Opinión Internacional

Caras de la violencia en la OEA

Bastante aporreada resultó la presencia de Venezuela
en la XXXIX Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA). En
los pasillos del Club Social Hondureño Árabe donde se realizaba el evento, se
comentaba, no sin sorna, que siendo el tema central de la agenda «Hacia
una cultura de la no violencia», el teniente coronel Chávez hubiese
anunciado su visita para «dar una gran batalla» (sic) por el ingreso
de Cuba en la OEA. El presidente Chávez fue atacado por varios frentes: el veto
y criminalización a organizaciones de la sociedad civil, por el asalto a una
sinagoga en Caracas y el discurso antisemita, por ataques a la libertad de
expresión. Tan ligero como un piano que cae del Empire State building, el
embajador venezolano en la OEA, Roy Chaderton sólo respondió a la acusación de
antisemitismo para transferir la culpa a la ultraderecha católica y a los
venezolanos cursis que se retratan en retablos taurinos y tienen pistolas
Lugger en sus casa esperando al primer judío que se les aparezca (sic).

Ciudadanía Activa, luego del intento fallido de veto
del gobierno, estuvo presente en el encuentro de la sociedad civil con el
secretario general José Miguel Insulsa y en la reunión con los delegados de los
países miembros. Insulsa inició el diálogo con una reflexión, apoyada en datos
estadísticos recientes, que evidencia que uno de los temas hemisféricos más
críticos que enfrentan nuestros países es la escalada en los niveles de
violencia y sus consecuencias en el desarrollo social, económico, político y
cultural de los pueblos de América.

Cuatro temas ocuparon las reflexiones, debates y
planteamientos de más de doscientos representantes de las ongs del continente:
1)Promoción de la participación de la sociedad civil, 2)fortalecimiento del
sistema interamericano de derechos humanos, 3) democracia y paz y, 4) diversos
tópicos relacionados con actos de discriminación (discapacitados,
afrodescendientes, género, VIH, antisemitismo, entre otros.)
Vale destacar en primer lugar, el reconocimiento a la
importancia de la participación de la sociedad civil en el fortalecimiento de
la democracia en la región, en concordancia con el art. 6 de la Carta
Democrática Americana que consagra el derecho y la responsabilidad de todos los
ciudadanos de participar en las decisiones relacionadas con su propio
desarrollo, y en la convicción de que esa participación fortalece la
democracia. En la reunión con Insulsa, como con los delegados de los países
miembros, se manifestó un enérgico rechazo a todo intento de veto,
intimidación y criminalización de la sociedad civil y se reconoció la
conveniencia de un dialogo fecundo con los Estados que contribuya a más
consistentes políticas públicas en beneficio de los sectores sociales más desasistidos.

Se insistió en la preeminencia del respeto de los derechos humanos para
promover y garantizar un dialogo que involucre a todos los sectores de la
sociedad. En este contexto hubo un rechazo absoluto a los vetos de algunos
Estados a la participación de la SC, con particular referencia al gobierno de
Venezuela por su fallido intento contra Ciudadanía Activa, Espacio Civil y
Transparencia Venezuela. Se instó a los Estados a no criminalizar la actuación
de las ongs por duras y críticas que puedan ser sus posiciones y se
rechazó la intromisión de los Estados en el funcionamiento de la SC
destacando la inconveniencia de leyes que atenten contra fuentes alternas de
financiamiento en el marco de la cooperación internacional.

En su discurso de instalación de la Asamblea General
el presidente Manuel Zelaya declaró que «la violencia tiene muchas
caras». De manera coincidente el documento de Ciudadanía Activa para el
debate central «Hacia una cultura de la no violencia» glosó distintas
manifestaciones de la violencia en Venezuela: Las altas cifras de homicidios por
armas de fuego que colocan a nuestro país en los más dramáticos estándares del
continente y a Caracas, como la ciudad más violenta del mundo, con lo trágico
que puede ser no debe encubrir el lenguaje belicista, y en ocasiones obsceno,
del presidente de la república, la adopción por parte de la Fuerza Armada
Nacional de la consigna castrocomunista «patria, socialismo o
muerte», la calificación de todo adversario como enemigo, las irregularidades
del poder electoral como su sumisión junto a los otros poderes públicos,
constituyen otras formas de manifestación de la violencia. Ciudadanía Activa
también abogó por la promoción de un plan firme de desarme de la población
civil, y se sumó al llamado a los gobiernos para reducir la carrera
armamentista y a dar preeminencia al dialogo y a la solución pacifica de los
conflictos.

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