Opinión Internacional

Arroz, video y tomahawk

Habiendo transcurrido poco menos de un mes después de los atentados terroristas del 11 de septiembre la respuesta de la coalición angloamericana se hizo efectiva y en horario estelar afgano cayeron las primeras bombas. Lo que comienza como la primera guerra del siglo XXI, se nos presenta en forma de tríptico, conformado por bombas, imágenes y ayuda humanitaria.

El primero de los componentes de ésta guerra es quizá el menos novedoso muy a pesar de la altísima tecnología en practica; los aviones furtivos F-117A, los bombarderos B-52 y los misiles crucero Tomahawk, son viejos conocidos. El segundo de los componentes sí que aporta novedad, la guerra de imágenes nos presenta a la cadena Al Yazira TV – la CNN árabe – que transmite desde Qatar, lanzando un tubazo tan contundente que lo podríamos catalogar como la primera baja dentro de las fuerzas de la coalición. El video de Osama Ben Laden, puesto al aire una hora después de los primeros ataques aliados sobre territorio afgano, hizo cundir el pánico entre los televidentes norteamericanos. Definitivamente estamos en presencia de un hábil terrorista que domina la comunicación como arma rentable a sus ignominiosos fines. Desde lo que semejaba la entraba a una cueva y rodeado de sus principales lugartenientes, palabras mas palabras menos Ben Laden reivindicó los ataques terroristas del 11 de septiembre, llamó a una guerra entre el Islam y los infieles, y para cerrar como si ya no hubiera sido prolifera su aparición anunció próximos y profundos cambios en Arabia Saudita dejando en el ambiente una especie de «Por ahora» islámico.

El tercer componente de estos ataques es la ayuda humanitaria, el secretario de defensa norteamericano Donald Rumsfeld y el jefe del estado mayor conjunto Richard Myers, explicaban en una rueda de prensa desde el Pentágono – sin mayores detalles – que entre una y otra bomba lanzarían sacos de arroz. No sabemos si se trataba de una rueda de prensa escrupulosa y políticamente correcta, pero éste nuevo sistema de bombardeo explosivo-proteínico deja atrapadas entre dos fuegos a las organizaciones de ayuda humanitaria que podrían actuar en territorio afgano.

Sin lugar a dudas, el triángulo estratégico, que busca conciliar lo militar, lo humanitario y lo político resulta difícil de definir. Es temprano aun para constatar la eficacia del operativo norteamericano sin embargo, confío en que la paciencia y el discernimiento mostrado por los dirigentes políticos estadounidenses dará sus frutos.

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