Opinión Internacional

Exigir aymará o quechua

Exigir aymará o quechua en el sector público es un contrasentido y una tontería. La experiencia boliviana lo demuestra por la falta de conocimiento del castellano. También lo comprueba la dolorosa experiencia de colectividades de países o regiones de países que han exigido o exigen conocimiento de sus idiomas a los que no lo hablan del mismo país.

Digo que es un contrasentido porque cuando un ciudadano que sólo hable quechua y castellano se encuentre en la puna o en el Plan Tres Mil con uno que habla sólo aymará y castellano, el idioma que hablarán será castellano; y cada uno por su lado guardará su idioma para hablar con los que lo hablen que de ninguna manera han de ser todos los bolivianos ni mucho menos. Así nomás se ha hilvanado la historia e ignorarla es problema del ignorante, y no de todos los demás que si queremos aprender aymará o quechua lo estudiamos y listo, eso sí: en forma voluntaria.

Hacer escritos oficiales en castellano hablando aymará o quechua es una tontería. Hacerlos en español cuando el interesado no lo entienda muestra que éste debe aprender castellano. O sea que volvemos a lo que se ha buscado desde 1825, que todos hablemos y escribamos español correctamente. Si esto no se logró es porque las autoridades no tomaron la educación en serio lo que dicho sea de paso también se refleja en el conocimiento deficiente del español por parte de la mayoría de la población de habla hispana de Bolivia. Por otro lado, si la idea es hacer diligencias y papeleos oficiales en aymará o quechua, ¿por qué no hacerlas también en las otras lenguas de etnias que pueblan el territorio del país? Se trata de otro ángulo de estupidez. Y no se diga que los que hablan aymará o quechua son los más porque los más en Bolivia hablan y escriben castellano.

Si de exigencia de idiomas se trata, urge exigir la enseñanza y el aprendizaje del español con seriedad, dedicación y obligatoriedad a fin de comenzar a aunar esfuerzos para alcanzar una comunicación eficiente, menos costosa y expedita entre bolivianos del este, oeste, norte y sur del país. Se trata, creo, de hacer un país, no de fraccionarlo. Si hasta ahora tenemos problemas con el castellano, cómo será si nos metemos a exigir otros (¡!). Se trata de tonterías desempolvadas del cajón de las congojas atávicas cuando de lo que se trata es de superarlas.

Sobran pruebas de que las colectividades en general e incluso los países necesitan un idioma común (que hoy en el mundo es el inglés) sobre todo para evitar mal entendidos que en historia han llevado a guerras y otras catástrofes, injusticias e inequidades. Incluso los paraguayos, orgullosos de su idioma guaraní (que como colectividad oriunda de América nunca fue conquistada militarmente por nadie incluyendo los españoles de la Conquista), tienen que recurrir al castellano, al portugués o al inglés, para hablar con el mundo. El guaraní sirvió mucho sobre todo en situaciones de guerra para hablar entre ellos, y entre ellos siguen hablándolo. En Chile el que quiera aprender mapuche lo aprende, otro grupo que históricamente nunca fue derrotado del todo por ningún ejército.

Históricamente el griego, el latín más tarde el castellano, francés y ahora es el inglés han sido idiomas hegemónicos es decir, se hablaban internacionalmente porque los poderosos los hablaban y exigían. Y lo exigían porque era más práctico y menos costoso. En la América precolombina, el maya, el náhuatl y el quechua fueron idiomas hegemónicos porque en su momento los hablaban los victoriosos y dominadores. De ahí que el aymará tenga muchas palabras venidas del quechua. En Norteamérica, pensar que alguien tenga que aprender comanche, hopi, o una de las 500 lenguas nativas, no se le ha ocurrido a nadie. Hablan inglés.

Las regiones de países que contemporáneamente han demandado el conocimiento de su idioma (flamenco en Bélgica, francés en Canadá, catalán en España, etc.) han sido, primero, cultural y económicamente significantes y, segundo, han dado lugar al bilingüismo. En Bélgica los letreros de las carreteras son en francés y en flamenco. Éste es una forma de holandés y constituye una colectividad económicamente significante. También hay bilingüismo en Canadá donde el francés se enseña por la importancia de la provincia de Québec que sí habla inglés en forma obligatoria porque de lo contrario no habría comunicación posible con el Canadá mayoritario. Cataluña es una región industrial y pudiente de España que habla español y catalán, y por eso muchos quieren que toda España hable catalán. La España no catalana es más numerosa y menos regionalista, claro. En Rusia hay como 200 lenguas regionales pero el ruso lo hablan todos.

O sea que en Bolivia, por donde se mire, exigir conocimiento del castellano por sobre cualquier otra lengua ayudará a reducir la pobreza. Exigir aymará o quechua es empobrecer más la comunicación que a gritos necesita mejora. Insisto, el que quiera aprenderlos, adelante, pero en forma voluntaria.

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