Opinión Internacional

Con piloto automático

Haré lo que el pueblo me pida, expresó el presidente Evo Morales, al
tiempo de plantear que habrán elecciones en el año 2008, después del
Referéndum en el que espera se apruebe el texto constitucional que propondrá
su partido. Esta es una más de las intromisiones en las que el ejecutivo
avisa con antelación lo que sucederá como supuesto dictamen de la Asamblea
Constituyente. Para esto ha sido la constituyente, ha coreado la
Presidenta de la Asamblea Silvia Lazarte, una ex dirigente cocalera que hace
eco de todo lo que plantea el jefe de Gobierno y de seis sindicatos
cocaleros.

Hay que estar en Bolivia y vivir el día a día de la mecánica política
actual, para saber que la Constituyente es una ficción creada para llegar ha
un único destino: Hegemonía política y reelección indefinida. LA
Constituyente es el mejor invento que se ha hecho en tiempos post modernos
para derrocar a la democracia utilizando mecanismos democráticos; algo así
como un harakiri de la democracia contra sí misma, digitado por un buró
político que está acribillando a la institucionalidad con proyectiles
aparentemente democráticos.

Nada hay de misterio al interior de la Asamblea Constituyente de Bolivia.

Los asambleístas son apenas fantasmas que han protagonizado peleas dignas de
cuchilleros de bajos fondos y discusiones bizarras y bizantinas en las que
se ha planteado que la hoja de coca debe ser declarada sagrada, que el
escudo debe sacar el cerro rico de Potosí para poner el Illimani, que la
coca cola debe eliminar el prefijo coca de su marca, que la hoja de coca
debe coronar el escudo en vez de las ramas de laurel y oliva, etc, etc.

Siete meses demoraron los asambleístas para llegar a un enigmático consenso
sobre el reglamento de debate de la Asamblea. Las discusiones no tenían
asidero alguno, porque hubiera bastado regirse a la Ley Especial de
Convocatoria a la A.C, para resolver en términos legales y jurídicos lo que
se transformó en un paradigmático dilema, ocasionado por el simple hecho de
que el partido gobernante no obtuvo los dos tercios de asambleístas que
calculó ganar, situación que llevó a que el ejecutivo cambiara
inmediatamente las reglas del juego, para exigir mayoría absoluta, que era
lo que había logrado en la justa eleccionaria. Después de muchas idas y
venidas y de cabildos con 1.000.000 de personas, huelgas y paros demandando
la legalidad de los dos tercios, se llegó a una ridícula fórmula mixta,
que plantea que los artículos de la constitución se aprueben por dos tercios
hasta el 2 de Julio, iniciándose luego una serie de componendas con los
temas que no se resuelvan, los que supuestamente irán a un referéndum, para
el que aún no existen reglas claras, y que seguramente terminará en el
famoso piloto automático que está guiando este proceso que se ha
autodenominado revolucionario.

Otra decisión que tomó el presidente Morales, fue que la Asamblea debe
concluir indefectiblemente el próximo 6 de agosto, lo que deja a la Asamblea
en calidad de una especie de metáfora, puesto que aún no ha comenzado la
discusión del texto constitucional. Lo cierto es que después del pseudo
acuerdo por los dos tercios, se embaló a los constituyentes a que realicen
encuentros con sectores ciudadanos, los que han sido denominados Encuentros
territoriales, que a decir de los propios constituyentes no cuentan con
planificación ni convocatoria alguna. Muchos constituyentes ya han desistido
a seguir realizando esta tarea, porque no encuentran que sea productiva y
saben que este es un juego de distracción que está a la espera de que el
tiempo se agote sin que se plantee una discusión de fondo sobre la
estructura de Estado y el pacto social y político que supuestamente tendría
que consolidar el nuevo diseño constitucional.

Lo cierto es que la Asamblea Constituyente nació con piloto automático,
puesto que va guiada por un mecanismo automático que tiene una meta fijada y
sabe a donde debe ir sin admitir otro destino. Este es el motivo por el que
el Gobierno realizó el montaje más fácil, cuidando que sea de fácil manejo y
que cuente con una estructura que ha invisibilizado a los que debían haber
sido sus actores. El diseño del Gobierno ha logrado realizar la Asamblea sin
la ayuda de los asambleístas, sin la participación de la ciudadanía, y sin
que se plantee ninguna discusión de fondo.

Para llevar a cabo este montaje que se ha desarrollado como una especie de
culebrón político, se ha tratado de elevar a la Asamblea al rango y
pretensión de: Originaria, Plenipotenciaria y Fundacional. Tremendo nombre
con el que se quiere convencer a un pueblo de que el partido de gobierno
puede barrer de un plumazo la Carta Magna y crear una a su imagen y
semejanza. Con estos calificativos se pretende refundar un país sin la
suficiente discusión, ni el respeto a las opiniones de mayorías que ahora se
pretenden eliminar o invisivilizar. Como consecuencia del automatismo
empleado, se vislumbra una creciente confrontación entre originarios y
mestizos, puesto que el piloto automático está limitado a las falsas
esperanzas de vientos de cambio que amenazan con transformarse en
influencias perturbadoras. En vez de resolver las contradicciones, el clima
político negativo va llevando a que el piloto automático, con su
comportamiento de contra timón siempre regular, apenas ya pueda dominar la
situación.

Las brechas se están profundizando de tal manera, que por momentos plantean
la visión de un abismo que puede tornarse insalvable, algo así como el
efecto de una falla en la corteza terrestre, que puede llegar a ocasionar un
aniquilador y catastrófico terremoto social.

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