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Niños asesinados

La noticia es sobrecogedora: “Asesinados 44 menores de edad este año en la Gran Caracas”. Más de dos homicidios diarios entre la población más joven del país, ocurrieron en el año 2014. El nuevo año, que apenas comienza, trae cifras todavía más espantosas.

Retengo dos nombres: Kluiverth Roa y Gerardo Gómez. El primero, un niño de apenas 14 años asesinado por un agente del orden público en una manifestación en San Cristóbal.

El otro, Gerardo Gómez, practicante del arte marcial kenpo, a quien el 19 de febrero asaltaron y asesinaron cuando regresaba a su casa en un autobús. A los 16 años de edad, pasó a formar parte de la estadística fatal de Venezuela en la que la mayoría de los asesinatos se concentran entre los 16 y 24 años de edad.

“Los homicidios de jóvenes enferman el alma del país” ha dicho Fernando Pereira, coordinador general de una ONG que se ocupa de la protección de niños y adolescentes.

Tiene que haber algo podrido en Venezuela para que no reaccionemos indignados frente al creciente asesinato de nuestros niños y de nuestros jóvenes.

Hemos perdido la capacidad de escandalizarnos. Los niños asesinados pudieron haber sido los nuestros, nuestros hijos, nuestros nietos, nuestros familiares. He pasado por la terrible experiencia de ver a un hijo mío en manos de un delincuente armado que afortunadamente no disparó. Pero ha podido hacerlo. No me canso de dar gracias a Dios de que el que nos tocó a nosotros, no disparó.

Pero algo tenemos que hacer. El Gobierno, cuya principal responsabilidad es la de defender la vida de los ciudadanos, luce impotente e indiferente. El número de víctimas de la violencia sigue creciendo. Las estadísticas de niños y jóvenes asesinados siguen en aumento.

Desde este espacio quiero lanzar un grito de protesta y una convocatoria a la lucha contra el crimen y contra la violencia.

Tenemos que proponernos todos, cualquiera que sea nuestra capacidad de acción, el Gobierno en primer lugar, luchar por sustituir la cultura de la muerte por la cultura de la vida, del respeto a la santidad de la vida, del amor por la vida de nuestros niños y de nuestros jóvenes. El papa Francisco nos lo acaba de decir con palabras muy directas. Hizo un llamado “por la dignidad de cada persona y por el carácter sagrado de cada vida humana”.

Y nos invita a tomar un “camino común para el bien del país”.

En la agenda de ese “camino común” tiene que estar la defensa de la vida, especialmente la defensa de la vida de nuestros niños y de nuestros jóvenes.

 

Presidente del Ifedec
[email protected]
@efernandezve

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