Opinión Internacional

Alianza contra la pobreza

(%=Image(2770414,»L»)%)(%=Image(8034787,»R»)%) La reducción de la deuda de los países más pobres es una prioridad global. Estamos convencidos de que Europa, como principal donante mundial, debe hacerse cargo claramente del manejo de las iniciativas en este terreno, dando por fin un ejemplo
claro.

Nos encontramos frente a un problema crucial para la equidad internacional, para la paz y la seguridad en el siglo XXI. El de cómo liberar a los países más pobres del planeta de la herencia negativa de la deuda, que sigue obstaculizando el crecimiento. Y así poder establecer un círculo virtuoso entre reducción de la deuda, reducción de la pobreza y desarrollo económico. ran Bretaña e Italia están colaborando estrechamente, desde el año pasado, para convencer a los países desarrollados de que enfrenten en forma urgente la dificultad de la reducción de la deuda de los países más pobres. Ya que ambos somos países avanzados, esto forma parte de nuestras responsabilidades, pero también tiene que ver con nuestros intereses.

El bienestar, la seguridad y el acceso a las oportunidades deben ser bienes comunes. Ayudando a los países más pobres -estamos empezando a hacerlo de manera concreta, con la decisión de cancelar este año 100 mil millones de dólares de deuda- nos estamos ayudando también a nosotros mismos.

El objetivo global que Italia, Gran Bretaña y otros países se fijaron es llegar a reducir a la mitad el número de personas que viven en condiciones de pobreza para el año 2015. Este objetivo se orienta sobre todo hacia las franjas más débiles: los 30.000 niños amenazados todos los días de muerte por enfermedades que estaríamos en condiciones de prevenir. Se trata de 30.000 niños que forman parte del millar de millones de personas pobres en los países más endeudados.

Con la cumbre del G8 del año pasado, Europa asumió finalmente un rol de guía en estas iniciativas. Los primeros tres países beneficiados este año son Uganda, Bolivia y Mauritania. Para abril, otros diez países pobres, incluidos Tanzania, Mali y Benin, se beneficiarán con las mismas medidas. Y esperemos que a lo largo del año el número de países aumente a 25.

La reducción de la deuda debe posibilitar el arranque del crecimiento económico. A fines del año pasado, Uganda anunció que cada lira ahorrada por la reducción de la deuda será utilizada en un programa de instrucción: el objetivo es reducir a la mitad la relación docentes/alumnos (de uno en cien a uno en cincuenta) y construir nuevas escuelas elementales para todos los niños. Este es un ejemplo de una reducción de la deuda eficaz: escuelas suficientes, clases con un número adecuado de docentes y alumnos con medios para estudiar.

No se trata solamente de una promesa del gobierno ugandés: es la consecuencia de las condiciones (respeto por los derechos humanos, inversiones en educación, reducción de los gastos militares, etc.) que los países beneficiarios de la reducción de la deuda deberán cumplir. Queremos garantizar de hecho que los recursos ahorrados no se despilfarren en la corrupción, la burocracia o la compra de armas, sino que sean destinados a la salud, la educación y la reducción de la pobreza.

Por el buen camino

La estrategia para la reducción de la deuda requiere, por lo tanto, una nueva alianza entre países ricos y pobres. Siguiendo la inspiración de la campaña lanzada por las iglesias y por el mundo del voluntariado, los países del G8 aprobaron en Colonia tanto el comienzo de una aceleración de la reducción de la deuda como la elaboración de un plan financiero detallado, que comienza a ser aplicado. Italia y Gran Bretaña han sido dos socios clave en el manejo de este proceso.

La mitad de la deuda mundial se debe a organizaciones internacionales como el Fondo Monetario y el Banco Mundial. Esta brecha financiera será colmada con nuevos recursos. Gran Bretaña, Italia y Canadá hicieron un aporte particularmente significativo.

Después de alcanzar, a fines de 1999, el objetivo de garantizar financiaciones multilaterales, llegó el momento para Italia y Gran Bretaña de avanzar más aún, eliminando la deuda bilateral de los países más pobres. Nuestro compromiso de cancelar el 100% de la deuda de estos países pretende ser además una invitación a los otros países acreedores, en Europa y en otras partes, a seguir el mismo camino.

En el 2000, tanto el FMI como el Banco Mundial deberán definir juntos de qué manera pueden interactuar las políticas macroeconómicas, las reformas estructurales y los programas de reducción de la pobreza para generar crecimiento.

Hasta el momento, sólo 3% de las inversiones directas en los países en vías de desarrollo va a los países más pobres y endeudados. Para fomentar la creación de un círculo virtuoso entre reducción de la deuda, reducción de la pobreza y desarrollo económico, tendremos que aumentar las inversiones privadas y públicas en Africa y los países más pobres.

En 1945, los fundadores del Fondo Monetario y el Banco Mundial declararon que el bienestar, al igual que la paz, era indivisible; y que por lo tanto no podíamos permitirnos una distribución demasiado desigual de la riqueza, que beneficiara a algunos pocos afortunados a expensas de los otros. Medio siglo después, las naciones más ricas finalmente aceptaron su responsabilidad respecto del tema.

Pero debemos obtener resultados mucho más sólidos. La reducción de la deuda es nada más que un paso, aunque crucial, de una estrategia más completa de reforma económica. El deber de Europa es transformar la buena voluntad en cambios reales. Italia y Gran Bretaña están decididas a trabajar juntas en los foros internacionales para lograr tales objetivos.

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