Opinión Internacional

Cumbre de las Americas en Québec

La retórica común entre los promotores del ALCA es que el libre comercio significa prosperidad y desarrollo porque permite la creación de riqueza y trabajos así como la disminución de precios en bienes y servicios. Estos argumentos son refutados por quienes consideran que la promoción de la privatización en las áreas de salud, educación y programas sociales incrementa las desigualdades y contribuye a la marginalización de los pueblos. El propio Bush acaba de impulsar la privatización de la educación al introducir un proyecto de ley en el cual se transfieren fondos públicos en forma de “vouches” a las familias que deseen tener acceso a la educación privada.

En este contexto, América Latina y el Caribe llegaron a Québec enfrentados a un dilema: ser concebidos como un agregado del bloque “Monroe”, libre de interferencia Europea y Asiática y seguros bajo el ala liberal de los Estados Unidos; o ser protagonistas de una integración Bolivariana autónoma, soberana, libre de la hegemonía norteamericana, que proporcione beneficios políticos, económicos y sociales, y disminuya su vulnerabilidad ante decisiones de carácter exógeno. Para el secretario general de la UNCTAD, Rubens Ricupero (The Globe and Mail, 2000), el camino a seguir debe ser la adopción de un enfoque pragmático que basado en la premisa que el ALCA no es inevitable ni imprescindible, asuma el acuerdo como una forma de obtener acceso efectivo al mercado norteamericano.

Por su parte, la protesta fue coherente con sus demandas por una mayor democracia, transparencia y soberanía, pero no logro evitar su fragmentación evidenciada en los enfrentamientos que se produjeron en la propia caravana anti-globalización. La Cumbre de Pueblos Indígenas en Ottawa y la Cumbre de los Pueblos en Québec no obtuvo el respaldo abrumador de los manifestantes quienes tampoco se compenetraron con la alternativa latinoamericana, expresada en términos económicos por MERCOSUR y en términos políticos e ideológicos por la Constitución Bolivariana, aun cuando ésta no se halla desarrollado a plenitud.

El gobierno Canadiense evitó a toda costa que la ciudad mas bella de Canadá se convirtiera en la revolucionaria Berkeley de los años 70. Para ello, creó un escenario violento al erguir entre la Cumbre y el resto de la ciudad 6 Km de cerca y concreto custodiado por mas de 6 mil policías que recreaba la Berlín de la Guerra Fría. La violencia, si es que en realidad se puede llamar violencia, fue protagonizada por un reducido grupo de anarquistas, y la verdadera manifestación, pacifica y superior a 30 mil personas, fue marginada por los medios de comunicación. Lo que el mundo no vio en Québec fue el resurgimiento de la izquierda romántica, esta vez con nuevas generaciones comprometidas de corazón con una causa que creen ser justa; lo cual, dicho en términos neoclásicos, le da al movimiento una ventaja comparativa frente al interés hegemónico.

La cumbre fue un éxito para EEUU. Todas las reservas planteadas con legitima preocupación por Brasil, Venezuela y países del Caribe se esfumaron. No obstante, también fue un triunfo para la protesta: encerrar la ciudad de Québec humilló y desato la ira de los Canadienses. Asimismo, el Premier Bernard Landry del separatista partido Quebecoise encontró un escenario propicio para hacer valer sus demandas independentistas. Landry expreso que los 7 millones que habitan la “Nación” de Québec son los «Latinos del Norte» y defendió la soberanía como elemento esencial para negociar cualquier acuerdo de libre comercio. Obviamente, Québec no fue invitada a la cumbre, pero realizo sus demandas como cualquier otro país desde el otro lado de la cerca.

El presidente Chávez fue coherente con su mensaje político y solicito incorporar sus reservas sobre el tipo de democracia que ALCA pretende defender y la fecha de implementación del acuerdo, pero fracasó rotundamente en el plano diplomático. Ante lo que parecía una posición fuerte junto a Brasil y países del Caribe quienes incluso manifestaron en la propia Cumbre que el ALCA significaría el desastre para sus respectivas economías, Venezuela quedo sola evidenciando la ausencia de una estrategia diplomática efectiva. Sin embargo, el impacto mediático de esta decisión puede servir como punto de partida para un mayor acercamiento entre los movimientos de protesta, las respectivas cumbres de los Pueblos y la alternativa Latinoamérica.

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