A propósito de un viaje con Evo Morales
Con el objeto de entender el corazón y la mente del presidente Morales, Martin Sivak, escritor de la revista Play Boy Argentina, acompañó durante una semana al mandatario boliviano por pueblos y ciudades de Bolivia. Número Uno, semanario cruceño del que también es colaborador, publicó la entrevista.
Durante el periplo, grabadora en mano, el periodista registró todo hecho o actitud que pudiera reflejar las facetas del peculiar estilo de gobernar de Evo Morales. De los varios aspectos descritos en la extensa nota, mencionaré únicamente un par de ellos, dada su trascendencia.
Desde luego que el tema hidrocarburos y el proceso de nacionalización es uno. El periodista quiso conocer porqué el primer mandatario, el 1 de mayo, dispuso que las Fuerzas Armadas ocuparan los pozos petroleros y las plantas de las empresas extranjeras que operan en Bolivia. Relata Sivak que según Morales, ‘fue una forma de hacer que las Fuerzas Armadas se sintieran parte del proceso’. ‘El gobierno quiere que las transnacionales sean el nuevo enemigo exterior’. ‘El enemigo interior es la elite de Santa Cruz de la Sierra’. ‘La reforma agraria que el gobierno impulsa, el discurso contra los terratenientes de ese departamento –el más rico de Bolivia- y las tensiones étnicas y raciales hacen posible un escenario de conflicto en el que las Fuerzas Armadas pueden tener un papel importante’.
Llama la atención en el presidente, la obsesiva idea de marcar peyorativamente toda iniciativa empresarial identificada como transnacional. La incapacidad gubernamental de realizar negocios que otorguen beneficios al país, no debería motivar actitudes fundamentalistas estigmatizadoras de toda inversión extranjera.
Además de lo anotado, extraña que el presidente ‘de todos los bolivianos’ declare ‘enemigos’ a los dirigentes de las instituciones cruceñas y más aún persiga el afán de dilucidar mediante la fuerza aspectos étnicos y de tierra en el oriente boliviano, exponiendo en dicha acción a las Fuerzas Armadas. De por sí, la insólita determinación desconoce el derecho de los cruceños a ser étnica y culturalmente distintos. Nadie imaginó que el presidente pudiera siquiera pensar en la utilización de la institución tutelar de la patria para estos menesteres. Se apreciaba que sus enemigos íntimos eran el hambre, la pobreza, la corrupción, el desempleo, jamás los habitantes de las tierras orientales.
Sivak preguntó además al presidente, si manejaba como hipótesis un escenario separatista. Morales respondió señalando que ‘siente que la oligarquía cruceña quiere la autonomía para dividir a Bolivia’. ‘Hasta los 60, 70 y parte de los 80, los recursos de la minería de Potosí y Oruro se han invertido en Santa Cruz’. ‘Y ahora que ellos tienen petróleo y gas no quieren compartir’.
Cabe recordar que desde la década del 30 Santa Cruz aporta al erario nacional con el petróleo y desde la del 70 con el gas. El presidente Morales debe conocer que Santa Cruz no debe su desarrollo al dinero de la minería andina sino a las ‘regalías petroleras del 11% conseguidas con ‘sangre, sudor y lágrimas’ derramadas en las luchas cívicas de 1957, cuando para acallar justas reivindicaciones, el gobierno central envió sus ‘milicianos originarios’.
Por lo demás, abundantemente se ha venido explicado las bondades del sistema autonómico en el marco de un Estado unitario. Quien quiera entender que entienda, quien quiera ser demagogo que lo sea.
Lo que sí hay que recordar a quien carece de memoria histórica que de no haber sido por el desarrollo del sector productivo cruceño; de no haber primado una visión diferente de país, luego del colapso del estaño y otros minerales, no sabemos que hubiera sido de Bolivia.
