Opinión Internacional

El ritual anual del 9 de octubre en Francia

Desde hace cuarenta años, la primera semana del mes de octubre, los centros de difusión mediática del mundo activan a nivel planetario un ritual conmemorativo que alcanza su climax el día 9, aniversario de la muerte de Ernesto “Che” Guevara. Tanto admiradores como detractores, planifican durante ese mes, libros, documentales, y toda clase de objetos fetiches destinados a las tiendas de souvenirs, librerías y canales de televisión.

Los “especialistas” se afanan de un canal de TV al otro, de una capital a otra, en la promoción de una figura convertida en fetiche que ha logrado obliterar las diferencias de clase, de credo político y hasta ha destronado a las figuras tradicionales del comunismo. La imagen del “Che” constituye uno de los rubros más exitosos de la economía de consumo de masas.

Sucede que el mítico argentino, cuya corta vida política estuvo signada por el fracaso, – en lo económico, en lo político, en lo militar- su mayor éxito fue su propia muerte. Además que el azar le deparó, en el momento preciso, a los fotógrafos que iban a inmortalizar su figura, gracias a lo cual se convirtió en la más emblemática del culto que se le profesa a la imagen en la era contemporánea. El cubano Korda realizó la fotografía premonitoria, prefiguración del hombre destinado a una muerte prematura. El boliviano Freddy Alborta inmortalizó al hombre hecho cadáver en Cristo de Mantegna. Cuba, por su parte, forja la figura del “Guerrillero heroico”; no obstante no es su heroicidad lo que motiva el inconsciente popular, sino precisamente el haber tenido una muerte no heroica, como se hubiese esperado de un combatiente forjado por el modelo castrista, en el que priva el culto al heroísmo, a la muerte en combate. Según ese modelo, Ernesto Guevara no ha debido permitir que lo capturaran vivo. El propio Fidel Castro en su libro entrevista autobiográfica Cien horas con Fidel, declara que él, de haber enfrentado la misma situación que el Che, nunca hubiera permitido lo capturan vivo. Es precisamente la imagen de la víctima pasiva, esa figura ambivalente que oscila entre el arquetipo masculino y femenino lo que constituye su mayor atracción, la que se ha impuesto; la figura crística del hombre que vino a la tierra a redimir a su prójimo y no fue comprendido por aquellos por quienes iba a ofrendar su vida. Los campesinos bolivianos, en lugar de adherir a la guerrilla, la denunciaban. Los sindicatos campesinos, se propusieron como voluntarios para combatirla. Al igual que Cristo, que después de ser crucificado, desde hace 21 siglos es motivo de adoración, a Guevara, los mismos campesinos que le negaron su apoyo hoy le rinden culto en Bolivia.

En nuestra era mediática, una figura como la suya, que ha ahondado tan profundamente en el imaginario popular, que corrió con la suerte de ser dotado del físico adecuado, está sujeta a la manipulación, a ser domesticada, adaptada todos los usos. Particularmente en Francia, en donde la explotación mediática y comercial de la figura del mítico argentino ha sido monopolio de la “izquierda caviar” , y de los centros de decoración “chic”, la última figura de la “rebeldía”, el militante de la Liga comunista (trotskista) favorito de los electores radicales, Olivier Besancenot, ha decido emanciparse de la legendaria figura de León Trotski, que ya no significa nada para la juventud actual, y sustituirlo por la figura de Ernesto Guevara, de mayor rentabilidad mediatica, por tanto electoral. Helo aquí que también publica un libro a la gloria del guerrillero Une braise qui brûle encore (Una brasa que todavía quema) y desde hace varios días se afana en todos los canales de TV, radios, y prensa, disimulando apenas, el propósito político de ensanchar su influencia en el electorado que integran los altermundialistas y otros radicales anti-sistema, pues su objetivo, como lo ha anunciado, es la creación de un nuevo partido político, pues “Ya es tiempo de pasar la página del viejo movimiento obrero y escribir una nueva página virgen”, declara el popular líder radical, licenciado en historia que escogió el oficio de cartero, – y no precisamente en un barrio obrero, sino en el elegante barrio de Neuilly, por excelencia, morada de alta burguesía y del que fuera alcalde el actual presidente de la República, Nicolas Sakozy -, porque, según él, ese oficio le deja más tiempo para su actividad política, y le posibilita un contacto cotidiano con el público. Vestido a la última moda, y con buenas entradas en el mundo cultural y editorial, esta nueva figura del panorama político francés, parece destinada a imponerse gracias a su estilo informal. El modelo que le inspira, no es precisamente la figura de Ernesto Guevara, sino más bien la de Sarkozy, cuyo talante y personalidad ya están creando escuela. El joven cartero tiene todos los visos de querer convertirse en el Sarkozy de izquierda.

