Opinión Internacional

Estados Unidos ataca a defensor del libre mercado en Guatemala

AIPE. La Universidad Francisco Marroquín, en Guatemala, comparte los valores tradicionales americanos de libre competencia, respeto por la propiedad privada, igualdad ante la ley y gobiernos limitados. Manuel Ayau fundó esa universidad en 1971 como respuesta al socialismo dominante en las universidades públicas. Los jóvenes que buscan revertir una larga historia de represión gubernamental, y la miseria que esta produce, necesitaban un sitio donde estudiar.

En una región donde los académicos tienden más a clamar “Viva el Che” o “Yanqui go home” que dar vivas al mercado, uno pensaría que Estados Unidos fomentaría la identificación de esa universidad con valores clásico-liberales. Pero en días pasados funcionarios de la universidad se enteraron que la embajada de Estados Unidos en Guatemala estaba circulando entre los embajadores de otras naciones un documento etiquetando al Sr. Ayau y a la Marroquín como enemigos de la democracia. Se supo del ataque porque más de un diplomático quiso que los funcionarios de la universidad se enteraran de lo que el gobierno de Estados Unidos decía a sus espaldas.

Lo que la diatriba estadounidense expone es que “la lucha guatemalteca por establecer instituciones democráticas confiables, bajo el imperio de la ley, se hace considerablemente más difícil por la antipatía generada por la Marroquín en contra del gobierno”. No se identifica al autor, pero un diplomático alega que el documento le fue entregado por Prudence Bushnell, embajadora de Estados Unidos. Cuando se le preguntó sobre esto, un vocero de la embajada americana respondió: “sin comentarios”. Añadiendo: “no es política nuestra comentar sobre despachos diplomáticos, se originen estos en la embajada de Estados Unidos o en otra misión diplomática”.

Fue la embajada misma la que circuló el documento. Podemos sólo adivinar sus propósitos, pero dudo que a la embajadora Bushnell le haya gustado el artículo que publicamos en el Wall Street Journal el 18 de mayo, escrito por Armando de la Torre, profesor de la Marroquín. Contaba cómo la embajadora Bushnell acudió a la legislatura guatemalteca para exigir la promulgación de normas laborales dictadas por Estados Unidos. Un representante comercial del gobierno de Estados Unidos admitió que esas leyes se le estaban imponiendo subrepticiamente a Guatemala porque “necesitamos tirarle un hueso a los sindicatos” en Estados Unidos. Es decir, Estados Unidos trata de aumentar el costo de la mano de obra en Guatemala para complacer a la confederación sindical americana AFL-CIO, la cual exige que las negociaciones comerciales con los países en desarrollo incluyan cláusulas que reduzcan la brecha entre el costo local de la mano de obra y el de fábricas americanas sindicalizadas.

El profesor De la Torre sabe que cuando se aumenta el costo de mano de obra se reduce la demanda de personal, por lo que su artículo criticaba la intervención americana en Guatemala, la cual reduce el número de puestos de trabajo al alcance de los pobres. Sin embargo, el documento de la embajada alega que la Marroquín tiene objetivos muy diferentes. Refleja así una abierta predisposición contra la libertad individual y la libertad económica, además de marcada hostilidad hacia el Sr. Ayau, a quien ataca personalmente por “insensible” y “antidemocrático”.

El principal pecado del Sr. Ayau, según la embajada americana, parece ser que está de acuerdo con muchos economistas especialistas en desarrollo, quienes rechazan la redistribución del ingreso y las regulaciones como medios para acabar con la pobreza. Durante su propio desarrollo, Estados Unidos evitó tales políticas que impiden el crecimiento, pero algunos de sus esbirros quieren imponérselas a Guatemala. Eso le ha causado gran impopularidad a la embajada. El 1° de agosto, una huelga nacional masiva incluyó a cinco mil manifestantes furiosos frente a la embajada de Estados Unidos, protestando la insistencia del gobierno americano en que se aumenten los impuestos. Una de las banderolas decía “Bushnell go home”.

El documento de la embajada utiliza una cita de Lawrence Harrison de Harvard refiriéndose al Sr. Ayau como “el arquetipo de la extrema derecha, oligarca latinoamericano” y procede a condenar sus posiciones libertarias. Claro que la combinación “oligarca / libertario” es un mal chiste porque se trata de dos filosofías opuestas que jamás pueden coexistir. Además, parece que Harrison no dijo eso.

Vale la pena preguntar por qué la embajada americana ataca por debajo de la mesa la ideología de una universidad privada y de un ciudadano privado. En eso no está representando los intereses de los ciudadanos americanos. Además, la universidad defiende los mismos principios adoptados por la administración Bush y un aliado no merece ser torpedeado.

La universidad lucha contra la repartición de privilegios por parte del gobierno y también ha hecho un gran esfuerzo en incluir a la población indígena en sus programas. Con esto el Sr. Ayau se ha ganado la enemistad tanto de la derecha conservadora como de la izquierda socialista. Hace algún tiempo, unos sindicalistas desfilaron con una urna para Ayau porque éste apoya las privatizaciones y la desregulación económica.

En la derecha, productores protegidos resienten la lucha de Ayau a favor del libre comercio. Esto lo ha hecho impopular entre las elites empresariales. Hace un par de año asistí a una ceremonia de graduación de la escuela graduada de administración de la Marroquín. Habló T. J. Rodgers, fabricante de semiconductores, acerca de su famosa rebelión contra los intentos de su sector industrial en obtener protección gubernamental contra las importaciones extranjeras. Imploró a la audiencia que rechazara el proteccionismo. Fue una típica lección de la Marroquín, la cual sostiene que el fundamento de una sociedad justa es un sistema legal que prohíbe la intervención arbitraria del gobierno.

Los contorsionados ataques de la embajada contra Ayau y el empeño de la embajadora Bushnell en difundirlos pueden causar risa, pero no es nada gracioso mostrar a Ayau como un camisa parda nazi ni como un señor feudal que maltrata a los pobres.

Que el Sr. Ayau crea en el impuesto de tasa única, que desapruebe del sistema de educación pública e insista que ciertas normas laborales perjudican a los más pobres, impidiendo que consigan empleo, son todos puntos de vista justificables. Si la embajada los quiere debatir, que lo haga abiertamente, como corresponde en países civilizados, en lugar de tratar de sabotear a su oponente con ataques subrepticios.

Editora de la columna Las Américas del Wall Street Journal, diario donde fue publicado originalmente este artículo y autorizó la traducción de AIPE.
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