Opinión Internacional

Barack Obama, “la audacia de la esperanza”

En un esplendido jardín del campus universitario mi amigo FM, un venezolano que sigue estudios universitarios en los Estados Unidos comparte una cháchara cotidiana con su condiscípulo Sam Moody. Ambos pertenecen a una suerte de élite de la Marquette University: FM es campeón de racquet ball universtario, Sam Moody, un estudiante negro de Chicago, es presidente del centro de su universidad, institución privada, jesuita, situada a dos horas de Chicago, donde entre el 75% y 85% de los estudiantes son blancos, y el porcentaje restante lo integran jóvenes negros, hispanos y extranjeros. Es decir, Sam Moody, a finales de los setenta, fue electo por una población mayoritariamente blanca. En una de esa tantas caminatas por los jardines del campus, FM, inquisitivo y polémico como él solo, pregunta a su pal norteamericano: ¿Oye Sam tu crees que en nuestras vidas veamos un Presidente negro en los Estados Unidos? “You bet my ass”, fue la inmediata respuesta de Sam. Por su carácter expresivo dejo la frase literal de Sam pero traduzcamos que Sam respondió: “eso tenlo por seguro”, firme, pero sin prepotencia alguna.

En estos días previos a la elecciones de los Estados Unidos evocábamos aquellos días universitarios valorándolos como antecedentes del triunfo de Barack Obama, aunque, por supuesto, siempre aparecía el fantasma del efecto Bradley que el día martes una poderosa fuerza democrática, finalmente, parece haber exorcizado.

Pensar, a finales de los setenta que un ciudadano negro pudiera ocupar en un plazo tan corto la primera magistratura de la nación más poderosa del planeta era equivalente a preguntarse a comienzos del siglo XX si el hombre caminaría en las décadas siguientes sobre la superficie lunar. La determinación de la respuesta de Sam no dejaba de ser desconcertante tomando en cuenta que apenas una década atrás los negros debían subirse en los autobuses por la puerta trasera y permanecer de pie si los pocos asientos reservados para ellos estaban ocupados. Pero Sam vivía una experiencia en carne propia: por su talento, perseverancia y dedicación era el líder de una universidad de blancos.

También, decíamos, y aquí nos equivocamos porque Obama no lo refirió en su primer discurso público luego de conocerse su triunfo, que el nuevo Presidente seguramente haría alguna referencia a Rose Parks. Coincidía con mi amigo FM que el acto corajudo y firme de la costurera negra Rose Parks, sentada en el asiento del autobús y negándose a cederle su puesto a otro pasajero blanco desencadenó el más vigoroso y consecuente movimiento de solidaridad que dio impulso a la lucha por los derechos civiles, a la denuncia y combate del racismo que permite que hoy Barack Obama haya sido electo Presidente de los Estados Unidos. Aquel frío invierno de 1955, Rose Lee Parks no quiso levantarse de su asiento, no tanto porque volvía agotada a su casa luego de la intensa jornada de trabajo sino “porque estaba cansada de ceder”. Rose Parks fue multada, perdió su empleo pero su valiente gesto provocó la sentencia de la Corte Suprema que en 1956 declaró inconstitucional la segregación en los autobuses, y casi una década después, en 1964, en la abolición formal de la discriminación racial. Hoy, con la elección de Barack Obama como Presidente de los Estados Unidos, se pasa una nueva, histórica página de las que se comenzó a escribir de la mano de Martin Luther King. Hoy, con el triunfo de Obama estamos más cerca del celebre “sueño” del pastor mártir.

Barack Obama deslumbró a su partido en julio de 2004 cuando habló de la “audacia de la esperanza”, frase que daría titulo a su libro publicado dos años más tarde, donde narra las peripecias de su superación personal en su avatar político. Cuatro años más tarde su talento, dedicación y confianza en el futuro lo colocan al frente de un renovado liderazgo para frenar el guerrerismo de la administración Bush e intentar poner a tono a su país con las expectativas de cambio y de superación de la crisis económica y social de los Estados Unidos de América. Las expectativas y promesas de cambio son recibidas con entusiasmo en todo el mundo.

Emocionados, comentamos las implicaciones de este triunfo de Barack Obama para Venezuela. Vimos conmovidos las lágrimas del Reverendo Jesse Jackson, testigo de excepción del traumático tránsito que antecede este ingreso de Obama a la Casa Blanca. Nada mas sabemos de Sam Moody, pero estamos seguros que donde quiera que esté también por la mejilla de Rose Parks corren lagrimas de emoción.

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