Opinión Internacional

Contra del terrorismo

El día 11 de septiembre del 2001 contemplamos compungidos y estremecidos dos aviones que se estrellan contra el World Trade Center de New York. Del mismo modo, vimos en vivo y en directo los devastadores efectos de un tercer avión que se estrella contra el Pentágono.

A Priori nuestra constitución moral espantada rechazó el hecho. Salidos del shock nos preguntamos ¿por qué?

Desde el punto de vista técnico asombra: fue un acto planificado con extraordinaria inteligencia. Los multimillonarios presupuestos de la CIA y el FBI fracasaron ante un minúsculo grupo de hombres que supieron programar en tiempo y espacio un hecho terriblemente luctuoso. Sin duda desde esta óptica consiguieron su objetivo: Política y psicológicamente golpearon a la nación más poderosa de la tierra y demostraron cuán débil puede ser el poderoso y cuán gigante el débil. David frente a Goliat.

Pero tan lamentable y horripilante hecho no puede quedarse en una condena. Plantearlo en esos términos significaría una total ausencia de análisis científico y filosófico. Por tratarse de un acto humano es necesario analizarlo causal-explicativamente.

Los actos humanos trascienden al mero hecho físico y requieren de la “comprensión”. Utilizamos dicho término en el sentido filosófico. (Das Verständis).

Es necesario que nos veamos y “comprendamos” como habitantes de un planeta. Pero todos los habitantes de este planeta no se sienten ni han sido igualmente tratados.

Es preciso, además definir qué se entiende por terrorismo. Sólo así será posible la declaratoria de guerra universal y necesaria contra el mismo.

Foster Dulles y la United Fruit Company convirtieron a Centroamérica en “Repúblicas Bananeras”. La “política del garrote” impuso dictadores. Los “hijos de puta” de Roosevelt, sus dictadores latinoamericanos, (“he may be a son a bitch, our son of a bitch”. F. Roosevelt) asesinaron despiadadamente a nuestros pueblos.

La Escuela de las Américas transforma hombres en gorilas. El Palacio de la Moneda fue bombardeado por el gorila Pinochet, hijo de Kissinger y Nixon. Más de tres mil muertos y desaparecidos llora aún Chile. Panamá sufriría a Noriega alumno de dicha Escuela y de la CIA. Cuba bloqueada por más de cuarenta años. La guerra bacteriológica y química. Centenares de intentos de asesinatos a Fidel Castro. Napalm e inmisericordes bombardeos sobre Vietnam. Jacobo Arbenz derrocado y vejado por la United Fruit Company. El pueblo palestino irrespetado. Hiroshima y Nagasaki, el bombardeo a una fábrica de medicamentos en Sudán, el bombardeo y destrucción de la Embajada China en la antigua Yugoeslavia, Sabra y Chatila. Hambre y miseria en pueblos agobiados por deudas impagables. Arrogancia y desprecio por la ecología.

Antes fueron los saqueos coloniales y la discriminación racial. Esta última hoy perdura. Surgen nuevas formas de saqueo. ¿No entraría todo esto dentro de la definición de terrorismo? Para nosotros todo lo anterior ha sido terrorífico.

Hemos convertido al mundo en una guerra de todos contra todos (bellum omnium contra omnes). El hombre en el lobo del hombre (Homo homini lupus ). Vivimos en un mundo de terror. La Tercera Guerra Mundial (la Cuarta según algunos) no comenzó el 11 de septiembre. Ella viene andando desde hace tiempo. El ataque terrorista a Washington y New York es sólo una respuesta a esa guerra no declarada.

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