El juego de los políticos argentinos
AIPE- Los políticos argentinos cumplen al pie de la letra una de las leyes fundamentales de la política, la que dice que en la medida de lo posible se deben trasladar los costos hacia el futuro. Esta ley explica por qué los políticos generalmente prefieren financiar el gasto con endeudamiento antes que con impuestos.
Si un político tiene que optar entre recorte de gastos, aumento de impuestos y deuda, no lo duda, lo mejor es endeudarse. La razón es fácil de comprender, tanto el recorte de gastos como el aumento de impuestos impacta en la población en forma inmediata, y nadie quiere enojar a los votantes. La deuda, en cambio, permite gastar ahora y postergar el pago para un futuro en el que, bueno, otro estará para hacerse cargo.
El problema con este mecanismo es cuando llega la hora de enfrentar las deudas que dejaron los que estuvieron antes. Tal es el caso de la Argentina. El país se encuentra al borde de la bancarrota porque se le han cerrado todas las fuentes alternativas de financiamiento: no puede aumentar las tasas impositivas porque cada vez que lo hace recauda menos debido a la recesión que ocasiona en el sector productivo; no puede vender activos porque ya lo ha hecho y le quedan muy pocos; no puede emitir moneda porque ya destruyó la propia en la hiperinflación y ahora sólo cuenta con una moneda atada al dólar, el cual no puede emitir; y tampoco puede endeudarse porque los mercados se le han cerrado por completo.
Ante tal circunstancia, la realidad impone la necesidad de vivir con lo que ingresa, con lo que se recauda. En la Argentina esta realidad ha sido llamada “política de déficit cero”, lo cual es evidente, ya que cuando nadie te presta, no queda otra alternativa. Ahora bien, no es suficiente promulgar tal política, es necesario implementarla y para tener una idea de la magnitud de la tarea tengamos en cuenta que en los 12 meses anteriores al anuncio de esta política el déficit fiscal superó los 7 mil millones de dólares. Eso quiere decir que para alcanzar el déficit cero, sin esperanzas de aumentar los ingresos por las razones antes señaladas, hay que reducir los gastos en esa magnitud.
Pero, esa no es una tarea del agrado de los políticos. Y es así que para evitarla, o al menos postergarla rogando que las cosas mágicamente cambien, los políticos argentinos han dado rienda suelta a su creatividad. La forma de lograr ese objetivo es colocando deuda compulsivamente.
Así, varios gobiernos provinciales están emitiendo bonos con los que pagan a sus empleados o proveedores, los cuales terminan cumpliendo algunas funciones de dinero. Sus nombres son curiosos, como el caso de los “patacones” de la provincia de Buenos Aires, o los “quebrachos” de la provincia del Chaco y están por llegar los “federales” de la provincia de Entre Ríos. El gobierno nacional no se queda atrás, aunque muestra menor creatividad en los nombres: Lecop (Letras de Coparticipación Federal) que eventualmente reemplazarían a los bonos provinciales con la garantía de los impuestos que el gobierno federal recauda y transfiere a las provincias, y se mencionan ya las Lechón (Letras de Coparticipación Nacional) que comprometerían a la recaudación del gobierno federal.
Ya se sabe qué es lo que va a pasar con estos bonos. Tienen un vencimiento de aproximadamente un año, al término del cual el gobierno provincial tiene que haber ajustado el gasto o deberá volver a emitir bonos para pagar y así comenzar una espiral descendente.
En definitiva, la Argentina parece encaminarse hacia un sistema similar al de Cuba, en el que coexistirán tres monedas: el dólar, un peso convertible a dólar cada vez más escaso y otras monedas no convertibles que aceleradamente pierden su valor.
Y eso les permitirá a los políticos eludir el ajuste del gasto. ¿Para qué hacerlo hoy, si puedes dejarlo para mañana?©