Para quienes nos sentimos concernidos por América Latina, y conocemos su historia, las interpretaciones del joven líder francés sobre el propio Ernesto Guevara, y acerca de la historia del continente, constituyen una verdadera afrenta al conocimiento más elemental; la falta de contextualización histórica de esa versión, hubiese indignado al propio Guevara, al que se supone rinde honores. Su análisis de la historia del continente son del nivel de quien se ha limitado a sus lecturas de infancia, las aventuras de Tintin, el popular personaje creado por el dibujante belga, Hergé , que junto a su perro Milou, se desplaza por el África, el Asia y América Latina, y que ha forjado el imaginario político de varias generaciones de franceses.

Es una prueba a la paciencia, escuchar en boca de este nuevo “especialista”, que la dictadura de Batista ha sido la peor que ha conocido América Latina – para justificar la propensión de Ernesto Guevara por los fusilamientos – , de allí que queden eximidos: Pérez Jiménez, Trujillo, Somoza, Pinochet, los militares argentinos, Stroessner etc.

En relación a Venezuela, el gran argumento para demostrar el talante democrático del teniente-coronel, que seguramente le recuerda al coronel Tapioca, figura que representa al latinoamericano, de las aventuras de Tintin y Milou, es el número de elecciones que se han celebrado en el país. Las leyes que amordazan la prensa, la presidencia vitalicia, el partido único, la instauración de un Estado pretoriano, los presos de opinión, los asesinatos, no parecen ofuscar a este adalid del anti-imperialismo y de la lucha contra la mundialización
Como se sabe, para crear un partido político se necesitan medios, y como es sabido, el coronel Tapioca de Venezuela, es espléndido cuando se trata de movimientos o personas que defienden su proyecto político. En todo caso, el sustento ideológico de este nuevo artefacto político francés, tiene todos los visos de aproximarse al barroco caribe.

La nota discordante que rompió el consenso de la gran misa mediática celebrada en Francia en torno al cuarenta aniversario de la muerte de Ernesto Guevara ha sido la reciente publicación de La face cachée du Che (El rostro oculto del Che) del ensayista cubano Jacobo Machover quien confiesa en su introducción, haber sido un admirador de Guevara, el hombre que “se había sacrificado por sus ideas y por un mundo mejor, y había sido empujado a su último combate a consecuencia de sus divergencias con Fidel Castro”. Pero tras haber leído la totalidad de los escritos publicados de Guevara, se dio cuenta de lo dogmático de su postura, de su “pulsión desenfrenada por la muerte, hacia si mismo y hacia los demás”. Machover intenta demostrar la dimensión utópica, pero también la insensibilidad y la crueldad cotidiana del mítico personaje, “brazo armado e instrumento del castrismo”.

La tarea de Machover no se presenta fácil. La publicación de su libro lo ha llevado a enfrentarse a los sacerdotes del culto, que en Francia detentan importantes espacios de poder mediático y político. Tampoco el ensayo de Machover puede ser bien acogido por las firmas de decoración que utilizan en sus creaciones variaciones de la famosa fotografía de Korda ni por la industria de la moda que la usan como estampado en camisetas de lujo.

Veremos qué sorpresas nos reserva el 9 de octubre próximo. Mientras siga dando dividendos, los medios mantendrán vivo el mito.

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