Opinión Internacional

Chávez, Putín y Ahmadinejad al ataque

Cuando finalice el viaje de Hugo Chávez por Argentina, Bielorrusia, Rusia, Qatar, Malí, Vietnam e Irán habrá quedado, de manera definitiva, trazada la posición de Venezuela en el contexto de la guerra global que comienza a desarrollarse para la construcción del Nuevo Orden Mundial -NOM- que debe reemplazar al sistema bipolar que durante casi medio siglo le permitió el dominio del planeta a Estados Unidos y a la desaparecida Unión Soviética.

La alianza estratégica multipolar con el pujante eje ruso-chino, la comunión con el islamismo radical, vía Irán, la expansión del triángulo revolucionario-energético americano entre Venezuela-Cuba-Bolivia y la socialización del MERCOSUR, sumada a la propuesta de formar la Federación de Estados de América del Sur como paso previo al nacimiento de la Patria Grande de Bolívar, son las metas que se ha trazado Chávez, con el poder energético como motor de su geopolítica.

Rusia y el equilibrio del Universo

En noviembre de 2004 Chávez le concedió una entrevista a CNN, en Moscú. En esa oportunidad ya el jefe del Estado venezolano expresó que el balance de su visita a la tierra de Lenin y Putin era muy positivo: “primero, en lo político, un fortalecimiento de la relación, la alianza estratégica Venezuela-Rusia. Incluso la profundización o la consolidación de una amistad y una línea política con el Presidente Vladimir Putin, con su gobierno, con Rusia como un todo”.

Chávez explicó el carácter de la relación estratégica. Se trataba de una “nueva etapa, que más que política es geopolítica”. El esquema geopolítico fue precisado en la conversación. “Como tú sabes –le dijo al periodista- Venezuela, la revolución venezolana, apuesta fuerte, juega fuerte por un mundo pluripolar. No queremos para nada la maldición del mundo unipolar. Necesitamos lo que Bolívar llamaba “crear el equilibrio del universo”. En lo económico, igual. Un fuerte avance en la relación petrolera”, dijo Chávez.

Pero no se trataba solamente del vínculo petrolero. También se negoció con la empresa SUAL la inversión de 3 mil millones de dólares para desarrollar un complejo alumínico en Venezuela.

En el actual viaje a Rusia Chávez anunció un acuerdo bilateral para instalar en Venezuela una fábrica de tuberías con el fin de tender el Gasoducto del Sur. La fábrica operaría con acero venezolano y tecnología rusa. Gazprom se encargaría de esa tarea. Gazprom es la niña mimada de la economía rusa. La aspiración rusa es la formación de un cartel del gas al estilo OPEP bajo su liderazgo. No está lejos de la realidad. Rusia es dueña de la cuarta parte de la producción mundial de gas. Petróleo, gas, energía nuclear y armas de última generación son la base del poder ruso.

Los nexos estratégicos multipolares con Rusia produjeron la firma de 37 acuerdos y 11 cartas de intención. Pero el más noticioso fue el relacionado con la compra de armas rusas por parte del gobierno venezolano. Luego del “impasse” con Washington, motivado en la negativa de la Casa Blanca de efectuar el mantenimiento de la flota de F-16 venezolana, y del virtual bloqueo armamentista de Estados Unidos a Venezuela (España, Israel, Brasil), Chávez adquirió 100 mil fusiles Kalashnikov, para sumarlos al antiguo parque de FAL de la FAN y distribuir una parte entre la Guardia Territorial, que debe ser la responsable final de la esperada Guerra Asimétrica.

De nada sirvieron las protestas de Washington a Moscú, realizadas al más alto nivel. Estados Unidos, que siempre descalificó a Chávez y llegó a definirlo ingenuamente como “retórico”, jamás creyó que la “alianza estratégica” Rusia-Venezuela llegaría tan lejos.

