De parranda
Habíamos advertido desde esta columna, que los contratos petroleros llegaron
trasnochados al parlamento, después de irse de parranda. Esta afirmación
apuntaba esencialmente a que los citados documentos sufrieron cambios en su
trayecto al parlamento, lo que aparentemente sucedió de una manera tan
embrollada como inexplicable.
Recordemos que las explicaciones oficiales que se tejieron como una tela de
araña, adujeron a que los citados documentos se extraviaron la misma noche
en que se consagró el acuerdo con las compañías petroleras, también se dijo
que el negociador confundió el nivel de los anexos pautados y para enmendar
esta situación se exigió que las petroleras firmen el anexo que llegó al
parlamento; por supuesto que esto se ha constituido en un confabulario
oficial que no sólo parece absurdo sino a ojos vista increíble.
Lo bueno de esta embrollada historia es que ha hecho evidente la acentuada
veta histriónica del Gobierno actual, capaz de montar verdaderos melodramas
que por supuesto no siempre tienen un final feliz, por lo menos no lo tienen
para todos los actores, porque algunos tendrán que se eliminados en el acto
final de esta tragicomedia política en la que se ha convertido la
«Nacionalización de los Hidrocarburos». Esto es o que ha ocurrido con la
destitutición de Morales Olivera, quien a pesar de la franca protección del
gobierno, tuvo que ser removido de la presidencia de YPFB. Por otro lado
tenemos confrontaciones que se han iniciado entre pobladores que atacan a
asambleístas, como resultado de la frustración que esta institución está
dejando en la población que avizora un futuro incierto, más apegado a la
manipulación que a las leyes, dentro de una realidad político social
salpicada por una serie de denuncias de delitos e irregularidades, como la
venta de avales para ocupar cargos, negociados de pasaportes, venta de
tractores donados, familias enteras que instalan una nueva oligarquía que
usufructúa abiertamente del poder, etc, etc.
Pero si continuamos haciendo un seguimiento al tema de los petrocontratos,
se confirmó que estos no sólo metafóricamente, como creíamos en un
principio, sino que concreta y literalmente se fueron de parranda. Las
últimas denuncias, con fotos y gastos de viáticos y pasajes incluidos, han
clarificado que luego del exhaustivo trabajo realizado en los contratos
originales, eliminando y poniendo anexos, cambiando firmas, pasando por el
entremés de una trama en la que se consiguió alejar de sus cargos al
Superintendente de Hidrocarburos Santiago Berrios por haber denunciado un
contrato fraudulento del entonces titular de YPFB Jorge Alvarado, las
irregularidades que provocaron la renuncia del Ministro de Hidrocarburos
Andrés Solíz Rada, quien no admitió participar del engaño que se le estaba
haciendo al pueblo al retacearle la verdadera historia de la llamada
«nacionalización» y los términos reales de las negociaciones alcanzadas,
continuadas por la renuncia del segundo presidente de YPFB Juan Carlos Ortíz
y sus asesores, debido a las inmiscuciones de Morales Olivera, quien
finalmente tomó en sus manos las riendas de la estatal petrolera. Por esta
su «colaboración» y como pago al esfuerzo realizado en aras de su fidelidad
con el partido, Morales Olivera recibió el premio de irse de parranda a Cuba
con un grupo de trece asesores, claro que bajo el pretexto de tomar un curso
de fiscalización a las petroleras. El viaje significó la derogación de
42.000 dólares que salieron de las arcas del Estado Boliviano, para que los
funcionarios que realizaron las maniobras de la «Nacionalización» con
supuestos contratos leoninos a las compañías, tuvieran el «merecido
descanso».
Lo grave de la confirmada parranda es que el país no puede seguir supeditado
a una superproducción estelar, pues ahora estamos entrando en un capítulo
muy peligroso con la proximidad de la finalización de la Asamblea
Constituyente, la que no ha cumplido ni por cerca el papel que le encomendó
el pueblo. Y para colmo de males tenemos serios indicios de que todavía
seguimos entre la ficción y la parranda…
