Opinión Internacional

A un año de la guerra de Irak

El 19-20 de Marzo del 2003 se iniciaron los bombardeos sobre Bagdad. Al cabo de un año los atacantes pueden mostrar haber logrado su objetivo de haber depuesto a Saddam Hussein y de controlar el país con la segunda mayor reserva petrolera del medio oriente. Sin embargo, tal como veremos en este artículo, el precio que vienen pagando es muy caro.

Cuando se cumplía el aniversario de la guerra contra Iraq caía uno de los gobiernos que se reunió con Bush y Blair en las Azores para preparar la invasión. El conservador Partido Popular español fue el principal aliado anglo-americano en el Atlántico. Una elección que la tenía ganada se revirtió apenas se hizo recordar a los españoles que el oficialismo no decía la verdad frente a la matanza de Madrid y que ésta se habría producido por haber conducido a una intervención que el 90% de la población rechazaba.

En los próximos 8 y 14 meses se sabrá si los dos grandes planificadores del ataque sobrevivirán las elecciones generales que les ratifiquen o no en sus puestos.

El aparente triunfo viene adquiriendo elementos de fracaso. Generalmente en todo conflicto es mucho mayor el número de bajas durante la guerra que durante la ocupación. Ningún soldado norteamericano murió en combate en Alemania tras la derrota de los nazis en 1945. Ya han muerto más de 550 soldados estadounidenses, y más de 400 de ellos han caído después de la anunciada victoria.

Más de 30,000 uniformados norteamericanos ya han sido dados de baja sea por muerte, heridas o enfermedad. El porcentaje de depresión y suicidios en las tropas estadounidenses es más alto en Irak que en cualquier otra parte. Por lo menos uno de cada cinco de ellos podría estar sufriendo traumas originados por la guerra.

Como promedio en Irak cada 15 horas un soldado estadounidense fallece y otro cada 2 ½ horas es herido. Mientras tanto el presidente Bush no ha asistido a ninguno de los más de 500 funerales de sus tropas caídas en Irak. A la prensa tampoco se le ha dejado fotografiar cualquier sarcófago conteniendo los restos de alguno de ellos.

Al día siguiente de haber ocupado Bagdad Blair mandó un mensaje radial a los iraquíes donde dijo: «No queremos esta guerra. Pero al negarse a renunciar a sus armas de destrucción masiva, Sadam no nos ha dejado otra opción que actuar».

Los jefes de los inspectores de armas de destrucción masivas enviados tanto por la ONU como por EEUU han concluido que estas ya habían sido eliminadas muchos años antes del ataque. Saddam había cumplido con deshacerse de ellas. También se ha demostrado que Bagdad no tenía ningún lazo con Al Qaeda y, mas bien, esta festeja dicha invasión pues le permite eliminar a un rival secular panarabista y capitalizar el resentimiento anti-occidental.

Una intervención supuestamente hecha para traer derechos humanos a Irak muestra que a los vencidos no se les aplica los tratados internacionales a los prisioneros de guerra. Se les priva de dicha condición a más de 700 detenidos en Guantánamo y aún Saddam no tiene derecho a hablar ante la prensa o a saberse donde está.

Ahora la fuerza que más crece es el fundamentalismo chiíta pro-Irán, el mismo que ha organizado manifestaciones de más de 100,000 personas pidiendo prontas elecciones. Lo más probable es que un futuro gobierno en Bagdad pase a manos de ellos.

Lo paradójico es que Saddam adquirió sus armas de destrucción masiva y gran apoyo financiero y logístico por parte de Occidente pues en 1979-80 él fue visto como la mejor carta para invadir Irán y tumbarse a los ayatolas chiítas.

Mientras tanto a los contribuyentes estadounidenses esta aventura militar les viene costando más de $100 mil millones, una cifra con la cual podrían resolverse muchos problemas de salud y educación para sus habitantes más pobres. Es mas, para poder costear la guerra se han disminuido fondos sociales. Por ejemplo, pese al crudo invierno se han recortado $300 millones al programa federal que subsidia a las familias que no pueden calentar sus hogares. Desde el 2001 ha crecido en un 6% la cantidad de familias pobres en EEUU.

En Irak ahora un 80% de su mano de obra está desocupada y el 40% de sus casas carecen de agua potable. Hay más de 16,000 iraquíes muertos, de los cuales dos tercios son civiles. Sus recursos siendo repartidos a diversos consorcios, muchos de ellos asociados a los republicanos.

Nueve miembros del comité político de defensa de Bush son miembros o consejeros de juntas de corporaciones con contratos en gastos de defensa. El promedio de riqueza que tiene cada uno de los 16 miembros originales del gabinete Bush se acerca a los $11 millones.

Una guerra que ha generado pobreza en el medio oriente y también en EEUU podrá conseguir incrementar las arcas de diversas corporaciones con intereses en energía y gastos militares.

Mas bien, la aventura iraquí paradójicamente ha generado el crecimiento del fundamentalismo que se buscaba atacar. Washington debe aliarse con el clero chiíta contra quien inicialmente apuntaló a Saddam para contenerlos. También, en vez de haber logrado frenar a Bin Laden, le ha dado más justificativos a su movimiento que cada vez crece más.

*I. Biggio es Analista Internacional

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