Opinión Internacional

Caín contra Abel

Si de algo ha servido la feroz lucha entre Venezuela y Guatemala por ingresar como miembro no permanente por América Latina en el Consejo de Seguridad de la ONU, ha sido para evidenciar, una vez más, la prepotencia chavista en política internacional, por una parte; y, por la otra, la poca vocación integracionista de la revolución de los camisas rojas.

Esta selección, que debió ser concretada por los latinoamericanos, de manera autónoma y soberana, tal como lo hicieron los países de otros continentes para elegir sus representantes, ha pasado al seno de la Asamblea General y se ha convertido en un juego de poderes e intereses distintos, ajenos, a los nuestros. El oficialismo plantea de manera maniquea –como siempre- que la lucha no es entre países hermanos, sino contra una pequeña nación centroamericana lacaya del imperialismo yanqui. Por lo tanto debe ser derrotada sin misericordia, utilizando los recursos disponibles por la “poderosísima” revolución bolivariana. Simón Bolívar soñó con la unión continental para enfrentar al coloso del Norte, sin embargo, la revolución chavista pretende dividir, a sangre y fuego nuestro continente, entre revolucionarios y serviles del imperialismo. ¡Qué contradicción!
Lo cierto es que el gobierno de Chávez ha hecho nuevamente el ridículo en política internacional. ¿Por qué?, ah, porque las arrogantes declaraciones de Arias Cárdenas y Roy Chaderton horas antes daban cuenta, pomposamente, de un nuevo arrollador triunfo de la revolución contra el imperialismo. El resultado ha sido totalmente contrario. ¿Engañaron a Chávez estos personajes de opereta? Posiblemente sí. El teniente coronel no sabe nada de números y, mucho menos, de cómo se maneja la diplomacia internacional a la hora de tomar complejas decisiones, como la de elegir un representante al Consejo de Seguridad. La posición neutral de Chile es un agrio ejemplo para el gobierno.

También Chávez, está pagando los costos de designar gente sin conocimiento alguno en el manejo de la diplomacia. Maduro y Arias Cárdenas, no tienen la menor preparación en esta materia, de tanta importancia para cualquier país. Y Chaderton, diplomático de carrera, como buen advenedizo hizo lo imposible por halagar la vanidad de su jefe, mintiéndole de la manera más cínica y despreciativa.

A lo anterior hay que sumarle los reiterados viajes del caudillo único por el mundo comprando literalmente apoyos, a cambio de la abultada renta petrolera de todos los venezolanos. El ciudadano común debería preguntarse cuánto costó el afiebrado lobby del presidente revolucionario para poner esta torta en Naciones Unidas.

En suma, la división latinoamericana se ha puesto nuevamente de bulto, gracias a la actitud intransigente del gobierno venezolano. Lo mismo sucede entre nuestros pueblos, donde el teniente coronel tiene sus pupilos. Gracias a Dios, que, en estos casos los mismos pueblos han decidido democráticamente a favor de la libertad y la democracia. En contra del militarismo y el autoritarismo rampantes. El reciente caso de las elecciones en Ecuador así lo ratifican.

En definitiva, Chávez se ha convertido en una piedra de tranca, en un enojoso obstáculo, para la comunidad internacional. Sus desplantes y talante autocrático poco a poco revelan la personalidad pugnaz de quien rige los destinos de nuestro país. La pelea no puede ser entre naciones hermanas, aun cuando existan posiciones políticas diferentes. Se aleja una Latinoamérica unida… Chávez trabaja para el imperio.

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