Opinión Internacional

Colombia y los (¿anti?) Demócratas

La reciente declaración de los Demócratas norteamericanos de que no apoyarían la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Colombia, es un balde de agua fría a quien se consideraba uno de los más importantes aliados de ese país en América latina.

Después del descalabro del ALCA, la administración Bush se embarcó muy afanosa y exitosamente en la firma de los TLC. Firmaron TLC con los países Centroamericanos y la República Dominicana, además de Chile, y están por firmar con Colombia, Perú y Panamá.

El ingreso de una mayoría demócrata al Congreso norteamericano provocó un cambio en las reglas del juego referidas a la discusión de los TLC. Los Demócratas impusieron, después de intensas negociaciones, que ‘todo TLC deberá incluir normas internacionales sobre las protecciones laborales, ambientales y de propiedad intelectual’.

Esto produjo una profunda revisión de los tratados y trajo como consecuencia que
el Congreso norteamericano sólo tenga a Perú y Panamá en agenda para este mes, dejando a Colombia en un limbo. En compensación el Senado aprobó una extensión de ocho meses a las preferencias arancelarias andinas que se conceden a Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador por su lucha antinarcóticos.

Las principales acusaciones que se hacen a Colombia son la violencia contra los sindicalistas, la situación de derechos humanos (DD.HH) y los vínculos de políticos con paramilitares.

Colombia respondió, mostrando los avances que ese país ha tenido en esas áreas. Informó, por ejemplo, sobre la desmovilización de los paramilitares, la reducción significativa de las muertes de sindicalistas y periodistas, así como del número de secuestrados. Pero esta no son las únicas voces que se oyen en los pasillos de “Capitol Hill”. Muchas ONG presionan y encuentran esta situación ventajosa para censurar a un gobierno que libra una larga y cruenta guerra interna contra el narcotráfico y la guerrilla.

Independientemente de la posición que pueda tomarse sobre la crítica situación de los DD.HH. en el vecino país, no hay duda que el rechazo a la firma del TLC, producirá no sólo un impacto significativo en Colombia, sino en la región.

No permitir el acceso comercial de los productos colombianos, no sólo afectará la producción y el desarrollo interno, sino que al rechazar a quien es su socio fundamental en la guerra contra las drogas, la debilita y pone en entredicho la credibilidad y responsabilidad norteamericana y facilita el abatimiento de un aliado frente a su enemigo interno. En el ámbito internacional, también se debilitaría a un aliado clave en la política de contención del autocratismo bolivariano- que en este caso lo bordea-, dando una señal muy confusa sobre en quien hay que confiar o con quien hay que aliarse en la segmentación que está produciendo el eje Castro-chavista en la región.

Las negociaciones aún no han terminado y aún existe la posibilidad de que las buenas intenciones de los Demócratas no terminen ayudando a la anti-democracia.

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