Opinión Internacional

F-16 para la Fuerza Aérea de Chile

El gobierno chileno, que preside Don Ricardo Lagos, proveniente del socialismo de la alianza política conocida como Concertación, acaba de anunciar la decisión de comprar diez aviones de combate F-16 en los EE.UU. Los mismos deberían estar en Chile en el 2004 y la compra involucra una operación que supera los U$S 600 millones, o lo que es lo mismo decir más de sesenta millones de dólares cada aeronave. Los fondos se obtendrán de la participación de la FACH en los dineros provenientes de las exportaciones de cobre según las leyes chilenas vigentes. Habría un plazo de diez años para pagar estos equipos a la Lockheed, amen de un plan de compensaciones a negociar, como se estila en las compras bien hechas de armamento, cuando se compra equipo militar con seriedad y patriotismo.

No está claro aún qué armamento acompañará a estos aviones, pero ya comienza a hablarse de misiles aire – aire con un alcance de ocho kilómetros.

Tampoco está muy claro qué radares incluirá el equipamiento de estos aviones.

Esta compra para la FACH debe asociarse con la aprobación del programa naval para la Armada de Chile con: dos muy modernos submarinos franceses Scorpene y el programa “Tridente” de construcción de fragatas donde la industria naval chilena tendrá importante participación. Todo ello con un valor del orden de no menos de dos mil millones de dólares.

El Ejército de Chile a su vez está completando la recepción de una compra de doscientos tanques de batalla (Main Battle Tank en la jerga de la NATO) Leopard 1 y doscientos cincuenta transportes blindados de personal M-113 a Bélgica, donde previamente habían sido comprados veinticinco cazabombarderos Mirage 5 Mirsip ahora denominados Elkan por la FACJH (en servicio desde 1999), con los que se reemplazó a los obsoletos Hawker Hunter. Al igual que los programas de modernización de los F-5 y Mirage 50 de que dispone la FACH desde la década del “70”.

  • A-37 Dragonfly por F-16

    Los cables periodísticos reproducen sin comentarios las informaciones provenientes de Santiago que hablan del reemplazo de los aviones de ataque A-37 Dragonfly actualmente en servicio por F-16.

    No es ocioso señalar que los A-37 son pequeños reactores de ataque al suelo (CAS = Close Air Support), muy conocidos en América del Sur ya que equipan a varias de las fuerzas aéreas de la región. Máquinas subsónicas, con techo limitado, una aviónica y elecrónica muy primitivas (tecnología e los “60”) puesto que es una máquina diseñada específicamente para dar apoyo aéreo directo atacando blancos de superficie. Cualquier adolesdcente interesado en aviones que tenga acceso a alguna de las muchas revistas sobre temas aeronáuticos conoce lo que es un A-37 y se sonreiría si le dijesen que para reemplazar un A-37 alguien está pensando en comprar un F-16. Es algo así como decir que para sustituir una bicicleta hace falta comprar un automóvil de Fórmula Uno.

    Los reemplazos de los A-37 y su versión de entrenamiento el T-37 ya están en servicio desde hace varios años en la FACH y son los A-36 y T-36 originados en el exitoso reactor de entrenamiento avanzado español CASA 101 y de los cuales la FACH cuenta en servicio con más de treinta aeronaves (la misma cantidad de A-37 y T-37 que continúan volando desde sus bases en Punta Arenas o Temuco).

  • Plazo de entrega

    El plazo de entrega anunciado, año 2004, es totalmente normal para una compra de esta naturaleza y ello es una prueba más de que esta adquisición forma parte de uno de los planes habituales en una fuerza aérea que como la de Chile planifica sus actividades con un sello de excelencia profesional que la caracteriza y distingue desde siempre.

    La decisión demoró varios años. Quizás habrá en Chile quienes seguramente digan que se tardó demasiado. Y sin embargo, todo ello cntribuye a poder afirmar sin temor a error alguno que esta adquisición es algo que por su tramitación se inscribe en lo que hace cualquier país con gobiernos serios cuando se trata de efectuar compras importantes para su sistema de defensa en períodos de estrechez económica.

  • Cantidad de aeronaves a adquirir y su equipamiento

    Diez aeronaves no son un número que aparezca en primera instancia como abrumador. Cuando se observa la sueprficie de Chile y sus dimensiones típicas de América del Sur donde todo queda lejos, donde las distancias “próximas” se miden en varios cientos de kilómetros, entonces esos diez aviones parecen un número reducido.

    La importancia de estos diez aviones no está en su número, sino en el equipamiento con el cual vengan. En especial qué radares y qué tipos de munición inteligente (PGM = Precision Guided Munitions) tanto aire – aire como muy especialmente aire – superficie.

