Opinión Internacional

Historia común

Las dos veces que he llegado a la ciudad coronada por el Misti, ha sido por estricto trabajo, debiendo cumplir con una agenda inglesa en ambas ocasiones. La primera vez, hace ocho años, por lo que me resultaba interesante el reencuentro con la segunda ciudad peruana y palpar así su desarrollo. Generalmente planeó mis viajes con largada anticipación, lamentablemente en esta ocasión, el llamado fue de urgencia y solo tuve tiempo para hacer mis maletas y recoger los boletos.

Para enriquecer nuestro apetito por el menú colonial e independentista de Arequipa, mis compañeros de viaje, dos españoles. Con mucho que ver y con tan poco tiempo, nos resignamos a explorar únicamente la ciudad. No pudiendo con mi genio de “mosca acojonadora” como me bautizó malvadamente un extremeño, cuanta placa histórica encontraba leía en voz alta. Estaba seguro que algún pez picaría mi provocadora carnada. “En este lugar fue fusilado el general venezolano José Trinidad Morán, prócer de la independencia”.

Mis compañeros de viaje, debo decir, debían dominar otra lengua que me es desconocida. Porque ellos leían la misma placa pero entendían diferente. “Aquí fue fusilado el general español Trinidad Morán, desleal a su Rey y renegado de la Madre Patria”.

Como quiera que había empezado, debo reconocer que me fue peor según avanzábamos y en ningún lugar peor que en el Convento de Santa Catalina, fundado en 1530 y edificado sobre 20 mil metros cuadrados, con calles con nombres como Sevilla, Córdoba, Burgos, Granada y Toledo, bastó para que mis compañeros de viaje se atrevieran a decir “Si tienen nombres españoles, esto debe ser español, así que mejor lo reclamamos en propiedad”.

Ante tanta insolencia y atrevimiento, confieso haberme sentido algo aporreado, así que sin más remedio me desentendí, hice de sordo y en silencio me refugié entre planos y folletos turísticos. Revisé mi callejero y descubrí con sorpresa grata, que el Convento estaba cercado por cuatro calles, dos de ellas con nombres perfectamente utilitarias para mi propósito. Francisco de Zela y Simón Bolívar. Está demás decirles que me encargué, del asalto final en perfecta emboscada, no tomaría prisioneros. So pretexto de conocer la ciudad desde antes, salimos por esas calles rumbo a un prometido restaurante de exquisiteces lugareñas que en realidad no conocía y que finalmente se convirtió en uno cualquiera. Sitio en el que convenimos en celebrar la tregua y como no sabíamos a quien conceder la victoria, declaramos empate.

En plena calle Zela “¿Han oído hablar de las rebeliones de Zela?”, en la calle Bolívar “Conviene a todo español nunca olvidar la figura de Bolívar, en especial a los que padecen como José María Aznar de nostalgia imperial. Una fiebre muy peligrosa que se contrae al visitar calles que provocan añoranza”.

Sin embargo, detrás de mi postura patriotera y socarrona, noté en estas calles arequipeñas, algo que se repite en toda Latinoamérica. Ausencia de placas que recordaran el fusilamiento de algún realista. ¿Acaso nunca se ajustició a un español? Siempre los españoles fueron los villanos de nuestros libros escolares, cultivamos resentimiento en nuestros niños, luego nos horrorizamos de Oriente Medio. ¿No merecen acaso recordarse a los hombres americanos que legítimamente querían seguir unidos a España y que sentían a los demás traidores?

Ahora que hablamos de integración, de bloques políticos y económicos, de comunidad sudamericana, me pregunto, con defectos y virtudes, ¿Acaso no éramos hace poco más de un Siglo una sola nación?

No fue el imperio maya, azteca ni inca, sino el español el que abarcó en estas tierras americanas, y digo americanas para no citar a las islas Filipinas, que fue desde Texas hasta el Estrecho de Magallanes una sola nación. En esta concepción tan en boga de construir bloques, ¿Qué significado toma la independencia americana? Ahora trabajamos en una moneda común, en pasaporte común, pero antes florecíamos como una sola nación. Después de todo, desde México hasta Tierra del Fuego, hay quienes vivimos orgullosos de ser mestizos, eso es mitad indio, mitad castellanos.

¿Eso quiere decir que la independencia fue un error histórico? ¿Un hipo febril que ha demostrado su sinsentido separatista y fraccionario?

En lugar de grandes visionarios que ansiamos ver en Bolívar y los próceres de la independencia, quizá solo fueron hombres de visión estrecha. Sí Bolívar habló de la gran patria americana, porqué no podía hablar de la gran patria Ibero Americana. ¿Teníamos que excluir a España? Como hacerlo y no reconocer nuestro mestizaje e identidad. El campo de batalla de Bolívar, quizá estuvo errado de pies a cabeza, éste debió estar en las cortes españolas y en la conquista de ideales unificadores desde Madrid, antes que en los andes. Una lucha que reconociera la identidad indígena y multicultural de estas tierras.

Cuanto más veo, más me convenzo que ésta tan mentada guerra de independencia es la mentira más grande jamás contada, tan solo fue tramada principalmente por hacendados y criollos que no querían tributar al Rey. Que no querían ser más inquilinos de las tierras concesionadas sino propietarios.

En la práctica, un simple cambio de caciques, lastimosamente todavía vigentes.

(*): Site del autor: www.josemusse.com

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