El polo de Shangai

La Casa Blanca subestimó paralelamente a Rusia, una conducta inexplicable, fundamentalmente porque su Secretaria de Estado es especializada en esa materia. Después del desmantelamiento de la Unión Soviética y de la crisis económica que hundió al gran oso del mundo bipolar, Rusia despertó y se propuso reconstruir su antiguo poderío de manera silenciosa. Con ese objetivo estableció una alianza con otra potencia emergente, China. La palanca de Arquímedes fue la Organización de Cooperación de Shangai (OCS), donde participan, además de Rusia y China, gobiernos todavía satelitales de Rusia como Kazajstán, Kirguistán, Tadjikistán y Uzbequistán. La Organización de Shangai se fundó como “quinteto”, en 1996, sin China, e incorporó al coloso asiático en 2004, cuando se institucionalizó. En la última cumbre de la Organización, realizada en junio pasado, además de los países miembros actuaron como observadores India, Pakistán, Mongolia e Irán.

La OCS representa a más de una quinta parte de la población mundial y abarca 30 millones de kilómetros cuadrados. Si se añade a los países observadores esa cifra llega al 44% de los habitantes del planeta. De acuerdo a Rafael Poch, “la Organización de Shangai recuerda que el mundo se organiza al margen de Washington” (“El Congreso de Shangai va a más”, La Vanguardia, Barcelona, 18-06-06).

Augusto Soto, colaborador del Real Instituto Elcano y ex profesor en la Academia de Kazajstán señala que “si se diese el acceso de Mongolia, India, Irán y Pakistán, la OCS sería un organismo con el que Occidente debería contar seriamente en el futuro” (“Institucionalización y futuro de la Organización de Cooperación de Shangai”, ARI, No.14, 2004).

La meta de China y Rusia, a través de la OCS, es múltiple. En primer lugar, “limpiar” de presencia extrañas los espacios estratégicos correspondientes a la zona de influencia del Grupo. La OCS le exigió a Washington la retirada militar de su “espacio vital”. En cuanto a India, pese al acuerdo nuclear con Estados Unidos, que buscaba utilizarlo como contrapeso frente a China, ha reiterado sus lazos de amistad con Rusia. De acuerdo a la agencia de noticias Ria-Novosti, en una encuesta realizada por la empresa “Levada Center” a pedido del gobierno ruso sobre los gobiernos –vecinos- amigos o enemigos de Rusia, encontró que entre los primeros puntea Bielorrusia y siguen Kazajstán, China y la India. El rechazo a Rusia es de Letonia, Georgia, Lituania y Estonia.

La OCS quiere tender un anillo de seguridad en torno a las reservas de hidrocarburos del Caspio. Su gran problema es Afganistán, al cual debe agregarse el neoterrorismo islámico. Ese es el poder de negociación final de Estados Unidos, si sabe utilizarlo.

Las razones por las que Rusia ignoró las peticiones de Washington de que no le vendiera armas a Venezuela son geopolíticas y solamente pueden resolverse en un plano macro-multipolar, algo que Washington no acepta. De todas maneras, si esa situación ocurriera, tal como alguna vez se produjo, con Cuba en el medio, durante la crisis de los misiles entre la Unión Soviética y Estados Unidos, ya ese momento sería tarde para cambiar el rumbo de lo que se vivirá en algunos países del continente americano y del mundo musulmán.

Los cazas Su-30, los helicópteros multipropósito y los Kalashnikov son apenas la punta del iceberg. Rusia se encuentra nuevamente en la geopolítica latinoamericana y mundial.

Irán, la bomba de tiempo

La relación Chávez-Irán, que se profundizó a partir de la reunión OPEP-2000 realizada en Caracas, fue construyéndose paso a paso entre el Jefe de Estado venezolano y el anterior mandatario persa, Mohamed Jatami. Los acuerdos bilaterales firmados entre ambos gobiernos abarcaron desde el sector energético hasta la construcción de viviendas, una fábrica de cemento, el sector salud, la agricultura y la transferencia de tecnología, entre otros proyectos. En algún momento se habló de extender los compromisos energéticos a la posibilidad de una triangulación petrolera que le permitiera a Venezuela proveer hidrocarburos con mayores facilidades de transporte a países como China e India. (http://www.defesanet.com.br/notas/venezuelairan/)

Pero cuando accedió Mahmoud Ahmadinejad al poder la posición iraní se radicalizó. El país persa, con una renovada fortaleza en su región después de la caída de su contraparte sunita dirigida por Saddam Hussein en Irak como consecuencia de la ocupación estadounidense, se deslizó en el Medio Oriente sobre pista libre y se planteó como estrategia la insurrección de los pueblos islámicos contra Occidente, representado en el eje Estados Unidos-Israel.