    Los F-16 en su última versión que parecería ser la que va a adquirir la FACH ya que todo indica que serán aeronaves nuevas y no de segunda mano (el precio de más de sesenta millones de dólares por unidad es lo que señala esta condición de manera inequívoca), son plataformas de tiro aptas para transportar y lanzar eficazmente cualquiera de las armas aéreas (tanto aire – áire cmoo aire-superficie) disponibles actualmente en el mercado armero internacional.

    Por ejemplo los misiles aire – aire actualmente disponibles en América del Sur son de corto alcance. ¿Con qué vendrán los F-16 chilenos?

    El mejor de los aviones disponibles hoy en cualquier fuerza aérea avanzada, si lo que cuelga de sus alas son municiones tipo Segunda Guerra Mundial no pueden hacer valer sus prestaciones más importantes cual son las que le permiten a su tripulación operar en “stand off” y golpear sin ser golpeados por las defensas enemigas. Eso significa radares que vean lejos, de ser posible del otro lado del horizonte y misiles y bombas con guiado terminal lasérico. Seguramente no tardaremos demasiado en enterarnos de qué viene con éstos F-16.

    Pero la introducción de Munición con Guiado de Precisión tanto aire – aire de mediano alcance (no hablemos de misiles tipo AMRAM de más de cien kilómetros de alcance eficaz) o tanto o más importante aún aire – superficie, materializarían un cambio cualitativo gigantesco en el escenario militar sudamericano. Nada de eso existe hoy. Su aparición en manos de alguien provocará el interés lógico de los demás países.

  • Aviones Made in USA y no Made in France o Made in Sweden

    No es un detalle menor de política internacional establecer dónde se compran items mayores del equipamiento de las fuerzas armadas de cualquier país. Estos F-16 para la FACH no son una excepción.

    Será la primera vez desde la venta de los F-16 a la FAV, en un momento muy favorable de la relación entre los EE.UU. y Venezuela, en que los EE.UU. acepten vender equipo avanzado a un país sudamericano.

    Cuando la Fuerza Aérea Argentina quiso comprar aviones unos pocos años atrás, la presión del Reino Unido impidió que se vendiese otra cosa que no fuesen viejos aviones A-4 Skyhawk y los radares originales APG 66 fueron reemplazados por una versión menos potente. Entre las tantas cosas interesantes que habrá que ver respecto a éstos F-16 están los radares con que vengan equipados.

    Cuando EE.UU. vendió los F-16 a Venezuela, los diplomáticos sudamericanos entendieron sin ayuda de nadie que se estaba transmitiendo un mensaje muy claro a nivel regional sudamericano en cuanto a “Who My Friend Is” desde Washington. Pues bien: otro tanto ocurre ahora. No importa todas las veces que Don Ricardo Lagos pueda decir, con la serena y reflexiva prudencia que caracterizan sus actos, que ésto no tiene nada que ver con el TLC. La historia enseña que se vende equipo militar avanzado solo a aquellos con los cuales se desea mantener buenas relaciones estratégicas. Así fue cuando la Argentina de Juan Domingo Peón compró a Gran Bretaña los primeros reactores de combate que hubo en América del Sur allá por 1947, así fue con los F-16 venezolanos y así es ahora con los F-16 para Chile. Por cierto que en Brasilia seguramente se tomará nota.

    Francia seguramente redoblará sus esfuerzos por colocar su muy buen Mirage 2000-5 en América del Sur. Es de señalar que han logrado un considerable éxito con Brasil al vender un portaaviones de flota y hacerse cargo de su modernización y puesta a punto. Los franceses ofrecen a un clomprador potencial todo aquello que éste pueda pagar, sin los inconvenientes que suelen presentarse para comprar equipo avanzado en los EE.UU. Esto incluye no solo aviones sino muy especialmente, munición inteligente aire – aire y aire – superficie. Aquí también hay otro capítulo interesante para el futuro sudamericano, al que la noticia de la venta de los F-16 a la FACH le agregará un incentivo que no tenía hasta ahora.

    Los suecos y sus buenos aviones no tienen las mismas posibilidades para competir en el mercado sudamericano, en el cual sin embargo siempre lograron hacer buenos negocios con sus excelentes piezas de artillería de defensa aérea y de campaña.

El escenario sudamericano actual y posible para el 2004

América del Sur está muy agitada.

Afirmar esto es sin duda un “understatement” cuidadosamente amable.

Las noticias del reequipamiento militar chileno, unido al de Brasil (portaaviones de flota, tanques Leopard, repotenciación de su fuerza aérea, negociación para comprar aviones de combate avanzados, programa ALX, etc.) y el “lado militar” del Plan Colombia, forman parte de la realidad que vivimos en el momento en que se inicia el Siglo XXI.

