Opinión Internacional

Fujimori lo hizo antes y terminó huyendo

En 1990 Alberto Fujimori fue electo por primera vez Presidente de Perú. Conforme a la Constitución de 1979, entonces vigente, su mandato presidencial debía ser por cinco años (1990-1995), sin reelección inmediata.

En 1992, después de haber disuelto el Congreso e intervenido la Corte Suprema, convocó una Constituyente que lo ratificó como Presidente Constitucional por haber sido electo en 1990, lo que fue interpretado como reconocimiento de que seguía en ejercicio de su primera presidencia.

El último día de 1993 entró en vigencia la nueva Constitución que trajo la novedad de la reelección inmediata para un período adicional. Se planteó entonces esta interrogante: ¿Fujimori podría ser reelecto conforme a la nueva Constitución o se encontraba bajo la inhabilitación de la Constitución derogada? Reputados constitucionalistas peruanos se inclinaron por la tesis de que no podía ser reelecto, porque había sido electo bajo las reglas de la Constitución derogada. La Constituyente decidió que sí era reelegible.

Fujimori fue así reelecto para su segunda presidencia por cinco años (1.995-2000). Próximo a vencerse este período, se planteó la posibilidad de su segunda reelección y tercera presidencia. Surgió la interrogante: ¿Deben computarse para la reelección presidencial los mandatos iniciados antes de la entrada en vigencia de la nueva Constitución o, por el contrario, sólo los iniciados después? Adulantes y rábulas resolvieron imponer esto último, pero como desconfiaban de la Corte Constitucional optaron por dictar una ley para la interpretación auténtica de la Constitución que dispuso lo siguiente: “en el cómputo no se tienen en cuenta retroactivamente los períodos presidenciales iniciados antes de la vigencia de la Constitución.”
Políticos y juristas se pronunciaron en contra de esta ley, por contradecir el espíritu, propósito y razón de la norma constitucional que “es que nadie pase más de diez años” consecutivos en la presidencia. Por ello la ley fue recurrida por el Colegio de Abogados de Lima ante la Corte Constitucional, la cual declaró con lugar la demanda (lo que aquí es inimaginable). Esto costó el cargo y la libertad a los magistrados firmantes de la sentencia.

Sin importarle eso, el CNE de allá permitió que Fujimori fuera reelecto (mediante fraude) por segunda vez para su tercera presidencia, esta vez de facto, la que no pudo disfrutar porque el mismo año 2000 salió huyendo de Perú ante la reacción del pueblo, que primero se abstuvo de votar y después se rebeló contra su perpetuación en el poder. ABAJO EL CONTINUISMO fue la consigna. La misma que debemos hacer nuestra.

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