El Islam radical y América Latina

Pero el diseño geopolítico persa fue más allá. Convencido de que la posibilidad de una confrontación bélica en su propio territorio contra Estados Unidos favorecería las tácticas militares de guerra aéreo-naval del Pentágono y de Israel, Irán, buscando como contrapartida militar instalar una Guerra Asimétrica total, comenzó a respaldar a los movimientos irregulares del Islam (Hezbolláh, Hamás, Yihad Islámica), para luego ampliar sus alianzas al mundo musulmán radical, especialmente Siria, con la que formalizó un pacto defensivo.

Pero Irán prolongó su estrategia de alianzas. Ahmadinejad anunció su intención de profundizar vínculos con los “gobiernos populares” de América Latina. Refrescó sus vínculos con Cuba y entabló una férrea simpatía geopolítica y energética con Chávez. Luego se aproximó a Evo Morales. En algún momento llegó a plantear, de acuerdo con Chávez, la formalización de una cooperación energética trilateral Irán-Venezuela-Bolivia. Más tarde se hablaría de instalar una entidad financiera común para desarrollar diversos proyectos con un capital inicial de 200 millones de dólares.

Paralelamente el Presidente del parlamento iraní, Alí Jadead Adel, declaró en Caracas, en febrero de 2006, que su país estaría dispuesto a ayudar al gobierno de Chávez a desarrollar tecnología nuclear, aclarando que el tema no se había tratado con las autoridades venezolanas.

Punto de no retorno

El 11 de marzo de 2005, el ex Presidente Jatami y Chávez habían sellado en Caracas una alianza antiimperalista. En ese momento Chávez había asegurado que Venezuela sería solidaria con Irán si era agredido por Estados Unidos. Chávez, además, defendió vehementemente el programa nuclear de Irán.

“Hemos llegado a un punto de no retorno: la revolución bolivariana y la revolución iraní(…). Simplemente, hermanos, estamos y estaremos unidos para siempre. Pido a Dios que así sea”, afirmó Chávez.

En idéntico sentido se ha manifestado Ahmadinejad, quien expresó en Gambia, el pasado 2 de julio, ante representantes de la Unión Africana, que “Venezuela e Irán son dos pueblos hermanos”.

La visita de Chávez a Irán se produce en el marco de la guerra asimétrica entre el Estado de Israel y las milicias de Hezbollá, en el Líbano, y de Hamás, en Palestina. Pero si la contienda se extiende más allá del Sur del Líbano entrarán a la confrontación Siria, Irán y Estados Unidos. Entonces será ya la Guerra de Medio Oriente. De utilizarse armamento de destrucción masiva, puede transformarse en la Primera Guerra Global con uso de bombas nucleares tácticas. Por otra parte sería una guerra de base geopolítica-religiosa, por lo cual cualquier arreglo político se dificultaría.

De acuerdo a un cable de la Agencia Bolivariana de Noticias citado por ANSA (29-06-2006) el Embajador de Irán en Venezuela, Ahmad Sobhani, adelantó que “facilitar energía pacífica nuclear a todos los países amigos está planteado en la agenda (de la reunión Ahmadinejad-Chávez)”.

Chávez se ha expedido, igualmente, en términos abiertamente críticos contra el Estado de Israel, acusándolo de tener, por mandato de Estados Unidos, una reacción bélica desproporcionada ante el secuestro de los soldados hebreos. A su vez, Dan Burton, congresista de Estados Unidos, advirtió que “varias organizaciones mundiales no tolerarán durante mucho tiempo las relaciones entre Venezuela, Irán y grupos terroristas”.

Mientras Bush deshoja margarita tras margarita con la figura de Chávez ante sus ojos, la revolución bolivariana sigue su veloz carrera por la peligrosa pista del Nuevo Orden Mundial.

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