Los viejos hombres de lo que se llamaba en la Argentina de la lucha contra el indio “la frontera”, solían decir cuando algo se agitaba en esas tierras “el campo se está moviendo”., lo que solía ser el prolegómeno de algún período “interesante”. Pues bien, en lo que a programas de reequipamiento militar se refiere no puede haber la menor duda que “el escenario sudamericano se está moviendo”.

Hay una serie de hechos que señalan inversiones significativas en la adquisición de equipo militar avanzado por parte de varios países sudamericanos. Si a ello se suma la militarización creciente de las fronteras de los países limítrofes con Colombia y el efecto “derrame” que se genera desde la guerra civil colombiana, entonces el escenario prospectivo sudamericano en cuanto a gasto militar se refiere presenta tendencias cada vez más claras.

Pretender elucidar en estas líneas cómo estará América del Sur en el 2004 cuando los F-16 con insignias de la FACH vuelen orgullosamente los cielos de su tierra sería una adivinanza imprecisa en el mejor de los casos. El interrogante clave es sin duda cómo habrá evolucionado la guerra civil colombiana para ese momento, al igual que la inquietud institucional que se registra en una serie de países sudamericanos tales como Paraguay, Perú y Ecuador. ¿Habrá logrado Argentina mejorar suficientemente su aguda tensión social? Habrá también una serie de nuevos gobernantes sudamericanos y Bush entrará al último año del período para el cual fue electo. Todo eso es así, pero el efecto de la venta de los F.-16 a Chile y la decisión de Chile de comprar aviones avanzados a EE.UU. han comenzado a sentirse desde el mismo instante en que tomó estado público.

Algunas reflexiones

El actual escenario de las relaciones en el extremo meridional de América del Sur es uno donde hay una tendencia a la distensión. En ese contexto, la noticia de la compra de diez aviones aún cuando sean de tecnología avanzada para la región no constituye una noticia que deba causar una reacción alarmista.

Chile ejercita políticas de estado en lo relativo a su defensa nacional que no es exagerado decir que se han mantenido casi invariables desde que ese gigante que fue Don Diego Portales puso fin a las luchas intestinas y organizó el país dentro de lineamientos acordes con un estado serio y buscando la eficiencia. No importa el color político de quienes ocuparon lo que hoy se llama La Moneda, esa casa de gobienro que parece una fortaleza, las políticas de defensa fueron tomadas con seriedad. La compra de estos aviones F-16 es parte de todo eso. Desde la aeronave elegida, pasando por el pais donde se fabrica y hasta la cantidad a comprar.

Esta es una decisión soberana de Chile que sin duda nadie puede cuestionar ni mucho menos discutir. Sí hay que analizarla en cuanto a su significado, ya que allí sí hay mucho para reflexionar. Especialmente en cuanto a qué agrega a las tendencias que se perciben como progresivamente imparables para el futuro.

Durante la década que termina se registró un proceso de distensión sudamericano que se tradujo en compras poco significativas de equipo moderno por parte de los países de la región. Sin llegar al extremo de Argentina que está empeñada desde 1983 en un proceso de desarme unilateral que responde a motivaciones de política interna y no a razones estratégicas serias, los demás países sudamericanos no se embarcaron en carreras armamentistas económicamente dolorosas para estados que enfrentan dificultades de diversa índole. Ni siquiera Ecuador y Perú, enfrentados en la primera mitad de la década en un proceso fronterizo agudo, pese a todo no cayeron en la trampa de una carrera armamentista desenfrenada En Colombia, también por razones de política interna, el sistema de defensa no fue atendido debidamente y eso llevó – entre otras cosas – a la actual situación de una enorme extensión geográfica y poblacional bajo control de la guerrilla y/o los narcos.

No se observa hoy señales del inicio de una carrera armamentista alocada. Pero sería engañarse a uno mismo no señalar que claramente se ha puesto en marcha un proceso significativo de reequipamiento militar sudamericano y de magnitud creciente. Y en términos generales también es bueno recordar que nadie compra equipo militar avanzado para que los desfiles del día de la independencia sean más largos y vistosos. Una rápida mirada al cuadro de situación estratégico sudamericano refleja tensiones adicionales que a principios de los “90” eran muy diferentes. Estamos frente a un fenómeno que recién comienza a ser inocultable, aún para quienes habitualmente no quieren ver porque si admitiesen ver eso los obligaría a tomar decisiones.

En cuestiones atinentes a la defensa nacional el único bien que no puede comprarse es tiempo. El tiempo de la defensa nacional es tiempo estratégico. Hay además un tiempo, que es donde más se percibe la presencia de gobiernos serios o de los otros. La situación estratégica sudamericana y su probable evolución exigen no perder tiempo estratégico y demandan un tempo acelerado en la toma de decisiones y en su ejecución eficiente, de manera de contribuir a que las relaciones sudamericanas no entren en ninguna espiral de desconfianza.

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