Opinión Internacional

Bush quiere acorralar a Chávez

Nicholas Burns, subsecretario de Asuntos Políticos de Estados Unidos, ha asumido el tema energético (USA)

La gira de Bush por América Latina, programada para realizarse entre el 8 y el 14 de marzo (Brasil, Colombia, Guatemala, Uruguay, México) es el final de esta nueva etapa de la ofensiva diplomática de Washington contra la revolución bolivariana de Chávez y refleja la convergencia -luego de varios años de desencuentros (2004-2007)- entre los halcones del Pentágono y la capa política-petrolera estadounidense para enfrentar el proyecto bolivariano en su aspiración nacional (Socialismo del Siglo XXI), continental (Confederación Bolivariana de Naciones) y mundial (multipolaridad estratégica) de Chávez.

El contraataque de EEUU persigue varios objetivos. El primero es cerrarle el paso a Chávez hacia el Sur, neutralizando a Brasil y Argentina y negociando en temas de interés común, como el energético (Brasil) o Irán (Argentina). La meta final es frenar la intención de Chávez de transformar el Mercosur en un organismo latinoamericano que privilegie lo político-antiestadounidense sobre la simple integración económica. La propuesta de Washington es sencilla: reconocer el liderazgo regional de Brasil y de Argentina en el Sur, advirtiéndoles que no se mezclen en el conflicto andino por venir.

Para contrarrestar la petro-diplomacia venezolana, Washington le propuso a Brasil un pacto energético con el fin de producir y comercializar biocombustibles que le permitan a EEUU reducir su dependencia petrolera. Estados Unidos y Brasil representan aproximadamente 70 % de la producción mundial de etanol.

Para que no quedaran dudas sobre el esquema impulsado por Washington en la alianza EEUU-Brasil, Nicholas Burns, el subsecretario de Asuntos Políticos de EEUU, declaró al diario O Estado de Sao Paulo que Brasil «es el país más poderoso de Suramérica». Burns dijo, además, que su país no quería depender del petróleo «de países como Irán y Venezuela». El alto funcionario sostuvo que «la energía se transformó en un gran tema diplomático y a veces desvirtúa y amplía el poder de un país más allá del que probablemente debía tener».

El «Observatorio» de Brasil y Argentina

Ni Brasil ni Argentina romperán con Chávez, porque mandan los negocios. Pero tampoco transitarán con el jefe de Estado venezolano el camino revolucionario. El canciller paraguayo, Rubén Ramírez, dio una conferencia de prensa (14-02-07) para informar que Venezuela le había entregado ese mismo día al Mercosur un protocolo diplomático (Protocolo de Usuhuaia) en el cual se comprometía a respetar el sistema democrático. Ramírez agregó que «el Mercosur estableció un organismo llamado Observatorio Democrático, integrado por representantes de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, para seguir de cerca el desarrollo de los acontecimientos políticos venezolanos» y que el gobierno de Chávez «debe cumplir otros requisitos, como levantar barreras arancelarias para una lista larga de productos de la región, formalizar su retiro de otros bloques regionales a los que adhería y, además, promulgar leyes aprobando decisiones aduaneras del Mercosur».

Por otra parte, la negociación Lula-Morales sobre el tema del gas boliviano derivó en acuerdos que permiten el retorno de Petrobras al terreno de las inversiones en Bolivia, que había dejado en manos, fundamentalmente, de Pdvsa y de la empresa argentina Enarsa. Una central hidroeléctrica binacional en la frontera de los dos países, una central de biodiesel y un polo de producción gas-químico forman parte de la renovada ofensiva energética brasileña en Bolivia.

Pese a que se levantó el precio del gas suministrado a la termoeléctrica de Cuiabá (de 1,09 a 4,20 dólares por millón de BTU), la suma es menor a la pagada por Argentina (5 dólares) y a la que Chile le abona a Argentina, la cual incluye un impuesto que Argentina cobra para compensar el aumento decretado por Bolivia. Falta resolver el tema de la salida al mar de Bolivia. En La Paz se impone la tesis de gas por salida al mar, pero con soberanía territorial, posibilidad a la que se oponen las Fuerzas Armadas chilenas. El tema del gas todavía dará mucho que hacer, y Brasil vuelve a tener peso propio en Bolivia.

Plan Andino y solución militar

La cuestión central es si la ofensiva de EEUU en América Latina será solamente diplomática-energética, como garantizan sus voceros, o se trasformará en la cabeza de playa de futuros escenarios militares. Venezuela figura, junto a la llamada «Triple Frontera» (Brasil, Argentina, Paraguay) en el mapa antiterrorista del Pentágono. El mayor general Gerald P. Minetti, coordinador de la coalición de 64 países que participan en el Comando Central (Centcom), declaró ante un grupo de periodistas que «Al Qaeda está realizando, en Venezuela y en la triple frontera, actividades para conseguir apoyo financiero, reclutamiento, instalaciones y preparar a sus simpatizantes para ataques futuros» (base aérea MacDill, Florida, 24-11-2006).

Al aparecer la información de que la organización de Bin Laden decidió sabotear la circulación de petróleo hacia EEUU, actuando en países del continente americano, incluyendo Venezuela, el Pentágono puede justificar su afirmación.

La «solución militar» del «caso Venezuela» pudiera venir por vía del Plan Colombia-Andino (hipótesis de guerra considerada en distintos pronunciamientos por el ministro de la Defensa, Raúl Baduel) si el conflicto entre Colombia y Ecuador se militariza (Plan Ecuador) y Venezuela interviene, o si se produce un movimiento insurreccional contra Evo Morales por parte de sus adversarios internos y Chávez, tal como lo ha anunciado, acude en auxilio del Gobierno boliviano.

Otro frente es el de la alianza estratégica Venezuela-Irán. La Casa Blanca ha decidido instalar en el golfo Pérsico la presencia militar más grande desde 2003. La reunión de los portaaviones «John Stennis» y «Eisenhower», acompañados de numerosos buques escolta, hace navegar por todo el Medio Oriente un mal presagio, más allá de las declaraciones oficiales de que «EEUU no atacará a Irán». La circunstancia de que Bush haya presentado al Congreso un presupuesto militar de 716 mil millones de dólares para 2008, suma superior a la gastada en toda la guerra de Vietnam, de los cuales 325 mil millones están previstos para las guerras de Irak y Afganistán y los otros casi 400 mil millones para gastos generales de defensa (mientras se reducen los aportes para los programas de salud, educación y vivienda, entre otros, dejando en la práctica a EEUU con una economía de guerra) significa que los cañones de los marines apuntan hacia todas las direcciones. EEUU no había tenido tantos gastos bélicos desde la Segunda Guerra Mundial.

Falta mucho por ver y por decir sobre lo que puede ocurrir en los próximos meses bajo el concepto de Guerra Global. Pero los halcones están jugando sus cartas con apuestas sin retorno.

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