Opinión Internacional

El enmascarado de plata

En la historia mexicana de la lucha libre, surgió un leyenda: Santo el
enmascarado. Vestido de plata con una máscara sobre la cara ocultaba sus
facciones, encarnando una las figuras más emblemáticas del espectáculo; un
verdadero fenómeno mediático que se arraigó en la cultura popular mexicana.

Cuando se convirtió en personaje de historieta, una de las características
del citado comic era la de que nunca se dejaba quitar la máscara, hecho por
el que sus contendores no conseguían vencerlo ni descubrir de ningún modo su
verdadera identidad.

Salvando las grandes diferencias y distancias que existen entre esta
historia y una que se ventila hoy en nuestro país, encontramos a grandes
líneas una superficial analogía, que nos permite hablar de una lid en la que
se mueve una de las figuras centrales del gobierno actual, quien es también
considerado como la mano derecha del presidente Morales. Hablamos del
senador Santos Ramírez, quien tiene enorme gravitación en la política
boliviana del momento, desempeñándose en la anterior gestión legislativa
como Presidente de la Cámara de Senadores y quien preside actualmente la
comisión política de su organización, amén del hecho de gozar de la mayor
confianza dentro del ejecutivo. El senador Ramírez, ha tenido sin embargo un
ejercicio político que en los catorce meses que lleva de gestión ha debido
sortear cuatro procesos judiciales y variadas denuncias. Este miembro del
partido gobernante, quién tiene enorme peso en la política actual, con mucha
habilidad y pocas explicaciones ha logrado capear las graves sindicaciones
que en ocasiones han tomado ribetes de escándalo.

Se pueden contabilizar cuatro procesos instalados judicialmente: En julio de
2006 un ex funcionario del Congreso y amigo del senador, fue apresado en EL
Alto cuando estaba a punto de abordar una nave, encontrándoselo en posesión
de 3 kilogramos de cocaína. Hablamos del señor Freddy Terceros, quien
llevaba una carta de recomendación firmada por el propio Santos Ramírez, en
la que éste le otorgaba la potestad de hacer gestiones oficiales a nombre
del Congreso ante organismos internacionales.

En abril de 2006 otro escándalo descubrió que una empresa de la que Ramírez
era accionista y figuraba como asesor, fue contratada por un municipio,
situación totalmente reñida con su labor legislativa. Siguió el caso de las
visas chinas, en el que el Senador admitió que había tramitado algunas, pero
en su descargo adujo que lo hizo dentro de un plan de promoción cultural. La
justicia lo ha perseguido en vano con citaciones sin poder dar con su
paradero. Recientemente su nombre apareció vinculado con el cobro de
avales por la suma de mil dólares, situación por la que Ramírez denunció a
su vez a uno de los implicados en el caso, por falsedad material, quien
ahora está siendo juzgado por la denuncia de Ramírez, quedando de esta
manera omitido el documento en el que figuraba el senador Ramírez en calidad
de implicado.

Este recuento nos muestra que hasta el momento su posición es de intocable e
invencible. Todos los que se enfrentan con él terminan contra las cuerdas y
derrocados por Knot out. Nos llama la atención el hecho de que ni sus
contendores, ni la justicia, le hayan podido quitar la máscara de plata con
la que el poder lo ha ungido.

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