Opinión Internacional

A muerto Jhon MacClain

Hollywood nos tenía acostumbrado a los finales felices, a las rubias platinadas, y a los efectos de ciencia ficción más inverosímiles servidos a través de escenas espectaculares donde, por ejemplo, el avión presidencial era secuestrado, la tierra invadida por extraterrestres, las computadoras mutiladas por piratas cibernéticos; escenas donde se trasmutaban animales salvajes en humanos y éstos en horripilantes bestias.

Nos habían acostumbrado, también, a finales donde el francotirador era abatido por un héroe exhausto, y donde un impoluto Policía Federal le leía los Derechos a un delincuente enemigo de la sociedad.

Esta vez no fue así, lo que vimos por televisión no era un trailer promocional del film más taquillero del momento ni la proyección en cadena de una película a mediamaña, se trataba del más elaborado y espeluznante atentado terrorista visto hasta el presente.

Aunque, a decir verdad, no ha sido el menos inhumano; el ‘ojo’ mediático ha sido, en este sentido, más elocuente y nos ha narrado el llanto de una niña incendiada en napalm, nos ha descrito las formas de un hongo atómico arrasando a Hiroshima y Nagasaki, y unos tanques de guerra triturando los cuerpos de jóvenes estudiantes chinos en la plaza Tiananmen.

Los aviones que se estrellaron contra las Torres Gemelas de Nueva York lo hicieron de manera impune ya que actuaron en tiempo real, acabaron con la vida de cientos de personas inocentes, e ignoraron la presencia del héroe americano; esta vez quedó por fuera Superman, no vimos por ningún lado a Batman y Robin; no apareció el impertérrito Jhon McClain, personaje encarnado por Bruce Willis como un hombre ‘Duro de Matar’.

Ya nada será igual; de nuevo, la realidad supera la ficción. El mundo se abre así a una etapa de terrorismo posmoderno, de Estados delincuentes, y de objetivos civiles inermes ante estas maneras de entender las relaciones internacionales. Mientras tanto, algunos lideres insisten en acentuar las diferencias, en ‘resolver’ la pobreza y el atraso de los pueblos con discursos demagógicos e incandescentes que lo que esconden son las ambiciones personales y el hambre de poder de quienes, en su momento, se expresaron a través del terror y la violencia.

Murió pues, Jhon McClain; la figura del irreverente superhéroe brilló por su ausencia y nada pudo detener el horror de ‘las fuerzas del mal’; los enemigos de la democracia y la tolerancia infringieron un duro golpe a la paz del mundo y revelaron la fragilidad de un estilo de vida que basa sus acciones en la libertad.

El fanatismo dirá lo contrario, y contabilizará este hecho brutal como un “triunfo”. Posible es, también, que el “triunfo” obtenido en esta jornada de terror los anime a emprender acciones una más suicida que la otra.

Lo que le deparará al mundo, entonces, los escombros de la Torres Gemelas es impredecible. Lo que si nos atrevemos a señalar es que esta tragedia humana termina dándole la razón a Mafalda: Paren al mundo que me quiero bajar.

Ahora como el ruego de Mafalda es prácticamente incumplible, vale apertrecharse de todo un andamiaje dialéctico que nos permita identificar los fanatismos ideológicos, religiosos, y económicos como plagas de las que se debe huir; contra esa manera de pensar y actuar hay que oponerle la razón, el sentido de tolerancia, y los pétalos de la fuerza que poseen quines por ley están autorizados para ello.

(%=Link(«mailto:[email protected]»,»E-mail:[email protected] «)%)

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba