Argentina: hasta los ganadores perdieron
AIPE- Los argentinos han alcanzado en su historia algunos logros impresionantes, tales como haber destruido más de una moneda o haber hecho pobre un país bastante rico. Y ahora han logrado un resultado ciertamente excepcional: ¿cómo realizar una elección en la cual pierdan incluso aquellos que ganan?
Hace un par de años los argentinos eligieron un presidente, cansados ya de las corruptelas del régimen anterior y anhelando que, tal vez, simplemente con tener una persona más honesta en ese cargo, las cosas podrían ir mejor. Esto no fue así.
En poco tiempo, se dieron cuenta de que aquellas bromas diciendo que Fernando de la Rúa alcanzó la presidencia meramente “flotando” (es decir, sin nadar para ningún destino específico) eran totalmente ciertas, y que el candidato “flotante” seguía a la deriva como presidente.
Claro, los habitantes de este navío -sobre todo los que le prestan combustible para su funcionamiento- necesitaban saber cuál era el rumbo, teniendo en cuenta que en el actual avanzamos directamente hacia el iceberg. Eso era pedir demasiado.
Por otra parte, otros aspirantes a capitán proponían rumbos todavía peores, tales como “a toda velocidad hacia delante” (en la misma dirección de choque) o “inmersión ya” olvidando que se trata de un barco y no un submarino.
Ante semejante panorama, y en lugar de organizar un motín a bordo, los argentinos se lanzan tras la consigna de “a los botes”, sin que nadie haya dado esa instrucción. Así es como comienzan a ocupar todas las chalupas posibles con destino a Europa o Estados Unidos, a nadar o a sumergirse en las informalidades de la economía.
Los argentinos, masivamente, le dieron la espalda a los políticos. El resultado de las recientes elecciones parlamentarias -que eligieron a la mitad de la Cámara de Diputados y a la totalidad del Senado- muestran que de los 24 millones de argentinos inscritos para votar (acto obligatorio en este país), sólo 14 millones lo hicieron de manera positiva, es decir eligiendo un candidato específico, mientras que 10 millones de personas que decidieron no votar, anular su voto o votar en blanco.
En el primero de los casos se trata simplemente de no asistir al voto y tratar de justificar esa ausencia después o esperar que una amnistía sea declarada; el segundo consiste en una voluntad declarada de que el voto sea anulado introduciendo todo tipo de objetos y textos en los sobres, los cuales han ido desde lonjas de fiambres, fotos pornográficas o de bin Laden, boletas con caricaturas, o con los nombres de los grandes próceres patrios; el tercero es simplemente poner una hoja de papel en blanco o dejar el sobre vacío.
Esa voluntad de expresar un rechazo es más notable si tenemos en cuenta que quienes así lo hicieron sabían que de todas formas su acción favorecería a quienes quieren castigar. Porque si bien los votos nulos y blancos (no ya las ausencias) hubieran alcanzado para ocupar 11 sitios en el Senado, los cargos se reparten entre los votos positivos por lo que los políticos son electos igual.
Pero el mensaje es el mensaje. A punto que en Santa Fe los votos blancos y nulos ganaron la elección con el 40,86%, al igual que en la ciudad de Buenos Aires con el 28,48%.
Así, el ganador en Buenos Aires, Rodolfo Terragno, rival del presidente y gran crítico de Cavallo obtuvo apenas 21,43% de los votos y que en Santa Fe el peronismo ganó con sólo 35%.
El presidente De la Rúa puede estar contento en que si ha de irnos mal, mejor que le vaya mal a todos, así nadie puede atribuirse la victoria, aunque sin duda algunos lo hacen.
Así, la mayoría de los argentinos han manifestado que bajo el sistema político y electoral vigente vamos necesariamente a tener gente corrupta e ineficiente en el Congreso, pero esta vez no será con mi aprobación.
