en las leyes bancarias, a los préstamos se les ha llamado “anticipos” porque constituyen un anticipo de la producción futura. Un vendedor de sillas, necesita un inventario, pide un préstamo, compra unas sillas y a los tres meses con el producto de la venta de las sillas le paga al banco.

Algunas doctrinas de inspiración igualitaria o socialista, han presentado la idea utópica de que las desigualdades sociales se debían al desigual acceso al crédito y propusieron un préstamo sin intereses. Se olvidaban, de que el banquero es un simple intermediario, de que toma fondos que no son suyos a los cuales paga un interés (ahorros, certificados de depósito a plazo) o presta un servicio (custodia), y el banquero debe asegurarse de que los fondos sean devueltos más el pago del interés. Su ganancia será la diferencia entre lo que le cuesta obtener sus fondos y lo que le cobra al receptor del crédito. Y aquí entra en consideración el riesgo, también el interés refleja un riesgo, mientras más conocida sea una empresa o empresario tendrá más acceso al crédito; la propia palabra crédito viene del latín “credere”.

En términos globales o macroeconómicos, la variación de las tasas de interés refleja la disponibilidad mayor o menor de fondos para la inversión productiva.  Según Ludwig von Mises, otro economista austríaco, el sistema económico está en  equilibrio cuando el ahorro voluntario (abstinencia de consumo) iguala a la disponibilidad crediticia. Porque existen recursos reales en la economía (trabajo, materias primas, máquinas) que originarán un flujo de fondos en el futuro.  Ahora bien, cuando se produce una manipulación monetaria, un aumento de las disponibilidades de fondos para los préstamos sin que haya habido ahorros previos, disminuye el precio de los bienes futuros en relación a los bienes presentes, con lo cual  la tasa de interés baja, y ello origina señales confusas al sector productivo. Con lo cual se crea un auge artificial, aumentan las compras de materias primas, suben los precios de los bienes de consumo, y luego cuando cesa el auge queda una capacidad ociosa instalada en el sector productivo. Un ejemplo, de lo ocurrido fue la crisis bancaria del 2008, en la cual una baja artificial de las tasas de interés en Estados Unidos, indujo no solamente a un auge en la propiedad inmobiliaria sino a la generación de productos financieros de elevado riesgo.

Otra discusión que se ha presentado, es si el sistema financiero-bancario crea desarrollo, o es al revés, si hay crecimiento económico se forma un buen sistema financiero. Lo cierto es, que cuando el poder de compra de una población se amplía, surgen las necesidades de nuevos productos financieros. Cuando se ha manipulado artificialmente al sector bancario, baja exigencia de capitales mínimos, poca supervisión, estimulo exagerado de su capacidad crediticia se han generado crisis bancarias, que crean desconfianza y luego retrocede el sistema bancario a su nivel natural, previo a la crisis. Tampoco los bancos prestan todos los fondos para un proyecto determinado, únicamente complementan los fondos aportados por el gestor o promotor del proyecto, nunca un banco debe correr con la totalidad del riesgo. Cuando los particulares no están entusiasmados para invertir, disminuye la demanda de créditos.

También otro mito que ha resultado en torno al crédito bancario, son los créditos obligatorios a sector de la economía que supuestamente necesitan ser impulsados, con tasas preferenciales de interés. El resultado ha sido la llamada represión financiera en que se acuerdan mayores tasas de interés a los restantes sectores para compensar la pérdida de ganancias en los préstamos para unos.  

Recientemente, ha salido a la palestra el escándalo de Mohamad Yunus, llamado el banquero de los pobres, copiamos textualmente la información de internet:

Después de habérsele otorgado el premio nobel de paz en 2006 por su modelo de desarrollo social a través del microcrédito, Muhamad Yunus fue expulsado en 2011 del Banco Grameen, entidad que había fundado e impulsado alrededor de todo el mundo. Así se sepultó en Bangladesh el mundialmente famoso banco de los pobres, luego de que en febrero del mismo año un documental de la televisión española mostrara al mundo casos de explotación de familias pobres donde para devolver el crédito se les obligaba a vender sus últimas posesiones llevándolas a la extrema humillación y, en algunos casos, al suicidio.

Aquí viene un diagnóstico equivocado sobre los pobres y la pobreza.  En Perú, en los años ochenta se descubrió que gran parte de la economía informal (generada por los individuos en estado de pobreza) era causada por la cantidad de reglamentaciones y permisos que el gobierno le imponía a la actividad productiva. También se descubrió que muchos participantes de la economía informal pagaban grandes tasas de interés usurarias a prestamistas informales. Entonces, cuando los informales dejan de serlo, es posible que accedan al crédito bancario formal. Otra de las causas de la pobreza, según Hernando de Soto, el economista peruano que inició estos estudios sobre la economía informal, es la falta de títulos de propiedad. En el campo, por ejemplo, se han iniciado en los países subdesarrollados varias reformas agrarias, en México por ejemplo, sin otorgarles los respectivos títulos de propiedad. En las grandes barriadas populares de las principales ciudades latinoamericanas, las viviendas precarias que se han construido no tienen acreditada la propiedad a quienes viven allí.

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